César Castillo, entre la Polinesia y Ovalle

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    Castillo jugó la Champions League de Oceanía, anotado el gol que los clasificó a los cuartos de final.

    El año 2019 está marcado por la vuelta al fútbol oceánico de César Castillo. El futbolista más talentoso de los últimos años surgido desde Ovalle disputó un semestre en AS Central Sport de Tahití, disputando la Champions League de Oceanía y el torneo local. Ahora, está de vuelta en Ovalle y con más ganas de construir un camino en el fútbol.

    Hace dos semanas regresó desde la Polinesia Francesa, empapado con un fútbol que privilegia la fuerza y en algunos casos los destellos de buen toque. Y ese “buen toque” estuvo a cargo de Castillo, quien ocupó un puesto en su equipo como volante de creación, tal como solía hacerlo en Deportes Ovalle y mucho antes en las divisiones inferiores de U. Católica.

    “Cuando estábamos jugando el escolar nacional se acercó gente de U. Católica y me vieron. Ellos querían que me fuera con Enzo (Roco) y fue ese campeonato el que permitió que los dos fuéramos a Católica”, recuerda Castillo.

    Ese año fue el 2006 que provocó el salto de ambos futbolistas a Santiago. Ambos integraban la selección escolar del colegio El Ingenio que ganó la etapa comunal y regional sin sobresaltos, clasificándose al torneo nacional que se disputó en La Serena. Y ambos fueron figuras en el torneo, convirtiéndose en los mejores de Chile y clasificando al Sudamericano Escolar de Colombia.

    “César llegó a los seis años a la Academia Municipal y siempre jugó en una categoría superior. Destacó en todos los campeonatos que participó, sobre todo en ese campeonato escolar. Era veloz, pensaba rápido,  remataba bien, era un jugador completo en su edad”, recuerda Francisco Carvajal, entrenador de Castillo en la Academia Municipal de Ovalle.

    En San Carlos de Apoquindo integró las divisiones inferiores del club cruzado, destacando por su calidad futbolística como volante. “Pintaba para crack”, decían algunos previendo el futuro que podría tener Castillo si aprovechaba las oportunidades que le estaban brindando.

    Sn embargo, la inmadurez del momento –con 17 años- le pasó la cuenta. Y Castillo es autocrítico.

    “Me vine a Deportes Ovalle, una decisión errónea en ese minuto por el 2011. Era muy inmaduro en ese tiempo, cometí el error de devolverme en vez de haberme quedado allá. Quizás hubiese estado ahora jugando en Católica o en otro equipo, por las condiciones que tenía y que me decían los profesores. Es un error mío”, confiesa.

    “Pero desaproveché una oportunidad. ¡Mira dónde está Enzo ahora! Por algo pasan las cosas”, analiza con el tiempo.

    LA VUELTA A OVALLE

    De retorno a Deportes Ovalle en el 2011, fue Danilo Chacón quien solicitó sus servicios, debutando en el fútbol competitivo chileno en Tercera División. Luego, sus pasos lo llevaron a Estrella del Huasco (actual Deportes Vallenar), equipo en el que logró un ascenso de categoría.

    El retorno de Deportes Ovalle al fútbol profesional chileno se logró en el 2014, bajo el mando técnico de Ramón Contreras. Y el entrenador buscó los servicios de César, quien inmediatamente se acopló al equipo de su ciudad por segunda vez.

    Deportes Ovalle sufrió la desafiliación de la Anfp por deudas previsionales con el plantel, terminando de esta forma el paso del volante por los Verdes de Limarí. Paralelamente, en la ciudad se estaba conformando un club que competía en Tercera División B. Ese club fue Provincial Ovalle que era dirigido por el mismo Contreras. Castillo analizó la opción, se reencontró con varios amigos en el plantel, por lo que la decisión fue un poco más sencilla. Con el “ciclón” logró el ascenso como campeón a la Tercera A, ocasión que le valió la oportunidad de tomar un avión y cruzar hasta la Polinesia Francesa.

    CALIDAD HUMANA Y DEPORTIVA

    Claro, porque en la liguilla final de ese campeonato, Castillo fue observado por dirigentes del club Central Sport de Tahití. Su habilidad con el balón deslumbró a los regentes del club, quienes miraban el desempeño del volante en primera fila. Uno de ellos era Efraín Araneda, futbolista chileno-tahitiano radicado por años en la Polinesia.

    “Cuando lo conocí en Chile viendo un partido de Provincial Ovalle en Santiago me sorprendió las ganas que pone. Nunca para de correr. Luego acá demostró su entrega su calidad como jugador y por eso decidí traerlo nuevamente. Y porque se adaptó mucho al sistema de juego nuestro y la mentalidad tahitiana”, dice Araneda, quien además llevó a otros futbolistas chilenos a Tahití, como a Miguel Ángel Estay (exvolante Deportes Ovalle), Sergio Sandoval y Jorge Cifuentes.

    Y el primer desafío del ovallino fue competir en la Champions League de Oceanía, el torneo de clubes más importante del continente. Su paso se prolongó por el primer semestre del 2017 y este 2019 nuevamente tomó sus maletas y recaló en el mismo club para disputar por segunda vez el torneo continental oceánico.

    “Al igual que para mí, fue la segunda vez que el club competía en la Champions League. Logramos esta vez clasificar primeros en el grupo y nos instalamos en los cuartos de final, algo que era histórico para el club. En esa fase no nos fue muy bien, pero igualmente ya era un logro”, cuenta Castillo, quien anotó el gol del empate en el último partido de la fase de grupos de la Champions, dándoles el pasaje a cuartos de final. Una instancia soñada para el club isleño.

    Y esta segunda vez estuvo marcada por su adaptación en soledad. Convivió con la familia Araneda y el hijo de Efraín (Diego Aravena), quien actualmente está jugando por Tahití el Mundial sub 20 de Polonia.

    Esta fue mi segunda experiencia allá. Esta vez fue mucho más diferente, porque iba solo, era el único chileno en el equipo. Eso permitió que hiciera lazos de amistad más profundos. Eso me deja muy contento, porque formé una amistad con varios de mis compañeros y el cuerpo técnico.

    “Fue una bonita experiencia. Pude conocer a toda la familia de Efraín. No ganamos títulos, pero me quedo con lo personal que conseguí”, afirma el volante.

    Pero más allá de la evidente calidad futbolística, en Tahití apreciaron otros aspectos de César.

    “Creo que ese es su plus, es una muy buena persona. Eso me ayudó a traerlo nuevamente. Siempre es más importante la calidad de persona que el jugador en sí mismo. Tuvo buena amistad con sus compañeros y fue muy querido acá”, detalló Araneda.

    Uno de sus amigos del fútbol, el exvolante de Deportes Ovalle y Provincial Ovalle Erick Albanez, destaca su calidad humana.

    “César es esforzado, humilde, siempre está pendiente de su familia, de sus amigos. Y lo que ha logrado se debe a su esfuerzo completo. En los equipos en los que compartimos juntos siempre fue así; preocupado y dedicado, estuvo pendiente de que no le faltara nada a nadie y buscando lo mejor para cada compañero. Esperemos que el fútbol le dé más oportunidades de demostrar lo bueno que es”, dice.

    Una de las penas más grandes de Castillo fue el homicidio de su mejor amigo, Omar Díaz, con quien compartió desde niño en la Academia Municipal de Ovalle. Sin embargo, el fútbol le regaló momentos felices como el título en el campeonato nacional escolar, luego el debut por Deportes Ovalle, el título y ascenso con Provincial Ovalle, su debut en Tahití y sus goles.

    Castillo repasa su historia, entrena diariamente para buscar nuevas oportunidades en el fútbol y poder llevar el nombre de Ovalle por todo el mundo.