• La mandarina se ubica hoy entre los cultivos más rentables para el sector agrícola a nivel nacional.
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LAUTARO CARMONA
En un seminario realizado este miércoles en Ovalle, se dio a conocer un programa que lleva adelante CORFO y la Pontificia Universidad Católica, en relación a obtener mandarinas sin semillas las que, aprovechando las excelentes condiciones climáticas de la zona para su cultivo, puedan convertirse en una nueva y prometedora alternativa productiva para los agricultores locales.

Especialmente duros han sido los últimos años para los productores agrícolas y pequeños campesinos producto de la sequía que ha afectado a la región.

A todo ello, se le deben sumar hechos como el derrumbe del mercado de la uva flame en el extranjero – principalmente en Estados Unidos, su principal destino de exportación- y la aparición de nuevos competidores en dicho rubro con variedades de mejor calidad, como es el caso de Perú.

Todos estos factores han obligado a los agricultores de la provincia como de la región, a buscar nuevas alternativas productivas que de alguna forma, permitan contar con un ingreso más seguro y estable y que a su vez, ayuden a la absorción de mano de obra que ha quedado cesante tras el cierre de plantaciones, principal dolor de cabeza de las autoridades locales y regionales especialmente.

Es así como, en el marco de un encuentro organizado este miércoles en Ovalle por la Compañía Agropecuaria COPEVAL, se llevó a cabo un seminario denominado “Aspectos claves en la Producción de Cítricos”, especie que se proyecta como una alternativa real para volver a mover el motor de la agricultura local, en medio de un contexto de crisis de la uva de mesa y de cambio climático que afecta las condiciones naturales de la región para el adecuado desarrollo del agro.

EL DESAFÍO DE ADAPTARSE

En efecto, durante el seminario, se dejó en claro que el cambio en el clima global y local es un proceso inevitable, ante lo cual los productores deben estar preparados.

Así lo manifestó, Gianfranco Marcone, meteorólogo y Magister en Cambio Climático de la Universidad Europea del Atlántico-España, y quien es además, “rostro” del pronostico del tiempo en el noticiero de MEGA.

“Al menos para este año se esperan precipitaciones bajo los niveles normales como ya ha ocurrido prácticamente en la última década. Estamos en una condición de lo que ya se denomina ‘megasequía’ en todo lo que es la zona centro norte y central de Chile, y que afecta con especial intensidad a las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins”, señaló.

Respecto a lo que se viene para los próximos años, Marcone no es muy optimista, pues asegura que las proyecciones “señalan que estas condiciones deberían continuar. Es decir, cuando se suman el total de las precipitaciones caídas en un año mejor dicho, sea menos de lo normal. Incluso, a lo mejor dentro de 10 años estemos hablando de otra ‘normalidad’, pues debamos sacar un promedio nuevo, y decir que lo normal ya no es por ejemplo, 200 mm, sino 150. Entonces ahí vamos a hablar de normal, pero porque ‘lo normal’ ya bajó”.

Entonces ¿cuál va a ser los efectos en la agricultura, dado que el clima es una de las variables que más influye en este rubro?

Según Gianfranco Marcone los cambios en los sistemas atmosféricos inevitablemente generan un desorden en el ciclo de vida de la planta, lo cual conlleva que la agricultura se transforme en una actividad de alta vulnerabilidad productiva.

Ante ello, la recomendación inmediata es que los productores hagan todo lo posible por mitigar los efectos del cambio climático en sus cultivos, buscando adaptarse al nuevo contexto natural “lo que implica aprender a convivir con este cambio climático, por ejemplo, cambiando la especie que se va a cultivar, porque ya no está siendo fructífera en la zona o aprender a convivir con una plaga determinada y aprender a combatirla, porque por ejemplo, a esta zona de Ovalle ya llegó el chinche africano producto de que tenemos condiciones meteorológicas distintas”, afirmó el profesional.

En efecto, y como paradoja, el cambio climático si bien implica desafíos, también trae oportunidades pudiendo apostar por nuevas especies, como los cítricos, y en especial, por las mandarinas, especie que hoy se ubica entre las 5 más rentables para su producción y eventual exportación, siendo la región de Coquimbo -y dentro de ella, el valle del Limarí-, la zona que reúne las características climáticas ideales para su producción.

POLINIZACIÓN CRUZADA

No obstante, parte de la producción local de mandarinas - en especial, aquella que busca exportarse - se ve perjudicada por la presencia de semillas en la fruta, lo que reduce su precio en los mercados de exportación, en unos 30 a 35 centavos menos por cada kilo de fruta, en comparación con aquellas mandarinas que no tienen semillas.

Por ende, al final esta situación se traduce en una pérdida importante para los productores, pues las mandarinas con semilla no logran exportarse, y en caso de lograr enviarlas al extranjero, el precio disminuye ostensible, haciendo que el negocio no sea rentable. 

¿Y por qué ocurre esto? Según Johanna Martiz, ingeniera agrónoma y académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, esta situación se explica cuando se tienen distintas especies de cítricos muy cercanas en un huerto.

“Los pólenes se cruzan digamos, entonces se contaminan entre variedades y especies. Entonces ahí hemos desarrollado diversas técnicas para evitar ello. Primero identificamos cuáles eran las variedades más peligrosas y cuáles eran las más susceptibles de llenarse de semillas” explica la profesional, quien encabeza un proyecto piloto que hoy lleva adelante CORFO en conjunto con la Pontificia Universidad Católica para abordar y dar solución a dicha problemática. “Nuestra primera orientación es netamente prevenir la semilla” agregó.

En ese sentido, la académica resaltó las excepcionales condiciones climáticas de la región para sacar una mandarina de excelencia, y como, ante la crisis de la uva de mesa, “muchos productores están cambiando uvas por mandarinas. Pero al momento de decidir que variedad plantar, podría ser una variedad distinta a la tiene el productor vecino, por lo que ahí se podrían generar problemas de polinización”.

En ese sentido, para evitar esta suerte de “polinización cruzada” se están evaluando diversas técnicas de enmallado, con el fin de evitar el paso de la abeja de un frutal a otro. Al respecto, el enmallado se puede aplicar hilera por hilera, o bien, en el huerto completo.

“Obviamente no vamos a matar a las abejas, por ningún motivo. El tema es prevenir sólo su entrada a las plantas. Y eso se usa porque en general, cuando se tienen huertos de paltos y cítricos, los paltos necesitan abejas. Pero la flor de los cítricos es más atractiva y las abejas se van hacia ellas”, señala la profesional.

BENEFICIOS EXTRA

No obstante, las técnicas de enmallado no sólo permiten evitar la polinización de los cítricos por parte de las abejas, permitiendo dar origen a variedades de mandarinas sin semilla, ideales para la exportación. Además, conllevan otros beneficios adicionales, entre ellos, algunos relacionados con el uso de agua.

“Las mallas que se han utilizado en otros cultivos, permiten reducir el consumo de agua, frente a la situación hídrica que vive la región. Un uso secundario que le queremos dar es justamente permitir la reducción del consumo hídrico”, comenta Johanna Martiz.

Otro beneficio adicional del uso de mallas sería la disminución de daños producto de la radiación solar a que está sometida la planta. “Aquí en la región tenemos una radiación importante, hay mucha quemadura en la fruta y las mallas siempre nos ayudan a reducir el daño que tienen producto de esa radiación. Por lo tanto, también se puede aumentar el porcentaje de exportación, pues tendríamos una fruta mucho más linda y limpia”, agregó.

“Además”, añade la profesional, “las mallas también reducen la velocidad del viento y por tanto, se reduce el daño dentro de la fruta, y al reducir el viento, también se reduce el consumo de agua”.

Por último, un dato no menor: la producción de mandarina y de otros cítricos, permitiría a juicio de la académica de la Universidad Católica, potenciar el empleo en la zona.

“Nosotros estaríamos aquí en plena cosecha de la mandarina en otoño, lo que permitiría ocupar mano de obra en una época que antiguamente era muy floja en cuanto a trabajo, pues sólo se hacía poda de la uva. Entonces podríamos contar con una continuidad del trabajo durante todo el año gracias a los cítricos. Por eso, a los que tienen uva, les conviene complementar con mandarina. Es una alternativa súper válida para mantener la mano de obra y el empleo en la región”, afirmó.

 

 

 

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