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El ingeniero agrónomo Claudio Salas, director de INIA Intihuasi, señala que las consecuencias no son sólo para los apicultores, pues especies nativas también están en riesgo. Faltas a la normativa vigente y necesidad de seguir regulando, son algunos de los factores comunes de este tipo de fenómenos, que también se han presentado en otras partes del mundo.

Por Diego Guerrero / Ovalle

 

Como algo “totalmente evitable” califica el ingeniero agrónomo, doctor en Entomología Agrícola y actual director del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de la zona -INIA Intihuasi-, Claudio Salas, los nuevos casos de muertes masivas de abejas en la Provincia de Limarí.

El reporte, recordemos, viene de Ovalle, donde apicultores denunciaron, en la edición de este martes de El Ovallino, la repentina pérdida de sus abejas, aparentemente por fumigaciones de los fundos agrícolas aledaños a sus colmenas. Una situación que ya se había dado de forma similar hace cerca de un mes en Monte Patria.

Lo descrito, indica Salas en conversación con este medio, no es algo aislado en Chile, sino que se ha registrado también en Argentina y en algunos países de Europa.

Estos últimos, incluso decidieron suspender el uso de “neonicotinoides”, un componente comúnmente usado en fumigaciones y que permanece en el polen, causando la muerte de abejas y sus larvas. Escenario, el europeo, al que Chile tiene que avanzar, dice el experto, considerando además las consecuencias para la flora y fauna nativa.

Los insectos afectados en el reporte desde Ovalle, tienen como protagonistas a las abejas de miel, europeas, pero “qué sucede con las especies nativas” se cuestiona el ingeniero agrónomo, ante un problema del que incluso falta investigación al respecto y no está cuantificado, calificando lo sucedido en la provincia como “la punta del iceberg”.

El director de INIA Intihuasi advierte que en Chile existe normativa sobre el uso de los fumigadores, específicamente en el decreto 158 para aplicaciones terrestres.

“Ahí se indica claramente que cuando va a haber una aplicación, tiene que ser informada a los vecinos, por lo tanto, esto que sucede hoy es algo totalmente evitable. Estas muertes masivas son evitables, porque bastaría con indicar a quienes tienen abejas para que cierren los apiarios, hacer aplicaciones nocturnas o aplicar productos que no tienen daño hacia las abejas.

 

LAS CONSECUENCIAS

 

En primer lugar, ¿cómo sucede esta muerte masiva de abejas? El director de INIA lo describe.

“Como sabemos, el rol de estos insectos es la polinización. El 90% de lo que consumimos requiere de polinización y las abejas tienen estructuras especializadas para ello, porque su aparato bucal ha coevolucionado con las flores, entonces podríamos decir que es un ‘animal perfecto’ para el rol de la polinización. En esta agricultura que estamos teniendo en la región, con serios problemas de escasez hídrica, baja la cantidad de agua y baja la flora funcional (flora nativa), por lo tanto, las abejas tienen que ingresar a los campos en busca de este néctar, el polen que ellas necesitan para sus crías”, indica.

Es ahí donde entran los insecticidas perjudiciales, como aquellos del grupo químico de los neonicotinoides. “Cuando la abeja va a una flor y comienza a alimentarse, el adulto a veces no muere, pero al alimentar a sus larvas, transmite este insecticida y van muriendo con el tiempo. Puede haber una muerte directa, pero también una muerte de las larvas y eso podría ser evitado totalmente”, explica Salas.

Ahora bien, ¿qué consecuencias puede tener en el ecosistema? Desde luego, son los apicultores los que sufren las primeras consecuencias, pero como todo es una cadena, finalmente hay perjuicios para la flora nativa y el medio ambiente en general.

“Hay muchas flores que, evolutivamente, requieren de ciertas características de morfometría bucal, que se da en ciertos grupos de insectos. Es como decir que hay una especie de insecto para cada flor. Cuando uno va viendo que va decreciendo la población de abejas, hay una relación directa con la flora nativa, porque si no está el polinizador, que pueden ser abejas o moscas, la flora nativa también se ve afectada, más aún en una región que está en desertificación, porque todo este ecosistema se va perdiendo y todo tiene un rol funcional. La abeja poliniza y la polinización tiene como consecuencia la preservación de la especie vegetal, por lo tanto es una cadena que se va alterando y va generando problemas ecosistémicos y después vemos que se va perdiendo flora nativa, que entra en la categoría de peligro de extinción”, agrega.

En definitiva, en paralelo a las investigaciones que debe hacer el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para ver qué molécula fue la causante de la muerte masiva de abejas, Salas señala que “yo haría que la gente viera que es algo mucho más amplio de lo que parece ser”.

¿Y LAS ABEJAS QUE VEMOS EN NUESTRO JARDÍN?

 

Claudio Salas describe los jardines particulares, en un contexto de mayor crecimiento urbano, como una “isla” para este tipo de insectos, pero advierte poco conocimiento en general y en la población sobre los mismos.

“En la mente siempre está la abeja de miel, pero hay muchas otras (…). Si yo mantengo flora, son como parches o islas de flores para los insectos, entonces esta contribución es importante, pero tenemos que conocerlas más”, sostiene.

En ese sentido, recomienda el sitio abejasdechile.com, de la Fundación Abejas de Chile, para saber más sobre estas especies. En Chile existen 474 especies de abejas nativas, las que también deben ser foco de preocupación, sostiene.

 

 

 

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Diario El Ovallino