Investigación, conservación y educación ambiental: Grandes legados del Bosque Fray Jorge

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    Es un pulmón vegetal único en la región de Coquimbo, un bosque valdiviano de 30 mil años de formación que guarda secretos que todavía hoy son analizados por especialistas. Tal día como hoy pero hace 80 años, el 14 de abril de 1941, el gobierno nacional decretaba su formación administrativa para garantizar su conservación. 

    Es el Parque Nacional Bosque Fray Jorge, que con sus 8.863 hectáreas se ubica en el cordón de cerros de la cordillera de la Costa conocido como Altos de Talinay.

    Actualmente bajo la tutela de la Corporación Nacional Forestal, Conaf, el recinto natural busca ser un libro abierto que muestre sus bondades naturales y científicas.

    En conversación con El Ovallino el director regional de Conaf, Eduardo Rodríguez, señaló que uno de los principales legado del lugar es la enseñanza que de él se puede desprender, tanto para investigadores, como para comunidades vecinas y visitantes.

    ¿Hay nuevos planes de intervención o cuidado del Parque Fray Jorge?

    -Sí efectivamente hay nuevos planes para el Parque Nacional. Este es un programa presidencial que se denomina Parque Bicentenario, cuyo objetivo principal es elevar la calidad la administración de estas unidades a estándares internacionales, esto quiere decir, tener la dotación de personal suficiente para efectuar las tareas, invertir en el desarrollo de infraestructura que se dedique a la conservación, a la investigación y a la educación ambiental de los visitantes, además de generar nuevas oportunidades para que las comunidades aledañas e interesadas en esta unidad puedan efectivamente contribuir con la conservación del mismo.

    Este programa se estima que apalancará recursos por sobre 32 mil millones de pesos en los próximos cinco años, en los que destaca el reforzamiento del personal de la unidad. Hemos podido contratar seis nuevos guardaparques de carácter permanentes que ya están en funciones y que permitirán mejorar sustancialmente la calidad de información que se entrega.

    ¿Cuál es el principal aporte de las comunidades al cuidado del Bosque?

    -Las comunidades efectivamente han contribuido mucho a cuidado de la zona protegida. Cabe señalar que todas las comunidades de Punilla y Peral Ojo de Agua, entre otras , están insertas dentro de la reserva de la biósfera Fray Jorge, que es una categoría mundial creada por la Unesco, para proteger muestras representativas de los ecosistemas del planeta. Uno de esos ecosistemas es el que protege a este Parque Nacional, que corresponde íntegramente a la zona núcleo de la reserva de la biósfera. Se definen también otras dos zonas, de amortiguamiento y de transición que están destinadas a contener amenazas que puedan operar sobre esta zona núcleo. Y para contener estas amenazas se requiere lograr acuerdos, es decir establecer una gobernanza con las comunidades que allí están presentes. Ellos también extienden la educación ambiental que se desarrolla en el parque.

    ¿Hay nuevas maneras de vinculación de los vecinos con el Bosque Fray Jorge?

    -Las comunidades han transitado desde el año 2000 en un constante acercamiento a los objetivos de conservación del parque. Hace 20 años el camino de acceso al parque no era el actual. El de ahora se construyó precisamente a indicación de Conaf para que antes de llegar al parque, los visitantes pudieran pasar también por varias de las comunidades que existen en la zona. Esto permitió que se desarrollaran un sinnúmero de servicios turísticos, tales como restoranes, cabañas, campings, venta de artesanías, que permiten vincularse a la comunidad de una manera distinta, obteniendo beneficios directos de la conservación para el desarrollo sustentable de su economía.

    En la comunidad Caleta del Toro gracias a la promulgación de la desembocadura del Río Limarí, tenemos un humedal de importancia internacional bajo la Convención de Ramsar, ellos también están cuidando las playas, están sensibilizando a los visitantes para que cuidemos estos lugares, que están inmediatamente aledaños al Parque Nacional Fray Jorge y dentro de su biósfera.

    ¿Son suficientes los planes proyectados para el cuidado del Bosque? ¿Se requieren más medidas?

    -En términos generales la conservación del parque se está realizando de muy buena manera, sobre todo fortalecida por este programa presidencial. En el futuro vamos a enfrentar cambios, derivados del cambio climático, que se están midiendo desde hace 30 años por el Instituto de Ecología y Biodiversidad que agrupa a las más prestigiosas universidades del país, entre las que están la de Chile, la Católica, la de La Serena. Se trata de uno de los estudios más largos que hay en el mundo ya que son tres décadas tomando datos continuamente que nos alertan del cambio climático.

    ¿Se han recuperado áreas de bosque o por el contrario se han degradado áreas que antes eran vegetales?

    -Antes del decreto del parque obviamente que teníamos una degradación sostenida tanto del bosque hidrófilo como también del bosque secano que hay en el sector, no olvidemos que el Parque Nacional protege cuatro ecosistemas (hidrófilo, secano, humedales y zona costera) cada uno con sus propias especies y vegetación. Antes de la creación del parque venían degradándose por el uso tradicional, incendios, sectores de pastoreo que degradaron ambientalmente las formaciones vegetales, sin embargo ahora esas prácticas han disminuido prácticamente a cero. Sin embargo hay una degradación que produce el cambio climático y en eso estamos tratando de frenar esa tendencia y se están haciendo obras de restauración para tratar de unir los bosquetes con especies que van adquiriendo las características de los bosques hidrófilos de Los Altos de Talinay.

    ¿Cuál es la principal enseñanza que deja la creación del Parque como tal durante estos ochenta años?

    -Cuando se decretó el parque nacional nadie podía pensar que fenómenos como la desertificación, la contaminación o el cambio climático pudieran afectar nuestros ecosistemas, por lo tanto la principal enseñanza que nos deja es el sentido visionario que tuvieron las personas que lo decretaron. En estos 80 años lo que se ha hecho es primero investigar, conservar los recursos y hacer educación ambiental, para poder generar un cambio de conciencia con respecto a la necesidad de mantener estos ecosistemas, de mantener lo más posible sus condiciones globales y tomar conciencia también de cómo el humano influye en esa conservación, y ese es nuestro mayor legado.