Agricultores de Los Acacios, Huanilla y El Olivo denunciaron incendios intencionales, bandas que derriban postes con motosierra y destrozos reiterados que paralizan el riego, detienen la producción y elevan la sensación de abandono en el Limarí.
La ruralidad de Ovalle atraviesa un momento crítico. En distintos sectores agrícolas se repiten con alarma delitos que hace unos años eran excepcionales: incendios provocados, robo de transformadores, daño a infraestructura eléctrica, destrucción de sistemas de riego y sabotajes directos a maquinaria agrícola. La suma de estos hechos no solo afecta la seguridad del territorio, sino que interrumpe el riego, frena la producción y genera pérdidas que muchos agricultores ya no pueden sostener.
Para los afectados, la situación configura un patrón evidente: delitos cada vez más organizados, más violentos y con un impacto económico profundo, que hoy no encuentra una respuesta adecuada ni en vigilancia ni en la tipificación penal.
DOS INCENDIOS PROVOCADOS EN UN MES
En el fundo de Eduardo Flores, en Los Acacios, la emergencia llegó por partida doble. El 26 de octubre, un incendio avanzó rápido desde un punto cercano al camino e ingresó a los parrones afectando media hectárea de parrones. Un mes después, el 29 de noviembre, las llamas volvieron a aparecer bajo el mismo patrón, esta vez afectando una superficie aún mayor, provocando la pérdida de una hectárea y media de mandarinas .
“Según CONAF, ambos incendios fueron provocados. Partieron en el mismo punto y avanzaron hacia los cultivos”, relató Flores. Pero el incendio de noviembre reveló algo más grave: sabotaje previo a los equipos que se usarían para combatir el fuego. “La noche anterior habíamos cambiado el turbo del tractor. Al día siguiente, cuando quisimos usarlo para aplacar el incendio, el equipo no funcionó porque se habían robado un cable y sin ese cable no funcionó. Eso no es casualidad”, afirmó.
Sumado a eso, entre los incendios Flores también sufrió el robo de un transformador que contenía cerca de 200 kilos de cobre. Aunque el equipo no estaba en uso, el impacto económico fue considerable. Reponer sistemas, cables y equipamiento, es carísimo, sumado a los incendios, implica pérdidas cercanas a los 15 millones de pesos.“Esto es terrible. Estamos en plena temporada, invirtiendo, cuidando la fruta, y aparece alguien que destruye todo en minutos. Los agricultores estamos agobiados”, reflexionó.
TRANSFORMADORES ARRANCADOS Y POSTES DERRIBADOS
A algunos kilómetros, en Huanilla, la situación es similar. Esta semana, delincuentes derribaron un poste para sustraer cables y componentes de un transformador, dejando sin energía a los sistemas de riego. Para Jorge Santander, productor del sector, es un problema que ya lo afectado anteriormente y que genera impactos directos en el riego y la producción frutal.
“Nos echaron abajo el transformador, botaron el poste y se llevaron todo el material eléctrico. Cuando se corta la luz, se afecta el 100% del cultivo. La planta se estresa, bota fruta y se pierde la calidad”, explicó.
El agricultor detalla que estas interrupciones, incluso cuando se actúa rápido, son de uno o dos días y pueden costar miles de kilos de fruta en plena etapa de crecimiento, especialmente en uva de exportación, mandarinas y naranjas.
Además, afirma que el fenómeno no es improvisado. “Estas son bandas organizadas. No cualquiera se sube a un poste o corta cables de alta. Hay planificación y se han visto incluso drones rondando los predios”, advirtió.
ROBOS REITERADOS Y DESTROZOS
En el sector El Olivo de Tuquí, Paola Fernández acumula más de dos años de robos y destrozos en su parcela: cables, medidores, motobombas, fertilizantes, geomembranas y sistemas de riego destruidos o sustraídos. Y esta semana el robo de un transformador derribado con una motosierra a las afueras de su predio.
“Hace dos años que vengo sufriendo robos. Por lo bajo, son 15 millones de pesos en pérdidas. Me rompieron las mangueras, se llevaron las llaves, las bombas, la maquinaria. Mi campo se secó y se murió”, relató, agregando que “con esta impunidad, mi miedo es que un día entren a una casa y maten a alguien”, señaló.
AUTORIDAD RECONOCE PATRÓN DELICTUAL
Desde la delegación presidencial del Limarí confirmaron que los hechos denunciados por los agricultores forman parte de un fenómeno que se repite en distintas zonas rurales de la provincia. El delegado Eduardo Alcayaga Cortés señaló que los robos afectan a maquinaria, motores, generadores y equipamiento agrícola, delitos por los que ya se han sostenido reuniones con vecinos y representantes en otras circunstancias para coordinar medidas preventivas.
“Hemos recibido denuncias en varios puntos de la provincia y hemos apoyado la implementación de cámaras y alarmas conectadas a los sistemas de seguridad municipal”, explicó la autoridad.
Alcayaga informó además que existe un foco investigativo en curso y que muchos de estos robos “están ligados a narcocultivos en sectores interiores”, razón por la que el OS7 mantiene un trabajo específico en el territorio. Por eso, llamó finalmente a realizar denuncias formales para fortalecer las investigaciones.
