No existe la palabra ‘Imposible’

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    No existe la palabra 'Imposible'

    La historia de Claudio Bahamondes es para aplaudir una y mil veces. El adolescente oriundo de Huamalata ganó la fase comunal de los Juegos Deportivos Escolares en el tenis de mesa convencional, siendo un proyecto de deportista paralímpico.

    El relato de sus cortos 13 años comienza en diciembre de 2009 cuando Claudio empezó a sentir dolor en la parte posterior de su rodilla izquierda. Cojeaba y sus padres creían que eran dolencias normales. Su hijo fue inquieto –como todo niño-, jugaba con sus amigos, andaba en bicicleta y el balón fue su compañero de infancia en las calles de Huamalata. Por tanto, atribuían las molestias a aquello.

    Los dolores continuaron, por lo que decidieron recurrir a los médicos en el hospital de Ovalle, quienes les dijeron que era una fractura. No conformes con el diagnóstico ovallino se trasladaron a La Serena

    Allí, el médico dijo ‘yo soy mal pensado, así que se van a Santiago’, cuenta Johanna Vega, mamá de Claudio. En ese momento les informaron que su hijo tenía un tumor maligno en la pierna.

    El hospital Roberto del Río los atendió primeramente. Claudio fue sometido a diversas cirugías reconstructivas en la extremidad izquierda hasta que pudieron extraer el tumor.

    “Cuando nos dicen que es cáncer, inmediatamente asocias esa palabra con algo tan terrible. Nosotros como papás nos fuimos con él a ojos cerrados a Santiago, dejamos todo botado. Tuvimos que renunciar a nuestros trabajos y con el apoyo de nuestras familias salimos adelante”, dice Johanna.

    Lo dejaron todo

    El cáncer de Claudio obligó al grupo familiar a trasladarse con lo que tuvieran a Santiago, lugar donde se realizaría la recuperación, pero con un costo elevado. Dejaron obligadamente una vida detrás para lograr la recuperación de su hijo. Johanna y Carlos Bahamondes, papá de Claudio, cuentan que perdieron todo, les embargaron su auto, deudas por pagar y cada uno dejó sus respectivos trabajos. En Santiago comenzó una vida una nueva llena de esperanza y desafíos para mejorar la salud del primogénito.

    “El cambio fue muy drástico. Yo conocía Santiago, pero en días de paseo, pero vivir allá con el ritmo de vida de Santiago y estar en un lugar solos, los tres, fue difícil. Luchamos los tres, pero más él, porque recibió las quimioterapias y gracias a Dios, a la familia y gente externas, salimos adelante”, recuerda Carlos.

    Tal como señala el padre, allí comenzaron las quimioterapias y el proceso de sanación de la tibia izquierda en el hospital Luis Calvo Mackenna.

    “Pero a pesar de perder todas esas cosas, siempre estuvimos al lado, porque lo más importante es el apoyo de los papás para que pudieran seguir adelante. En el hospital, los médicos nos destacaban porque siempre estábamos en cada momento, no lo dejábamos solos. Entonces, todo esto lo ayuda a él y el apoyo de los papás es fundamental”, agrega Johanna.

    Pero para una familia de padres jóvenes no es sencillo tener que lidiar con un cáncer con su primer y único hijo. Sin embargo, Claudio demostró desde muy niño que no existe la palabra ‘imposible’.

    “Para nosotros fue difícil, pero fue él quien nos dio ánimo. Dijo ‘mi vida es la importante y la pierna pasa a segundo plano’”, aseguró Carlos. Después de un tiempo, Claudio recayó en su enfermedad y le produjo una metástasis en su extremidad, por lo que los médicos optaron por la amputación.

    “Fue mucho, estuve viviendo cerca de cinco años en Santiago debido al cáncer, recibí quimioterapias y voy a cumplir tres años del regreso”, cuenta Claudio.

    Pese a esto, no bajó los brazos. “Sigo siendo el mismo, a mí no me afectó en nada la discapacidad que tengo. Incluso para mí no es una discapacidad, me siento normal”.

    Esa valentía y espíritu de superación ante la adversidad son algunos de los factores que hacen de Claudio un niño especial, transformándose en un ejemplo para todos los niños.

    De regreso a Huamalata

    Tras la amputación y el fin de las evaluaciones diarias de Claudio en el hospital de la capital, la familia decidió volver a Huamalata. Volvieron prácticamente a cero, cuentan. Buscar trabajo y retomar los estudios en la escuela Heberto Velásquez fueron las medidas a la llegada.

    Claudio ya utilizaba muletas para desplazarse y esta adaptación más la integración a su vida se tornó de la mejor manera posible.

    “Con su enfermedad quedó todo en pausa, donde tuvimos un ciclo en que lo vivimos en Santiago, pero después de vuelta se integró súper bien. En la escuela lo recibieron, se integró con la escuela de fútbol, se integró al torneo Semillero y hace un año entrena en tenis de mesa. Estoy muy orgullosa de él y es un ejemplo a seguir”, dicen sus padres.

    El padre de Claudio es músico del grupo de cumbia local ‘Manía’ y desde pequeño que Claudio creció escuchando cantar a su padre. Fue esa misma inyección de sonidos la que provocó que tomara el micrófono y decidiera cantar. Dónde sea. Participaba en cada festival existente en la escuela, en Huamalata o en Ovalle.

    Aquel hobbie fue uno de sus pasatiempos que lo hacía muy bien, ya que los mencionados festivales era carta segura al primer lugar. Cantó en el aniversario de la escuela, en el Teatro Municipal de Ovalle, en Huamalata, en la Fiesta de la Vendimia y en el show de la Teletón en la Plaza de Armas de Ovalle en noviembre pasado. Y así están registrados sus videos en Youtube.

    Paralelamente, Claudio no dejaba escapar el balón. Participó del torneo Semillero que organiza el municipio de Ovalle y era habitual que sus profesores lo vieran correr en los recreos. Sin embargo, sus padres veían algo peligrosa su afición por el fútbol, por lo que le recomendaron que buscara otro deporte. Fue así como hace un año se inició en el tenis de mesa, primeramente en la escuela y después en la academia municipal.

    Y como para Claudio no existen los ‘imposibles’, en conjunto con sus entrenadores decidieron que compitiera en la fase comunal de los Juegos Deportivos Escolares, pero con los deportistas convencionales. Y el huamalatino venció a sus rivales en la categoría sub 14 y clasificó a la final. Si bien cayó derrotado en la última instancia, Claudio igualmente obtuvo uno de los dos cupos para representar a Ovalle en la fase regional del mismo certamen.

    Sin una extremidad pudo vencer a sus rivales convencionales. Todo un mérito.

    “Estamos orgullosos de nuestro hijo, de lo que hace y de los que ha hecho hasta acá, porque parta nosotros fue como sacarlo del fútbol. Se inclinó por el tenis de mesa y ahora está haciendo sus primeros pasos. Su discapacidad pasa a ser segundo plano y estamos orgullosos, dándole siempre el apoyo”, cuenta su padre Carlos.

    De la misma forma lo ven en la escuela Heberto Velásquez, quienes no se cansan de ver lo que ha logrado.

    “Para Claudio no existe la discapacidad, es un niño totalmente normal, desarrolla todas las actividades que hay en la escuela y se olvida que tiene una discapacidad. A cada lugar que va nos representa muy bien, es un orgullo para nuestra escuela y con esta nueva ley de inclusión, es increíble cómo nos da una enseñanza. Es un ejemplo para sus compañeros y orgullo para nosotros, porque no deja que las cosas pasen, sino que va desafiando la vida, obteniendo esos desafíos, juega a la pelota y corre como cualquier estudiante”, cuenta orgullosa Marta Carvajal, inspectora del recinto.

    Y la profesora no se cansa en las loas.

    “Es un niño que para mí es un ángel que Dios nos mandó para entregarnos una tremenda enseñanza de vida”, comenta.

    Arturo Marín es uno de sus entrenadores, y el encargado de las Escuelas Deportivas Integrales Avanzadas en la zona. Es uno de los observadores constantes del progreso y esfuerzo del huamalatino.

    “Es la primera vez que un deportista paralímpico participa de los juegos escolares convencionales y queremos que Claudio pueda integrar la selección chilena paralímpica. Él viene todas veces a entrenar desde Huamalata a Ovalle con sus compañeros, constantemente se esfuerza por adquirir nuevos conocimientos y potenciarse en el tenis de mesa”, comentó.

    En Ovalle permaneció durante dos semanas el entrenador de tenis de mesa, Jorge Palma, quien viajó desde Alemania para realizar sesiones para mejorar la técnica de los tenimesistas ovallinos y tuvo palabras para Claudio.

    “Lo que hemos probado con Claudio es que realice ejercicios paralelos, no solamente a la mesa, y ha tenido buenas respuestas. A pesar de no tener una extremidad logra generar movimiento. Hay que hacer algunas adaptaciones, pero se mueve relativamente rápido para un niño de su categoría. Luego se debe observarlo físicamente para prevenir ciertas molestias y para que posteriormente puedan contar con un kinesiólogo”, sostuvo.

    Ahora el sueño de Claudio es poder optar a un cupo para especializarse en Alemania, pero antes tiene otra tarea: ser el representante regional en la final de los Juegos Deportivos Escolares y poder conformar la selección nacional paralímpica de la disciplina. Un anhelo que según Claudio no es imposible, ya que ya ha quedado demostrado que las metas trazadas están al alcance de quien se lo proponga.