La joven montepatrina que lucha por un trasplante de hígado

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    La joven montepatrina que lucha por un trasplante de hígado

    “Mi única opción para seguir con vida es un trasplante. Al oír mi realidad sentí que se derrumbó el mundo a mis pies. Me duele pensar que una persona tiene que morir para que yo pueda vivir”, escribió Camila Cortés (21) en un grupo de Facebook hace unos días, sin saber que su publicación se convertiría en viral.

    El mensaje explicaba la situación actual que atraviesa. “Necesito gestionar una evaluación de situación para poder ingresar a la lista de trasplantes, evaluación que solicitaría el hospital de La Serena en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile. Una vez gestionada la hora yo me tenía que presentar con una carta de respaldo emitida por el Hospital de Ovalle, la cual me ha sido negada, al igual que la hora de evaluación de la cual todos se desentendieron y no quieren solicitar. En la actualidad nadie sabe ni hace nada. No sé a quién recurrir para gestionar esa evaluación que tanto necesito”, contó la joven en la publicación. 

    Los problemas médicos de la joven oriunda de Chañaral Alto se iniciaron el año 2004. Tras ver que su hija de 9 años estaba adelgazando sin razón aparente, Lucy Rojas (madre de Camila) decidió llevarla a la consulta de un especialista en Ovalle, el cual dio con el diagnóstico: una hepatitis autoinmune crónica. Tras ello, estuvo tres meses internada en el Hospital Sótero del Río, en donde además le hicieron una biopsia hepática y le indicaron un tratamiento. Al ser un hospital pediátrico, Camila permaneció bajo la supervisión del hospital hasta que cumplió los 15 años. Desde el 2011 un especialista de gastroenterología en La Serena la ha estado controlando. 

    La joven había pasado su adolescencia y niñez bajo constante supervisión médica, debido a esa condición que afectaba su hígado. Sin embargo, la situación se ha complejizado desde noviembre del año pasado, cuando su úlcera colapsó y provocó una hemorragia esofágica, por lo que le hicieron una endoscopia y le detectaron una várice esofágica, permaneciendo alrededor de 9 días internada en el Hospital de Ovalle. “Tras el alta nunca quedó bien, noté que ya no era la misma, empezó a adelgazar, no tenía ánimo, sentía mucho frío”, recuerda su madre.

    En febrero nuevamente sufrió un colapso en el que se descompensó de una forma más grave que la anterior, por lo que volvió a ser internada durante 29 días. Fueron intensos dolores de cabeza, y medicamentos que no surtían efecto, además de más pérdida de peso hasta llegar a los 40 kilos. “Ahora ella está en estado de desnutrición”, dice Rojas. De esa manera la madre buscó hacer una endoscopia en un centro médico de Ovalle. Gracias a ello se confirmó que Camila tenía una anemia severa, ascitis (hasta 9 litros de líquido se le extrajeron), además de un edema pulmonar y otras condiciones médicas de cuidado. 

    Hace poco a la joven se le diagnosticó una cirrosis hepática, “según los médicos eso requiere trasplante”. De acuerdo al relato de la madre, un especialista de La Serena que aseguraba que Camila sí era un caso que sí clasificaba para un trasplante, se comunicó con el Hospital Clínico de la Universidad de Chile para dar cuenta de la situación, y así se le evaluara para lograr su ingreso a la lista de espera nacional de trasplante. “Me llegó un correo al hospital que mencionaba que efectivamente el Hospital Clínico de la Universidad de Chile había tomado conocimiento del caso, e indicando que una vez que ella fuera dada de alta, se podía agendar una hora para hacerle la evaluación, pero que por el alto costo, nosotros teníamos que pagar la hospitalización de ese proceso. Eso fue lo mismo que me dijeran que la iban a dejar morir, porque no tengo los medios para pagar, fue como una burla”, reconoce Rojas.

    Tras eso, cuenta que es necesario conseguir una carta de respaldo del recinto local, por lo que el lunes podría tener novedades, y además tener mayor certeza cerca del lugar en el que se podría realizar la evaluación que le abrirá las puertas a la lista de espera. “Un día más que se demore el proceso es un día menos en la vida de mi hija. Creo que aún no se le ha dado la importancia a su caso en el sistema de salud, porque 9 meses es mucho tiempo esperando”, declara. 

    Por el momento Camila permanece en su casa, rodeada por su familia y bajo los cuidados de su madre. “Está muy delgada, tiene tratamiento para la anemia, está tomando antibióticos por la peritonitis. No está bien, pero se vale por sí misma, camina. Lo único, es que no la puedo dejar sola, tuve que dejar de trabajar porque la salud de ella es lo primero”.

    Sobre cómo ha enfrentado Camila, ella destaca que “es muy valiente, creo que más valiente que yo. Dice que no va a llorar, que las cosas van a salir bien. Hay que tratar de salir adelante y tirar para arriba”. 

    Para Rojas fue una sorpresa que su hija contara su historia en redes sociales pero reconoce que ha servido para crear consciencia sobre la donación de órganos. “No sabía que ella había publicado su historia en Facebook, lo supe después. Por una parte fue bueno porque la gente se ha sensibilizado, la ha llamado apoyándola, no estamos solos en esto. Hay que sensibilizar a la gente que done porque es dar vida”, finaliza.