Las últimas precipitaciones caídas en la región y en la Provincia de Limarí en particular, significan un grato alivio para cientos de canalistas y regantes locales.
Y es que el agua caída hasta este domingo pasado – 67 mm en Ovalle, 65 en Monte Patria, 84 en Punitaqui, 48 en Samo Alto y 121 mm en Combarbalá – implica un significativo aporte para alivianar la pesada mochila de la sequía, que ya afecta por más de una década a la zona.
En ese sentido, los grandes embalses de la región han visto como se ha ido recuperando su nivel, al menos si no para paliar totalmente la situación de sequía, si al menos para mirar con moderado optimismo el futuro inmediato.
Un punto positivo que, junto al agua caída de la lluvia, se agrega también los más de 60 cms de nieve acumulada en la alta cordillera limarina, hecho no menor, pues un alto porcentaje del agua que alimenta los embalses provienen justamente del deshielo.
Las cifras lo demuestran: si hasta el día viernes por ejemplo, el embalse Recoleta, contenía poco más de 6,5 millones de metros cúbicos, La Paloma, con 19,7 millones, y Cogotí, con 4,8 millones, los datos de este lunes, demuestran que el nivel de agua embalsada había aumentado hasta los 10,1 millones de metros cúbicos, 29,9 millones, y 14,8 millones respectivamente (ver indicadores en la Página 9).
Un regalo del cielo que en tiempos de aguda desertificación se agradece.
PEQUEÑA ESPERANZA
Por supuesto, los más felices con el paso de este último frente de mal tiempo, fueron los regantes y agricultores de la zona, quienes permiten ahora el futuro inmediato con algo de más de tranquilidad y optimismo.
“Si estos eventos de lluvia nunca hubieran ocurrido, esto ya sería una verdadera catástrofe para la vida en la zona”, reconoce aliviada María Inés Herrera, administradora del Embalse Recoleta.
La señora María Inés recuerda que en el Limarí, los embalses están organizados en el denominado Sistema Paloma, por el cual se distribuyen coordinadamente los volúmenes de agua para el riego.
“Antes de las lluvias, los caudales de entrada al embalse estaban bordeando el metro cubico por segundo y ahora estamos bordeando los 4,2 metros cúbicos. O sea estamos cuadruplicando lo que nos estaba entrando al tranque, alcanzando casi los 31 metros cúbicos el día sábado”, destaca.
Si bien en Recoleta los turnos de riego están suspendidos, Herrera agrega que “todas estas aguas las vamos a poder reservar en caso de que no hubieran deshielos, para utilizarlas realmente cuando se necesiten, como la temporada estival donde las temperaturas son altas y los cultivos nos demandan en cuanto a recursos hídricos. Eso, en el peor de los escenarios”, indicó.
LA BLANCA MONTAÑA
Por su parte, para José Eugenio González, vicepresidente del Sistema Paloma, si bien aún estamos lejos de haber superado la sequía, estas precipitaciones implican “un avance importante, porque durante muchos días va a estar entrando bastante agua. Estas lluvias además de aportar agua, constituyen más que un riego. Es agua que se economiza y queda como ahorro”.
No obstante, lo verdaderamente importante para González es la nieve caída.
Y es que al igual que en el Embalse Recoleta, para La Paloma aproximadamente, “más del 60% o 70% del agua que ingresa a nuestro embalse proviene del deshielo, así que para nosotros es muy importante que caiga nieve en la cordillera”, aseveró.
“Sin duda que estamos en mejores condiciones que en la temporada pasada, de todas manera. Estamos partiendo con mucho mejor pie. Y con las posibilidades de que caigan más precipitaciones. De hecho aún nos falta todo el mes de agosto”, señala con optimismo, José Eugenio González.
En efecto, según los pronósticos de meteorología, se anuncia la llegada de un nuevo sistema frontal que podría comenzar a dejar caer sus primeras gotas a partir de este miércoles y que se extendería hasta el viernes.
Para Limarí se pronostican entre 20 y 30 mm de agua, precipitaciones que además se concentrarían más hacia los sectores precordillerano y cordillerano.
Una pequeña tregua que San Isidro envía tras años de polvo y sequedad.