Jornadas de cárcel: actividades que buscan la reinserción social de los condenados

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    El boxeo como un vehículo para la reinserción social de los detenidos forma parte de los numerosos talleres y actividades que hoy ocupan a buena parte de la población penal de la cárcel ovallina.

    ¿Qué es para usted una cárcel? Seguramente pensará lo que la mayoría: un lugar de castigo, oscuro, con graves deficiencias en el mantenimiento y reinserción del condenado, y del cual, los delincuentes sólo salen peores de cómo entraron. Una verdadera “universidad del delito”.

    No sería raro que lo viera así, pues lamentablemente, son varios los ejemplos que existen en nuestro país que ratifican dicha mirada. Por otro lado, – y asumiendo un mea culpa – los medios de comunicación tampoco hemos realizado grandes esfuerzos por saber cómo es realmente el trabajo y la vida que se desarrolla allí adentro. Y en varias ocasiones, dicho tema sólo ha sido cubierto desde un trasfondo más bien amarillista que informativo. 

    Largas horas sin hacer nada, en medio del estrés y el aburrimiento por el encierro, las tensiones que se generan a continuación entre los internos, las “reglas” que se articulan – y deben seguirse – por la población penal al interior de las prisiones, generan una verdadera subcultura – la subcultura “de la cana” – que forma parte de ese escenario que estamos acostumbrados a ver “desde afuera” y que es un verdadero muro imposible de traspasar para buena parte de los internos, fracasando así, el proceso de reinserción social.

    No obstante, incluso estas realidades tan complejas tienen matices, y sería injusto realizar una generalización, pese a los síntomas de crisis que de tanto en tanto, se advierten en el sistema penitenciario nacional. 

    De esta forma, llegamos a nuestra realidad carcelaria local, aquí en Ovalle, donde aproximadamente, 220 personas – entre hombres y mujeres – se encuentran privadas de libertad, en el Centro de Detención Preventiva de Ovalle, CDP. ¿Cómo es la vida diaria para estas más de 200 personas? ¿Están, como de pronto se nos muestra, sin hacer nada durante todos los días? ¿Hay una intención por parte de estas personas por cambiar su vida? ¿Son suficientes las políticas aplicadas en el sistema penitenciario paracambiar las vidas o al menos, mostrarles otro camino a los detenidos?

    ABANICO DE POSIBILIDADES 

    Es probable que hace unos años, la vida de los internos de la cárcel ovallina no haya sido muy distinta respecto a otros centros carcelarios del país: dentro de sus celdas la mayor parte del día y algunas pocas horas para salir a dar vueltas y vueltas por el patio del recinto. Y luego, nuevamente para adentro. 

    No obstante, aquella mirada en que una cárcel es literalmente, el lugar donde se van a “botar” aquellos sujetos que cometen delitos, está comenzando a cambiar, y aquí, en el principal centro penitenciario de la provincia, lo han entendido. 

    “Acá hay un compromiso. Tenemos actividades culturales, deportivas, educacionales, nuestros internos están completamente intervenidos. Cada vez estamos buscando lo mejor y abarcar la mayor cantidad de actividades para así darles oportunidades y herramientas a los internos para que tengan una buena salida al exterior cuando cumplan su condena” expresa Eduardo Contreras, teniente segundo de Gendarmería y Jefe Operativo (s) de la unidad penal. 

    He ahí pues la clave: además de los tradicionales talleres de capacitación laboral, el cambio viene por el lado de ofrecer a la población penal un abanico de posibilidades para su desarrollo personal y cultural: en el plano educacional, la existencia del Colegio San Alberto Hurtado, permite a los condenados completar su enseñanza escolar formal. Y en el plano de la vida diaria, se han desarrollado toda una serie de talleres y cursos que lo que buscan es mantener en permanente actividad a los internos. 

    Karina Varas, asistente social y Jefa Técnica del CDP, expresa que la población penal que se encuentra interna en el recinto “se caracteriza por ser una población penal muy proclive a las intervenciones. A ellos les gusta mucho participar de los talleres, siempre están preguntando por cursos y otras actividades. Es una población muy motivada que les encanta tener su tiempo ocupado y eso es lo que nosotros tratamos de hacer como equipo de la unidad penal” afirma. 

    La profesional lamenta que muchas veces la gente tenga una idea equivocada de lo que se hace al interior de los recintos carcelarios pues, explica “como equipo de toda la unidad penal propendemos a realizar muchas actividades para la población penal, actividades que van enfocadas en la necesidad de intervención que tiene cada persona acá”.

    EL BOXEO COMO VEHÍCULO DE REINSERCIÓN

    Mientras comprendemos esta nueva mirada sobre lo que puede llegar a ser un recinto penitenciario, en el patio del lugar, una veintena de internos corre en círculos por el lugar. Se trata de los ejercicios de acondicionamiento físico previos al taller de boxeo que se inició hace unos minutos y que está a cargo del director del Boxing Club de Ovalle, José Flores, el cual se lleva a cabo lunes y jueves. 

    Al otro lado del patio, se encuentra otro grupo de internos. Pero ellos no van a boxear, sino que son los partícipes del taller de Teatro que es dirigido por un actor profesional. 
    Ahí está en terreno, como buenos ejemplos, parte de aquellas actividades que se sustentan al interior de la cárcel ovallina para profundizar en el proceso de reinserción social de los condenados. 

    Uno de ellos, Francisco Cortés, quien cumple una condena de 5 años, y forma parte del taller de boxeo, explica que “participar en este taller ha significado harto, para algún día poder pelear afuera y proyectarme mas adelante, porque no podemos ser siempre delincuentes. Queremos proyectarnos cuando llegue nuestra salida y recuperemos la libertad. Y si me dan la oportunidad para pelear afuera, estaría muy agradecido”.

    En el mismo taller, Fabián Carrasco, también interno que cumple condena por 3 años, y oriundo de Santiago, expresa que la posibilidad de practicar boxeo “es bueno, porque uno sale del patio y evitamos esa sensación de estar tenso todo el día. Aquí nos distraemos, hacemos gimnasia y salimos un poco del tema penitenciario”. 

    Agrega que el objetivo a través de este taller es “salir adelante y cambiar nuestras vidas. Es lo que quiere el profe: que salgamos adelante, independiente de las circunstancias y los problemas que hayamos enfrentado”. 

    En el mismo grupo, Diego Plaza, quien lleva 2 años privado de libertad, y quien además participa de otros talleres, asegura que la participación en el taller de boxeo ha sido una grata experiencia. “El profe es muy buena persona, nos dice que sigamos adelante, que no nos salgamos del buen camino, que no fallemos” indica. 

    Incluso confiesa, su deseo es, una vez cumplida su condena, “ir al Boxing Club y entrenar con él. Para mí, es la primera vez que hago algo así, y me gusta mucho. Esto permite olvidarte de los problemas de la calle”. 

    José Flores, director del Boxing Club, explica que desde hace un tiempo tenía intenciones de trabajar con personas privadas de libertad, pues corresponden a un segmento de la población muy marginada. 

    “La realidad es que ellos están metidos en muchos problemas: drogas, alcohol, y en distintas cosas y esa es la gracia: ayudarlos de alguna forma porque nadieestá libre en este mundo de caer. Uno nunca sabe cuándo le llegan los problemas a uno. Yo tengo cinco hijos y no me gustaría que un hijo mío estuviera acá. Yo no sé si será Dios que me dio este don que es ayudar a la gente, pero me encanta ayudar a la gente que lo necesita” afirma. 

    “Tengo 26 alumnos a mi cargo, y para mí, salvar a uno de ellos, ya es algo grande, y esa es mi meta. Sacarlos, liberarlos de todos sus problemas, detodas las cosas que ellos pasan aquí” agrega. 

    TRABAJO A LARGO PLAZO

    En ese sentido, Francisco Riquelme, cabo de recorrido en la Guardia Interna de Gendarmería, y a cargo del grupo de Boxeo de la unidad, explica que el taller de boxeo lleva más de un año y medio de funcionamiento. Entre medio explica, postularon a proyectos obteniendo diferentes tipos de equipamiento para boxeo.

    “Ha salido todo bien, los niños están motivados y el profesor esta siempre pendiente. Asimismo, yo como asistente, siempre ayudándolo también en el tema de la prácticadel boxeo. Lo que se les pide en general, es buena conducta, y con el tema del boxeo buscamos inculcarle el tema del respeto, el respecto a sus compañeros, a los funcionarios en general, hacia el profesor y los monitores” señala el funcionario. 

    Riquelme valora que a nivel de grupo, existe intención de seguir entrenando, “algo que no se ve en muchas cárceles y eso es parte de la motivación de Gendarmería. Que tengan respeto hacia sus pares y los funcionarios en general. Y hasta el momento, así lo han hecho”. 

    Ellos, los internos, junto a los profesionales del CDP, voluntarios y personal de Gendarmería, ya están poniendo de su parte para que la reinserción social de los condenados pueda ser una realidad, al menos, aquí en Ovalle. Ahora falta que la sociedad en su conjunto, se abra y les dé, a los privados de libertad, una segunda oportunidad