Las cifras en América Latina, y en particular en Chile, sobre la obesidad y el sedentarismo son realmente alarmantes. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 el exceso de peso de los chilenos llega al 74,2% de la población, mientras que el sedentarismo alcanza el 86,7%.
Según el análisis, la prevalencia de obesidad ha aumentado y constituye un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, tales como la diabetes, algunos cánceres y enfermedades cardiovasculares.
Por esto, para muchas familias es importante revertir estas cifras con actividad física, incentivando desde los primeros años el amor por el deporte. Incluso, hay quienes aman tanto la actividad deportiva que es traspasada de generación tras generación.
Es el caso de la familia Hidalgo-Guzmán, quienes comparten la pasión por el ciclismo, donde Guillermo Hidalgo dejó el fútbol por lesión y un amigo lo motivó a andar en bicicleta de forma competitiva a los 17 años. Conformó una academia en sus inicios, organizaba competencias para fomentar el uso de la bicicleta.
Guillermo cuenta con amplia experiencia en el ciclismo, a tal punto que es organizador del conocido ‘Coquimbo Cruz Abajo’, competencia de descenso urbano por los cerros de la ciudad puerto.
“Con un grupo de amigos comenzamos a conocer gente que practica mountainbike, conformamos un club que aún existe y se llama Rodabike, donde organizamos algunas competencias”, dice, mientras hoy por hoy lidera la Academia de Mountainbike Ovalle, donde habitualmente compiten en diferentes torneos de la región y a lo largo de Chile.
Y junto con su esposa Paula Guzmán, acompañados de sus dos hijos Amaro (8) y Maxi (3), utilizan el deporte como una actividad de unión familiar.
“El mountainbike ya es un estilo de vida, ya que mis hijos y mi esposo practicamos este deporte. Antiguamente yo practicaba voleibol y por un tema de salud, que estaba cerca de la obesidad, comencé a andar en ‘bici’. Mi esposo me motivó a andar, pero me seguía gustando el voleibol y no me decidía por la bicicleta”, cuenta Paula, quien dice que el ciclismo sirvió para mejorar su salud.
“Después de tener a mi segundo hijo, estaba con sobrepeso, y comencé a andar en bicicleta. Eso fue la real motivación y comenzó a ser un verdadero estilo de vida para todos nosotros. En Coquimbo y La Serena se practica mucho voleibol, el nivel es totalmente distinto, y también la decisión pasó porque en Ovalle no hay muchos equipos, no tenía dónde practicar. En cambio, andar en bicicleta puedes hacerlo solo, en cualquier lugar”, detalla.
Junto con sus hijos ya conforman un pequeño equipo, donde el mayor de sus hijos compite en las categorías infantiles.
“Nosotros no los obligamos a practicar, ya que el ciclismo es un deporte bien longevo. Si te gusta el deporte vas y lo practicas y esa idea tenemos con nuestros hijos. Si quieren jugar fútbol, que vayan o si quieren andar en bicicleta también”, comentan.
Incluso dicen que sus amigos también motivan a sus hijos a practicar deporte, en este caso, ciclismo.
“El ciclismo no tiene rebote, no tiene impacto, obviamente con las medidas de seguridad y las medidas de la bicicleta correspondiente. Hay que ver la bicicleta indicada para cada persona, con la finalidad de que ésta no pedalee incómoda”, explica Guillermo.
TRES GENERACIONES EN TORNO AL BALÓN
El fútbol es una de las disciplinas deportivas más practicadas en la zona, donde un sinnúmero de clubes reúnen a cientos de fanáticos por el balón. Y es en esta actividad la que congrega a una familia que se une en tres generaciones. Es la familia Ponce, donde el patriarca inculcó el amor por el deporte al resto de sus descendientes.
“Mis hijos nacieron con la pelota en los pies, desde pequeños, les gustó y aquí están. Los apoyo. Yo jugué por varios equipos en el fútbol amateur de Ovalle, comencé en Bellavista en juveniles, luego pasé a la Población Tapia, Tamaya, La Feria y últimamente en U. Tangue. Ahora los sábado juego en el campeonato del Complejo Profesores, ahí me entretengo y traspasé ese gusto por el deporte a mis hijos”, cuenta José Ponce Pastén.
Y fueron sus hijos quienes lo siguieron de forma más permanente. El mayor es José (25) y es defensa del Club Social y Deportivo Ovalle (CSD Ovalle) que representa a la ciudad en la Tercera B del fútbol chileno.
“Jugué en Huamalata varios años, hasta que se me dio la oportunidad de que me llamaran desde Cobreloa, donde pude participar de las divisiones inferiores del club. Integré la serie sub 17 por un año, luego volví a Ovalle y estuve un tiempo al aire, sin jugar hasta que volví a entrenar con Deportes Ovalle en el año 2015 con el profesor Danilo Chacón”, relata José, quien en el 2016-2017 defendió la camiseta de Provincial Ovalle.
Y Paolo (21) es el otro futbolero de la familia. Al igual que su hermano, se formó en la Academia Municipal de Ovalle y en la temporada 2015-2016 integró el plantel de Deportes Ovalle, donde debutó profesionalmente. Ahora, ambos hermanos son compañeros en el CSD Ovalle, donde esperan conseguir el ansiado ascenso a Tercera A.
“Acá es muy agradable, en la Academia debemos estar serios con los niños, mientras acá nos podemos relajar un poco más. Dentro de la cancha es distinto, si nos enojamos es porque queremos que el otro lo haga mejor, pero no para pelear”, sostuvo el volante.
Y como buen padre con años en el fútbol, no está ajeno a lo que sus hijos hacen dentro del campo de juego, donde en más de alguna ocasión colabora con algún consejo.
“Las críticas son constructivas, son para que puedan mejorar, pero ambos con mi señora los apoyamos. Ella los acompañó a todos lados cuando iban en la Academia Municipal, desde chicos”, dice el padre.
La hija pequeña del defensa del CSD Ovalle está comenzando a seguir los pasos de su padre, tío y abuelo, ya que integra la Academia Municipal.
El deporte dejó de ser un mero pasatiempo y para ambas familias es un estilo de vida que están lejos de abandonar.