Los últimos vecinos del paseo peatonal

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    La propiedad (en círculo) fue construida a comienzos del siglo XX, pero en 1959 fue afectada por un voraz incendio. (Foto: Recuerdo familiar)

     

    El Café Mackenna atiende a sus clientes de lunes a sábado durante doce horas al día. En temporada invernal aumentan los comensales, quienes buscan capear el frío con un buen café de grano.

    En la cocina está Javier Rivera, quien administra el local inaugurado desde el 2013, cuida una propiedad que data de comienzos del siglo XX, pero que se ha transformado en el último vecino del paseo Vicuña Mackenna.

    Y es que en conjunto con su familia es el único propietario que reside en su vivienda, ya que desde los últimos años han proliferado tiendas de retail, supermercados, tiendas de artículos chinos, salones de belleza, entre otros locales comerciales. Desde avenida Ariztía hasta calle Miguel Aguirre, el paseo peatonal está dominado por las tiendas; los primeros vecinos decidieron vender, arrendar y mudarse a otros sectores de la ciudad, lo contrario a lo que decide hasta el momento la familia de Javier.

    En 1947, Humberto Herreros Clavería adquirió a la familia Salvador esta propiedad ubicada en calle Vicuña Mackenna, entre Ariztía y Coquimbo.

    “Mi abuelo adquirió esta propiedad cuando él era alcalde de Monte Patria. Vivían en una hacienda y luego se vinieron a radicarse a Ovalle. Mi mamá estudiaba acá, luego arrendaron la propiedad para locales comerciales. Comenzó todo con la tienda ‘La Tentación’”, cuenta Javier.

    Pero doce años más tarde la vivienda sufrió un voraz incendió que la destruyó en su totalidad. Corría 1959 cuando un corto circuito terminó por afectar la casa. Perdieron todo, ni siquiera quedó la fachada. El dueño decidió volver a edificar, pero solo manteniendo el primer piso y continuó tiempo más tarde a arrendar la parte delantera de la vivienda a la actual tienda ‘Calzados Limarí’, que resiste ante el ataque de las multinacionales.

    En las mencionadas tres cuadras y durante los años, vecinos conocidos por el ambiente ovallino residían en el actual paseo. La familia Raffo (Molino Raffo), Víctor Ramírez (actual Tricot), Luisa Ledezma (Botica Ledezma), Familia Dalbosco (actual Estrella Alpina), Familia Peñafiel (actual Entel), Familia Polo, entre otras, construían comunidad en pleno centro de Ovalle, cuando la principal calle de la ciudad aún era transitada por vehículos.

    Fue así como pasó el tiempo y, con ello, la propia familia Herreros incursionó también en los locales comerciales, mientras habitaban al fondo de la propiedad. Una frutería, paquetería, librería, tienda de ropa de guagua hasta que desde el 2013 Javier es dueño del café.

    “Hay comodidad, ya que sales de la casa y el supermercado está al frente nuestro; si quieres comprar un remedio está la farmacia al lado y no te demoras nada, lo mismo con las tiendas de ropa. Está todo a la mano y me costaría dejar de vivir en el centro, lo mismo le pasa a mi mamá, por eso no nos hemos ido. Si vives lejos del centro, debes contar con movilización, en auto, cuesta mucho estacionarse”, explican desde la familia.

    “Los Polo vivían en el segundo piso de la Casa Polo, por ejemplo, al igual que otros locatarios. La ciudad creció, hay lugares más cómodos para vivir en comparación al centro, y este sector está algo complicado en la seguridad pública. Eso lleva a que mucha gente haya decidido emigrar”, comenta el historiador Sergio Peña.

    VENDER O NO VENDER

    Las grandes tiendas de retail se incrementaron en el centro de la ciudad en la última década, por lo que debieron comprar viviendas y locales comerciales para expandir sus respectivas marcas. Así como la cadena Cencosud adquirió la esquina de Ariztía con Vicuña Mackenna, otras hicieron lo propio, como la familia Pollak dueña de Tricot (en la misma cuadra).

    Precisamente la familia propietaria de aquel inmueble vendió su propiedad a la firma, transformándose en un ejemplo de cómo los vecinos decidieron emigrar del centro. A aquella familia la misma tienda Tricot compró una vivienda ubicada entre Ariztía y Coquimbo en $600 millones. Una cifra importante, donde el valor del metro cuadrado se encarecido en los últimos ocho años. Una idea que siempre está en mente de la familia Herreros, pero que por ahora están lejos de tomar. Aunque ofrezcan una mayor cantidad de dinero por la propiedad, la familia seguirá viviendo donde lo han hecho durante los últimos 70 años.

    “Por ahora no, mi mamá tampoco, mi tío de Estados Unidos tampoco, no les interesa por el momento vender. No es por dinero, es por costumbre, no me vería en otro lado y no tienen la intención de vender.

    En lo personal, llevo 46 años viviendo aquí, por lo que es difícil poder adaptarme en otro lugar que no sea el centro. Acá están los recuerdos de mi niñez, los vecinos, mis amigos”, cuenta.

    El incremento de las propiedades en el centro de Ovalle hacen que muchos hayan decidido por vender, donde las grandes multinacionales y los comerciantes chinos estén interesados en instalarse en el actual paseo peatonal.

    “El metro cuadrado se encareció en los últimos años, ha decidido ir a vivir a lugares más baratos y a constricciones más nuevas, ya que en ese sector del centro había construcciones antiguas. Mucha construcción era de material de adobe, de fallada continua, con pocas excepciones”, dice Peña.

    Y es que a pesar de estar en el mismo centro comercial de la ciudad, la comodidad, tranquilidad y bienestar familiar es una característica que no cambiarían por el momento.

    “No se siente el ruido, estamos tranquilos. Obviamente se escuchan sirenas y todo eso, pero mayor bullicio no lo notamos. No hemos tenido problemas y tenemos un buen dormir”, relatan.

    En el último tiempo no han llegado ofrecimiento de compra de la propiedad, una situación que no incomoda a la familia, ya que seguirán viviendo en el lugar heredado por su padre; aquel donde compartieron sus sueños de niñez, crearon comunidad y vivieron sus mejores recuerdos.