El difícil drama de familia aislada por la nueva carretera

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    En el patio de su casa tiene la micro acondicionada como food truck, la ha intentado vender, sin éxito.

    El pasado 8 de julio se inauguró oficialmente remozada ruta D 43, su doble vía, esperada largamente por quienes se desplazan entre Ovalle y la conurbación La Serena –Coquimbo trajo varios beneficios: menos tiempo de desplazamiento, mayor seguridad en la ruta y altos estándares viales, a su vez trajo también inconvenientes como el pago de un peaje y también el aislamiento para vecinos que viven a un costado de la ruta, para quienes las obras complementarias de la carretera no fueron suficientes para lograr acceder de forma fácil a los paraderos y pasarelas.

    Ese es justamente el problema de la familia Zúñiga Rodríguez, quienes desde que separaron mediante un muro ambas calzadas deben  desplazarse más de un kilómetro para llegar a la pasarela más cercana. Problemas de salud dificultan aún más su travesía y lo único que quieren es una solución a sus problemas, ya sea mediante una pasada al otro lado o con una vivienda en la ciudad de Ovalle.

    La matriarca de la familia es Julia Rodríguez (73), positiva ante todo, ella tiene cáncer mamario y debe ir constantemente a La Serena a realizar su tratamiento de quimioterapia, pese a su enfermedad, vive feliz junto a sus dos hijos y cuatro nietos en el sector de Higueritas Unidas, a un costado de la remozada ruta D 43. Julia es quien vela por sus hijos discapacitados, el pilar fundamental de su familia y en su mente no cabe la angustia.

    Sin embargo, la nueva carretera agregó un esfuerzo más, debido a que el cruce más cercano queda a más de un kilómetros de su casa, por lo mismo se siente aislada y ha tenido que faltar a algunas sesiones de quimioterapia por la dificultad que le significa cruzar al otro lado de la calzada a tomar un bus que la lleve a su destino.

    “Hoy día tenía que hacerme quimio y no pude ir, no me dio el valor para ir y saltar arriba porque de repente no me siento muy bien” comentó Julia, quien debe realizar su tratamiento una vez por semana y desde que inauguraron la ruta ha optado por saltar el muro, de aproximadamente un metro de alto, con los riesgos que eso significa.

    “Si vengo de La Serena me puede dejar para este lado, pero si yo voy a La Serena a hacerme mis quimios tengo que atravesar esta y la otra carretera para poder tomar locomoción. No tengo otra alternativa”, explica la mujer, quien para llegar al cruce habilitado más cercano tendría que caminar por la orilla de la carretera hasta la pasarela o hasta el cruce de animales, que queda un poco más cerca.

    “Hay otra pasada que es muy allá, que es donde pasaban los animales antiguamente que son unos hoyos grandes, pero si llega a caer agua eso se llena de barro y no se puede pasar, es complicado además para los niños” manifiesta Julia, agregando que si bien a veces salta la pandereta ahora eso no va a ser posible debido a que están poniendo rejas al muro.

    “Un auto puede ir a dar la vuelta por acá, pero una persona a pie no, le es más complicado, porque uno viene con mercadería y uno no puede venir arrastrando tremendas cajas con cosas” indica Julia, añadiendo que cuando va a Ovalle a comprar mercadería aprovecha de comprar todo lo que necesita, “acá alrededor no hay nada, ni el pan, entonces yo hago mi pancito, yo no puedo salir a comprar nada acá”.

    Para sus nietos (con edades entre los 2 y los 14 años) la vida también se les complicó, pues para llegar de su escuela deben desplazarse desde el paradero hasta un cruce habilitado, aunque a veces tienen la suerte de que el bus escolar los deja a la vuelta enfrente de su casa, situación que no siempre se da.

    La familia es unida y tratan de sobrellevar sus problemas con positivismo. Los dos hijos de Julia están discapacitados, hace unos meses su hijo mayor de 52 años quedó completamente ciego y aún no se acostumbra a vivir su vida sin visión. El hijo menor está recuperándose de las secuelas de dos derrames cerebrales, que tuvo hace dos años, por lo que permanece gran cantidad de tiempo en cama y solo puede salir en silla de ruedas.

    Para esta madre la solución es una vivienda en Ovalle o una pasada en la carretera, que le facilitaría el desplazamiento a otras ciudades “Yo lo que me gustaría es que esa muralla en vez de estar tan tapiada, la abrieran un pedacito, que cupiera la silla de ruedas de mi hijo”, indica Julia.

    LAS TRAGEDIAS VINIERON JUNTAS

    La familia Zúñiga Rodríguez era una familia de empresarios, el hijo menor era dueño de una gelatería en el centro de Ovalle, pero por deudas impagas terminó perdiéndolo todo, tras la pérdida del negocio y con las secuelas de sus derrames cerebrales,  la familia emprendió en el mismo sector donde se encuentra su vivienda en Higueritas Unidas. Colocaron un food truck (una micro amarilla acondicionada) con comida al paso, churrascas, pan amasado y berlines, cuenta Julia, quien recuerda que el negocio se vino abajo cuando ya no pudo segur atendiéndolo, por su enfermedad.

    Actualmente la micro está en el patio de la casa “todavía anda” dice Julia, relatando que la han intentado vender, pero sin éxito. También arrendaron su camión, pero la felicidad les duró tres días, ya que el chofer tuvo un accidente en el vehículo, volcándolo y regresándolo en malas condiciones.

    Debido a los problemas,  Julia no ha dejado de golpear puertas, ha ido a solicitar ayuda en todas partes y la han orientado para ayudarla a ella y a sus hijos. La posibilidad de una vivienda en Ovalle se ve lejana ya que sus hijos están casados y deben hacer una serie de trámites para acceder a un subsidio “tengo la plata en la libreta de mi hijo para que pueda postular a una casa, pero se casó con una venezolana, ella hace más de 15 años que está allá y mi hijo está acá” explica Julia, quien no pierde la esperanza en que las cosas mejorarán para ellos y podrán encontrar un lugar para vivir todos juntos y más cerca de los servicios de salud.