Es una noche del domingo en el verano ovallino y unas 50 personas se reúnen en la Plaza de Armas a la espera de un autobús. Del lado de Vicuña Mackenna Francisca Valenzuela está con su banda cantando sus éxitos en la tarima del Festival ARC, pero quienes esperan el autobús se concentran en la esquina de Libertad con Miguel Aguirre.
El bus al fin consigue donde estacionar y los turistas se embarcan, casi a las 23.00 horas, con rumbo al Valle del Encanto: ¿La razón? Una visita para disfrutar del eclipse lunar conocido como la Luna Roja, o Luna de Sangre, que se vería pasada la medianoche, y que es mejor disfrutar desde un escenario como el parque natural, con poca o ninguna contaminación lumínica.
Pero no es sólo una visita. Es un paseo completo con diversas actividades.
Organizada por la oficina de Turismo y Fomento Productivo de la Municipalidad de Ovalle, la jornada nocturna comprende el traslado ida y vuelta, y charlas informativas sobre diversos puntos.
El Recorrido
Una vez que se llegó al parque, el guía de Turismo Antakari, Patricio Olivares recuerda las normas y ofrece el cronograma completo del paseo, partiendo con un recorrido por algunos de los atractivos naturales y explicando algunas de las pictografías y las múltiples horadaciones halladas en las piedras del parque.
Olivares se encarga de matizar con narraciones poéticas las teorías de los arqueólogos acerca de los petroglifos y demás señales ancestrales, de los cuentos y leyendas que se crearon en torno a los habitantes de la zona y cómo los conquistadores resultaron conquistados al entrar al Valle.
En la claridad que ofrece la luna llena, todavía blanca como una hoja de papel, los visitantes se mueven en manada desde una piedra a la otra atendiendo las explicaciones del guía.
La meditación
De regreso al mirador desde donde inicia el parque, y a pocos minutos de iniciar el proceso natural del eclipse lunar, una treintena de mats esperaban a los visitantes para una sesión de yoga y meditación, para conectar el cuerpo con el espíritu y aprovechar el silencio de la naturaleza, sólo interrumpido por el silbido del viento, para crear el escenario propicio para disfrutar al máximo el fenómeno astronómico.
Relajación, respiración, meditación, yoga. Yelica Urrutia, instructora de yoga, llevó con sus palabras a los presentes que participaron en la sesión a que se sintieran unidos a la naturaleza y que esperaran así el eclipse lunar, que era ya cuestión de instantes. De hecho, al momento de la sesión, ya el lado derecho del satélite comenzaba a oscurecerse.
Luna Roja
Finalizado el yoga, tres telescopios estaban dispuestos para que los visitantes pudieran disfrutar de cada detalle de la luna que poco a poco cambiaba su color de blanco a negro, y de negro a rojo.
La cortina de la sombra caía sobre el brillante espejo en el cielo y las estrellas que minutos antes estaban escondidas a la luz de los reflejos lunares, ahora salían a flote y se mostraban en millones mientras la oscuridad iba arropando lentamente el cielo.
Tiñéndose de rojo para la fascinación de los visitantes, ahora la luna ha cumplido su promesa de posar para los fotógrafos.
Francisco Segura, profesor de astronomía, y Micher Olivares, instructor de astrofotografía, explicaban el fenómeno, cómo verlo mejor, como escudriñar en sus secretos y cómo adaptar cámaras y hasta celulares para captar la luna en toda su magnitud, durante el fenómeno.
El frío se sentía en cada soplo, pero la fascinación por el fenómeno natural, y el aderezo de las actividades crearon un ambiente mágico en un lugar encantado.