La dupla dorada del tiro en Ovalle

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    Desde el año 2012 que el tirador ovallino Héctor Flores Barahona viene dando qué hablar en el tiro skeet nacional. Acumuló buenos resultados en el campeonato nacional y poco a poco comenzó a hacerse de un nombre en la disciplina, ante los ojos de los mejores exponentes de este deporte en el país.

    Y para este 2019 puede ser un año clave para su proyección internacional. Flores enfrentará tres competencias de nivel mundial y que, de tener una buena actuación, podría clasificarlo a los Juegos Panamericanos de Lima 2019, el certamen deportivo más importante del continente americano.

    Pero antes de continuar con su camino rumbo a Perú, es justo y necesario cómo se alista para las competiciones internacionales. Su primer gran desafío será entre el 15 y el 26 de marzo, cuando compita en la Copa del Mundo de Acapulco, México. La importancia de este torneo es que tiene cupo olímpico, lo que la convierte en una prueba de fuego y de alto nivel competitivo.

    “Estas copas son muy importantes al entregar un cupo olímpico, que es el sueño de todo deportista”, dice Héctor.

    Todos los entrenamientos están enfocados en aquella participación.

    Constantemente dispara en las canchas del club Ecológico de Ovalle, en el sector de Talhuén, en un lugar acondicionado para la práctica del tiro skeet y en el cual observamos una de sus sesiones.

    Junto con él también entrenó Luis Felipe Flores, su hermano menor, y que desde este año compite en los torneos de tiro, modalidad trap.

    “En febrero partimos los entrenamientos más intensivos para preparar estas competencias. Entreno en la cancha dos a tres veces en la semana, dosificando un poco antes de la competencia, ya que uno se satura. Cinco o seis días antes de la competencia uno dispara mucho, por lo que es mejor ir bajando la intensidad”, comenta Héctor, mientras desenfunda la escopeta para comenzar una nueva jornada de entrenamientos.

    Después del desafío en México, Héctor Flores y el equipo chileno de tiro skeet viajará hasta la lejana Al Ain, en Emiratos Árabes Unidos, para competir en la Copa del Mundo del mes de abril. Luego, en junio, se trasladará hasta Italia para competir en el Campeonato del Mundo de Lonato, siendo la última prueba antes de los Juegos Panamericanos de Lima.

    Aún no están definidos los nombres de los representantes chilenos para dicho certamen, ya que Flores debe disputar uno de los dos cupos que entrega la organización del torneo para el país. Y en esa lucha deberá disputar el cupo con el experimentado Jorge Atallah y el joven Matías Martínez. Es decir, tres postulantes para dos cupos al certamen más importante del continente americano.

    Los tres deportistas integran la selección chilena de tiro skeet, por lo que el trío se conoce a la perfección. Entrenan juntos, comparten viajes y delegaciones, haciendo más compleja la determinación de representar a Chile.

    Los tiradores que acumulen mejores resultados en los mencionados torneos serán los que representen a Chile en Lima 2019.

    Para rendir a tope, Héctor debe mantener una constancia en su preparación. Se alista con un entrenador personal para trabajar el tren superior de su cuerpo y la elongación, además de su preparación psicológica.

    “Yo intento despejar mi cabeza, los quehaceres diarios, eliminar todo de mi cabeza todas las cosas que puedan influir al momento de disparar. No tener dudas, ni pensamientos malos, todo eso intento dejarlo todo de lado antes de la competencia y retomarlas cuando estas terminen”, señala.

    Nada debe quedar al azar, ya que cualquier detalle a este nivel de competencia puede significar una medalla o quedar fuera del torneo más importante.

    PASIÓN FAMILIAR

    Héctor integra una familia de tiradores. Además de su hermano Luis Felipe Flores que comenzó desde el año pasado a competir en forma constante, su abuelo y su padre son cazadores, en los tiempos que salían al campo y a los cerros de Ovalle a disparar con pocas municiones.

    El padre de Héctor, del mismo nombre, siguió la afición de su padre, cazando con escopetas. Y la pasión la continuó el pequeño Héctor, quien acompañaba a su padre a la misma actividad.

    “Siempre me gustó el tema de las escopetas. Cuando tenía 10 años y me podía el arma, comencé a disparar y desde ese momento no paré más”, recuerda Héctor.

    Sin embargo, su hermano no siguió el mismo camino desde niño, ya que escogió el fútbol. Hasta los 18 años siguió con el balón, pero en cuarto medio decidió estudiar kinesiología.

    “Siempre me acompañaba a disparar, a cargas las escopetas, pero nada de tiro. Y de un día para otro me dijo que quería disparar. Comenzó a entrenar, a competir. Comenzó con resultados regulares, se desmotivó, pero de nuevo comenzó a entrenar conmigo y empezó a agarrar el ritmo, como si fuera un tirador que llevara años. Y terminó este año muy bien”, dice.

    Ahora es su padre, Héctor Flores Vergara, quien los acompaña en algunas sesiones de entrenamiento.

    “Estoy orgulloso. El ánimo de la familia siempre fue buscar niños de bien. Soy partidario que el deporte es esencial en los niños, les enseña solidaridad, honradez, ser buenas personas, y eso es fundamental para la vida”, comenta con el pecho inflado.

    CAMBIO DE MODALIDAD

    Luis Felipe apunta alto y toma con mesura su buen comienzo en el trap, modalidad en la que desde este año compite.

    “Tener resultados tan pronto fue una motivación extra, porque cuando consigues logros sin entrenar tanto es una doble motivación y si pensamos que pudiera entrenar más, mayores serían los logros”, se refiere.

    Del sporting clays se cambió al tiro al vuelo (trap), donde apunta a objetivos a largo plazo, pero con calma.

    “Al ser un deporte olímpico, el objetivo final es llegar a los Juegos Olímpicos, pero hay que ir paso a paso”, comenta sobre sus sueños.

    Y en estos primeros entrenamientos recibió la instrucción del connotado entrenador Ángel Marentis Rallin, otrora tirador ovallino y que como técnico fue el adiestrador de Alfonso de Iruarrízaga, medallista de plata chileno en los Juegos Olímpico de Seúl 1988.

    “Él me iba corrigiendo detalles. Me dijo que tenía condiciones, que siguiera en esto, me dio varios consejos y yo los sigo, porque don Ángel es una persona con mucha experiencia y es la persona más importante hoy en día en el tiro al vuelo. Es una voz autorizada”.

    Y Luis Felipe tiene dónde mirarse. Su espejo lo tiene muy cerca. Es su fuente de inspiración.

    “Mi hermano es mi base en el desarrollo de este deporte. Al verlo, quiero imitar todos los aspectos positivos, verlo cómo entrena y cómo se perfecciona. Eso es una motivación para mí y eso como un espejo para mí, es lo que yo también quiero hacer”, dice con orgullo.

    Ambos hermanos compitieron el último fin de semana de enero en la primera fecha del campeonato nacional de tiro. Héctor en la modalidad skeet y Luis Felipe en el trap. Y no pudo ser mejor el comienzo de año, ya que el mayor de los Flores se quedó con el primer lugar, tras derribar 56 de 60 platillos en la final.

    Por su parte, Luis Felipe compitió por primera vez en el tiro al vuelo, ganó la categoría C, clasificó a la final general y terminó en el tercer lugar.

    “Después de cinco rondas de 25 platos cada una, fue complejo, ya que en Santiago hacía un calor insoportable, estaba compitiendo contra los mejores. Fue difícil, las personas que saben quedaron sorprendidas y me dijeron que apoyarían, que siguiera entrenando para subir el nivel.

    Fue mi primer campeonato en esta modalidad y muy contento con ganar la categoría C y quedar entre los seis mejores entre todas las categorías que compitieron”, dijo el menor de los Flores.

    “Este deporte es muy caro, pero por los hijos uno hace cualquier cosa. Los amigos se han portado muy bien y esos recursos salen de alguna forma”, añade el padre.

    La familia Flores Barahona aspira a que este 2019 sea un año de la consolidación internacional y el de la experiencia, siempre disparando al platillo que los lleve a conseguir sus objetivos deportivos.