Mujeres se suman al carro del emprendimiento pero brecha de género se mantiene

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    María Ramírez, agricultura de Combarbalá, es una de las tantas mujeres que han optado por el emprendimiento para salir adelante y lograr un ingreso autónomo.

    El pasado 8 de marzo, el país se vio conmovido por la masiva participación de cientos de miles de mujeres en la huelga y marcha feminista que se desarrolló en varias ciudades del país.

    Diversos fueron los temas que la movilización puso sobre la mesa, desde el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, pasando por el fin del abuso y acoso contra las mujeres en todo ámbito, hasta el fin de la violencia machista y la implementación de una educación no sexista.

    Por supuesto, entre las demandas del movimiento feminista se denuncia también la situación de vulnerabilidad económica y laboral que aún siguen sufriendo cientos de mujeres en nuestro país.

    Precisamente, hace unos días atrás, -previo a la marcha del 8 de marzo – el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, puso a disposición en su plataforma web, la versión actualizada con información de 2017 del Atlas de Género, sitio donde se visibilizan las brechas que existen entre hombres y mujeres en aspectos como la autonomía económica, física y en la toma de decisiones de las personas, así como en los procesos de aprendizaje.

    MUJER, TRABAJO E INGRESOS

    En el aspecto puramente económico, este atlas da la posibilidad de contar con estadísticas sobre la participación de las mujeres en la fuerza laboral, es decir, tasas de ocupación, de ocupación informal y de desocupación, así como porcentaje de mujeres fuera de la fuerza laboral y carga de trabajo.

    Así por ejemplo, se desprenden datos importantes como que la tasa de participación femenina en la fuerza laboral a nivel nacional aumentó desde el 45,3% en 2010 al 48,5% en 2017. Hay pues, más mujeres trabajando.

    Sin embargo, la brecha de género – diferencia entre las tasas masculina y femenina en la categoría de una variable como en este caso, la tasa de participación laboral – se mantuvo sobre los -20 puntos porcentuales. En la región de Coquimbo, la última medición indicó no obstante, que la brecha ha ido en disminución, desde el -30,5% en 2010, hasta el -24,7% actual.

    Además, en 2017 el ingreso medio mensual de las mujeres ocupadas aumentó 60,3% respecto a 2010, pero fue 29,3% menor que el de los hombres. Además, en el año 2015, las mujeres de 15 años y más percibieron, el 37,7% del total del ingreso autónomo, mientras que en la región de Coquimbo, la cifra se ubicó apenas en el 28,2% en 2015.

    Cabe señalar además, que algo más del 30% de los hogares de la región, tiene una mujer como principal perceptora de ingresos autónomos, cifra que ha ido en aumento desde 2010, tendencia que también se observa a nivel país.

    A su vez, más del 52% de las personas en situación de pobreza extrema por ingresos en el período 2006-2015 fueron mujeres, cifra que ascendió a 54,3% en 2017, anotando una brecha de género de -8,6% a nivel nacional.

    En consideración de estos indicadores, es posible confirmar la situación desfavorable en que se encuentran las mujeres en el mundo laboral, que estando ocupadas, su participación es involuntariamente a tiempo parcial, y la ausencia de ingresos autónomos conlleva una mayor pobreza individual, mayor desigualdad en la distribución de ingresos entre hombres y mujeres y por ende, una menor autonomía para ellas.

    EMPRENDIMIENTO: UNA SALIDA

    En ese sentido, se hacen urgentes la elaboración y aplicación de políticas “correctivas” por parte del Estado, las cuales son aplicadas a través de sus correspondientes organismos creados para ello, como pueden ser FOSIS, Sercotec o Corfo, los cuales tienen su foco puesto en lo que es el emprendimiento, y a través de ello, el objetivo de que las mujeres obtengan ingresos propios y adquieran mayor autonomía económica.

    De hecho, el Atlas de Género del INE, indica que en 2017 un 39,2% del total de las personas microemprendedoras fueron mujeres, lo que implicó 0,6 puntos porcentuales más que en 2015. No obstante, la brecha de género sigue siendo significativa: a nivel regional, ésta llega al -23,7% en 2017.

    Especialmente significativo en este aspecto, es la labor de FOSIS, pues las mujeres jefas de hogar, tanto aquellas que tienen una idea de negocio, o están recién comenzando con una microempresa, corresponden a su mayor público objetivo.

    “Nosotros conocemos bien el impacto que genera el apoyo a las emprendedoras porque en FOSIS, el 80% de los usuarios que participan en nuestros programas son mujeres” comentó al respecto, la directora regional de dicho organismo, Loreto Molina.

    En ese sentido, Limarí es una de las provincias donde más se nota la presencia femenina en los programas que pone a disposición FOSIS. “Muchas veces, a través de su negocio, las mujeres jefas de hogar buscan compatibilizar su vida con una fuente laboral que en un trabajo dependiente se dificulta. FOSIS les ha dado una mano para iniciar un emprendimiento o potenciarlo, insertarse en el mundo laboral y mejorar su calidad de vida” señala.

    Desde la seremi de la Mujer y Equidad de Género en tanto, su titular, Ivón Guerra, aseguró que los objetivos como ministerio van justamente en la línea de “fortalecer la autonomía económica de las mujeres. Necesitamos más mujeres emprendedoras y que puedan solventarse económicamente por si mismas”.

    “Estamos trabajando fuertemente en la irrupción de la mujer en el mundo laboral y tenemos claro que los emprendimientos son un opción recurrente en las mujeres del país” indicó Guerra, agregando que a nivel de la provincia del Limarí “esta seremi gestionó que en los proyectos del Plan de Zonas Rezagadas se incorpore la temática Mujer, buscando también aportar para el desarrollo de mujeres emprendedoras”.

    En ese sentido, indicó que se está trabajando con Sence para capacitaciones y con el mundo privado, así como con FOSIS, Sercotec y Corfo para impulsar nuevos emprendimientos y fortalecer los negocios que ya están activos. “Asimismo, estamos generando proyectos de ley que permitan impulsar más emprendimientos de mujeres y terminar con barreras y brechas. Sala cuna universal es un ejemplo de ello” aseveró. o0401i

    SABORES DE LA TIERRA

    Un ejemplo local de emprendimiento es la combarbalina María Ramírez (en la imagen), pequeña agricultora del sector Pama Arriba. Desde niña pudo observar en su familia, como sus parientes realizaban diferentes productos a base de los cultivos que les daba el entorno, prácticas que le fueron heredadas y que actualmente la llevan a elaborar una interesante y apetecida preparación: El licor de chañar.

    “El chañar es un fruto silvestre de color naranja, con un sabor muy similar a la lúcuma, lo macero con agua ardiente, luego lo almaceno por un año y ahí obtengo la bebida”, explica, quien además agrega que gracias a lo dulce del licor la preparación es ideal para consumirlo como aperitivo.

    Así nació Pamar, microempresa con la que también comercializa su café de higo, una preparación que llama la atención gracias a que “no tiene cafeína y tiene bastantes propiedades para la salud, según un médico que vino a Combarbalá. Él dijo que este tipo de café es el que más mantiene el calcio en los huesos, contrario a lo que pasa con la bebida tradicional”, detalla.

    Apoyada por INDAP, actualmente las ventas de sus productos son realizadas en distintas ferias llevadas a cabo en la comuna, como son los Mercados Campesinos de INDAP, en medio de un contexto en que la búsqueda por dar valor agregado a la producción es un camino constante por el que pasan muchos agricultores de la región.