“Un desfile en mi honor”

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    Me sentí contento y honrado. Todas las autoridades estaban expectantes. Organizaron este desfile y esta actividad para verme desfilar en el medio de la calle Vicuña Mackenna. Cuando comencé a caminar sentía nervios, miedo. Tenía ese susto en el pecho que te da el hecho de tener que caminar frente a tanta gente que no conoces. Igual respiré profundo, levanté la frente y caminé frente a todos esos militares que se preparaban para marchar después de mí.

    El público me sonreía, eso me tranquilizó. Pero un sujeto de “seguridad” me volvió a poner nervioso. Tenía traje y lentes oscuros y se veía que tenía pocos amigos. A lo mejor no tiene amigos, solo conocidos y compañeros de trabajo. A lo mejor nunca han organizado un desfile en su honor y eso le dio envidia. Seguro que ese mal sentimiento l ayuda en su trabajo a desconfiar de la gente, para descubrir quiénes son buenos y quiénes son malos, pero en mi caso me puse nervioso, porque no soy malo, pero la gente no me quiere porque no sabe lo que pienso. Creen que soy peligroso y yo no soy peligroso, pero el sujeto de lentes no lo sabe, sólo desconfía y cree que soy peligroso. Se nota que no tiene amigos.

    Solamente sigo caminando y el público me sonríe, eso me da confianza. Ojala estuviese “Nanito” conmigo, seguro le llegó la invitación pero estaría ocupado en otra actividad. La gente también piensa que “Nanito” es peligroso, pero es porque tampoco saben cómo piensa. Él piensa como yo. Al “Turco” también le tienen miedo, pero es porque él habla muy ronco, creen que es peligroso, pero él es peligroso sólo con quienes quieren hacerle daño a los vehículos que cuida en calle Miraflores. Él desconfía de la gente que quiere hacerle daño a los vehículos. A veces se parece al sujeto de seguridad que tiene lentes oscuros y no tienen amigos. Pero el “Turco” es mi amigo.

    Cuando llego a las sillas centrales están todas las personalidades políticas, policiales y militares. La Intendenta me ve y sonríe, los alcaldes de las otras comunas no me conocen. Seguro en sus comunas hay personas como yo. Pero ellos no me conocen. No saben cómo pienso.

    El alcalde de Ovalle se me acerca y me dice que el desfile es en mi honor, y eso me gusta, me tranquiliza, pero a la vez me emociona. Sin querer me pongo a llorar frente a todo el mundo. Las parejas que están a punto de bailar cueca me miran y se emocionan. Ellos están a punto de dar el pie de cueca y me doy cuenta que debí dejar que ellos bailaran para que comience el desfile en mi honor. Sigo llorando y el alcalde me invita a que me siente en una de las sillas que están atrás. Saludo a un caballero uniformado de Carabinero y me voy a ocupar mi silla. Estoy detrás con los invitados especiales que no son tan especiales, porque los más especiales están en la primera y segunda fila, pero yo estoy en la sexta o séptima. Pero no me importa, porque el desfile es en mi honor y eso me gusta.

    Después de llorar un poquito por la emoción y los nervios, me dispuse a disfrutar mi desfile.

    Me gusta que los adultos mayores caminen con esa gallardía que te da el saber que trabajaste toda tu vida y que la gente te lo reconoce. Me gusta ver a los deportistas desfilar porque quiero que ganen sus juegos. Me gusta ver a los estudiantes desfilar. Yo nunca pude estudiar, porque las profesoras no sabían cómo yo pensaba, pero yo quería ir a una escuela. Quizás hay escuelas para gente como yo, que pensamos diferente. Allí hubiese conocido amigos que pensaban como yo, como “Nanito” y como el “Turco”, pero nunca estudié. Me gusta que los estudiantes caminen tan orgullosos.

    Hubo grupos que hicieron actos sobre el eclipse y eso fue gracioso y divertido. Pero también fue educativo y eso me gustó porque también fue en mi honor.

    También desfilaron las agrupaciones culturales, las damas de blanco, de rojo y de rosado, las instituciones educativas, clubes deportivos, militares, y también desfilaron los bomberos con sus carros, sus luces y sus sirenas. El caballero que hablaba por el micrófono decía que el desfile era en honor a Ovalle y sus 188 años, pero yo sé que mis amigos lo prepararon para mí, porque yo tengo amigos, no como el caballero de los lentes oscuros.