Este miércoles recién pasado, el Presidente Sebastián Piñera, lanzó oficialmente el programa “Red Clase Media Protegida” proyecto que, a través de diversas herramientas que pone a disposición el Estado, busca fortalecer a este segmento de la población.
El programa se enfoca en áreas como trabajo, salud, educación, vivienda, seguridad y adultos mayores, y que incluye medidas tales como fortalecer el Seguro de Desempleo, modernizar FONASA y crear un Plan de Salud Universal para limitar el gasto máximo de los usuarios o familias frente a enfermedades catastróficas, extender la gratuidad en la educación técnico profesional a todos los estudiantes pertenecientes al 70% de los hogares más vulnerables y reemplazar el Sistema de Crédito con Aval del Estado (CAE), reemplazándolo por un nuevo sistema. Además, se busca aumentar los subsidios de compra y arriendo de viviendas para este segmento.
Al respecto, el seremi de Desarrollo Social y Familia, Marcelo Telias, explicó que “hoy nace Clase Media Protegida, destinado a un gran segmento de nuestra población que estaba dejado de lado, pero ahora este sistema tiene como objetivo fundamental proteger a las familias y todo lo que han construido con tanto esfuerzo, lo cual puede ponerse en riesgo ante un evento adverso y llegar a una situación de vulnerabilidad. Por eso, a través de este sistema y el trabajo entre diferentes ministerios y servicios, estamos brindando este apoyo”.
Pese a los anuncios, – y más allá de las críticas que señalaban que el proyecto en realidad, no presenta nada nuevo – rápidamente surgió una duda a nivel de redes sociales: ¿qué entendemos por clase media? ¿Cuántos chilenos pertenecen a ella?
UNA CLASE AMPLIA Y HETEROGENEA
En conversación con El Ovallino, Erico Wulff Betancourt, ingeniero comercial, Master en Economía y Doctor en Administración de Negocios, y director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad de La Serena, explica que producto del crecimiento económico que Chile ha vivido durante los últimos 30 años, “lo que se entiende por clase media, probablemente aparezca un poco difuso, toda vez que se ha ampliado el segmento de evaluación”.
En ese sentido, existen diversas mediciones al respecto.
Así por ejemplo, hace unos días, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) – grupo que reúne a las economías más desarrolladas del planeta y al que también pertenece Chile – indicó que el 47% de los hogares nacionales pertenecen a la clase media, lo que significa que casi la mitad de la población recibe una remuneración entre el 75% y 200% del ingreso nacional mediano -783.033 pesos-, entre 587.274 y 1.566.066 pesos, respectivamente.
Esta medición nos pone 14 puntos por debajo del 61% de promedio que tienen los otros 36 países que forman este organismo, los cuales sin embargo, han registrado una disminución de sus estratos medios durante los últimos años, mientras que en Chile han crecido.
Otro informe presentado por el Instituto Libertad y Desarrollo – ligado a la UDI – señala que en Chile, la clase media pasó, en 11 años, del 43,2% al 65,4% de la población. Sin embargo, la mayoría de este grupo socioeconómico – más del 60% – tiene ingresos “relativamente bajos”.
Según estableció dicho instituto, la clase media está compuesta por hogares cuyos ingresos totales están entre 1,5 y 6 veces la línea de la pobreza actual. Así, el ingreso total mensual de un hogar de clase media, integrado por cuatro personas, está entre los 626.021 y 2.504.083 pesos mensuales.
Finalmente, tenemos la medición establecida por el Banco Mundial, a la cual hace referencia el académico Erico Wulff, y que establece que la clase media está compuesta por todas aquellas personas que viven con un ingreso entre 10 y 50 dólares diarios, es decir, entre los 300 y 1.500 dólares mensuales.
Eso sí, el académico aclara que esos “1.500 dólares en Chile, según el tipo de cambio que tenemos en estos momentos, nos da aproximadamente un ingreso muy superior al promedio, más de un 1 millón de pesos. Y por lo tanto, ciertamente que la definición es bastante amplia para estos fines, pues el ingreso promedio en Chile bordea los 600 mil pesos, menos de 1.500 dólares. Es decir estaríamos en unos 870 dólares”.
De ahí señala, la amplitud con que se entiende lo que es la clase media en Chile, la cual sin embargo, “aparece como un segmento muy significativo, más de un 60% de la población chilena se ubica en ese tramo, aun con ingresos promedio que bordean los 600 mil pesos”, resultado semejante al presentado por el informe del Instituto Libertad y Desarrollo.
SEGMENTO MAYORITARIO, PERO AÚN VULNERABLE
En efecto, uno de las características de la clase media nacional, es que un porcentaje ciertamente importante de ella, aún mantiene ingresos relativamente bajos que, ante imprevistos de diversa índole (enfermedad, problemas económicos) retorne a una situación de precariedad o de pobreza, derechamente.
Se supone que a ese segmento estaría apuntando el programa Red Clase Media Protegida propuesto por el gobierno.
Al respecto, la intendenta regional, Lucía Pinto, aseguró que “estamos dando respuesta a ese gran componente de clase media, que enfrenta una serie de temores y necesidades a las que no se ha dado respuesta en los gobiernos anteriores. Este programa tiene como principal objetivo fortalecer, apoyar y entregar beneficios a la clase media en distintas materias como es la educación, salud, o vivienda, siendo un apoyo para que estas familias sigan surgiendo sin temer a situaciones adversas que puedan destruir lo que han logrado”.
En ese sentido, el académico Erico Wulff señala que respecto a los niveles de vulnerabilidad, “es decir, el porcentaje de personas que habiendo accedido a los tramos medios, y que puede volver a su condición de pobreza es en general, bastante alto en toda América Latina” agregando que “difícilmente ese porcentaje (de personas) sea menor al 20% en todo el continente”.
De ahí explica, sea muy importante elaborar políticas públicas que, no sólo vayan al auxilio de situaciones puntuales que puedan sufrir las personas de clase media, sino que logren lo más importante: que mantengan su estándar de vida a lo largo del tiempo.
“Cuando se logran estos niveles de resultado en términos de fortalecer los tramos medios, el paso siguiente es ver como las personas se mantienen en el tiempo en ese mismo segmento. Y considerando en general, la experiencia de las políticas públicas en Chile, con la consiguiente reducción de las índices de pobreza, es que éstas tienen la particularidad de cuando se define un objetivo, el logro de ese objetivo no se define en torno al hito especifico de un año en particular, sino en cómo este objetivo se mantiene y se consolida en el tiempo” explica.
Wulff insiste en que “ante la realidad social de Chile, al tener niveles de pobreza más bien acotados, le obligan a replantearse las políticas públicas hacia aquellos que están en posición de situarse en los estratos medios, pero que todavía están en condiciones de vulnerabilidad”.
MÁS SERVICIOS (Y DE CALIDAD)
Relacionado a esta situación de vulnerabilidad en que aún se encuentra buena parte de la clase media del país, el informe del Instituto Libertad y Desarrollo hace mención a que esta “clase media baja” contaría con una mayor capacidad de generar ingresos autónomos que aquellos que están en situación de pobreza, pero que producto de esa paradoja, reciben proporcionalmente menos de la mitad de los subsidios que reciben los hogares que están en situación de pobreza.
Sin embargo, se debe señalar que generar un sistema de protección social para la clase media implica una complejidad distinta a la que hasta ahora el Estado ha entregado a los sectores más desposeídos.
El académico Erico Wulff advierte que “los segmentos medios demandan otros aspectos más complejos de las políticas públicas, (…) se logra el objetivo de que las personas mejoren su ingreso autónomo, y de ahí las mismas familias, por el hecho de ser autónomos, van generando una dinámica de superación con sus ingresos autónomos de la situación de pobreza”.
De ahí que los segmentos medios “comiencen a demandar otro tipo de servicios, que también lo demandaban cuando sestaban en situación precaria o de fragilidad, pero ahora hay un componente adicional: el segmento medio tiene ya una noción de lo que es la calidad. En el segmento más pobre, sin querer decir que de lo mismo, se tiene la urgencia de la carencia. O la necesidad más bien, se concentra en resolver lo inmediato y no en cómo se resuelve. Pero cuando salen del tramo en el que estaban, se tiene que entregar algo más: empiezan a subir las expectativas de calidad de lo que estos segmentos pueden esperar. Y ahí hay un desafío importante para el Estado. Ese es el desafío que tiene Chile en este momento” aseguró el académico de la Universidad de La Serena.
La jubilación: uno de los temores de la clase media
Sin duda que las bajas pensiones que el sistema de AFP entrega a las chilenas y chilenos que jubilan, se ha convertido en una verdadera pesadilla para ellos, o para los están cerca de jubilar.
Y es que para las personas de clase media, es virtualmente imposible mantener un estándar de vida parecido al que tenían cuando trabajaban, con los actuales montos de pensiones, los cuales –con suerte – no pasan de los 200 mil pesos en promedio.
Para el académico de la Universidad de La Serena, Erico Wulff, la solución a este tema debe ser prioridad “pues sería una paradoja terrible de que Chile, habiendo logrado levantar de la situación de precariedad a mucha gente, ya sea por su capacidad productiva de crecer o generar empleo, después cuando estas personas pasan al sector pasivo, vuelvan a donde estaban por la precariedad de sus pensiones”.
Agrega que es “urgente corregir estas deficiencias de nuestro sistema para asegurar que quienes mantuvieron un estatus de nivel medio mientras estaban trabajando, no lo pierdan después cuando se jubilen”.
“Y si ello” agrega “significa revisar la edad de jubilación, revisar los aportes a la jubilación, o mejorar el llamado Pilar Solidario, yo diría que son iniciativas a nivel país que difícilmente se pueden postergar. Para las personas no podría ser posible entender que, tras todo lo bien que estuvieron mientras estaban trabajando, tengan ahora que deshacerse de todos los bienes que acumularon y vivir en condiciones muy distintas a las que vivían cuando trabajaban. Sería un retroceso” concluyó.