“Nunca pensé ser directora, sólo que era una historia que necesitaba ser contada”

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    Una historia de lucha y sacrificio de un grupo de mujeres en los momentos más difíciles de la historia contemporánea chilena, tenía que contarse en cine y Josefina Morandé asumió esa responsabilidad.

    Un grupo de mujeres que durante la dictadura deciden irrumpir en la escena y convocar a actividades cada vez más masivas, más contundentes. El movimiento “Mujeres por la vida” logró marcar una época difícil, un tiempo de valentía. Pero su esencia no se había plasmado en la gran pantalla y esa era una deuda de la sociedad con quienes levantaron sus voces cuando era cada vez más peligroso.

    “Nunca pensé ser directora, sólo que era una historia que necesitaba ser contada, y que había que hacerla. Yo me lo haya planteado, sino que fue como una urgencia me hizo apurarme y contar la historia”, explica a El Ovallino Morandé, quien admite que sus facetas de directora audiovisual le allanó el camino para este reto. Su primero en formato largo.

    “Estaba haciendo una licenciatura en cine documental, y había que hacer un curso final y justo conocí a una de las protagonistas de la película –la mayor de todas que ahora tiene 98 años- y ella me contó la historia de estas mujeres, y me puse a investigar, y me di cuenta que había que contar esta historia”.

    Recordó que no fue fácil poder romper el cerco del recelo de las activistas. De a poco comenzó a tener acceso para llegar a cada una de las mujeres participantes y comenzar a hilar la historia. Apuntó que había que hacer un trabajo previo, de conversar, explicar, ganarse la confianza. Un trabajo de joyería y de paciencia.

    Con mucho esfuerzo

    “Mi trabajo fue un de ‘circo pobre’. Tenía que hacer yo misma el sonido, la cámara, la producción, concertar todas las citas, estructurar las entrevistas. Fue un trabajo a pulso”.

    Indicó que luego con el Fondo Audiovisual pudo dedicarle postproducción y ponerle animaciones, porque mucha de la historia contada no tenía registro audiovisual, por lo que decidió recurrir al recurso de los dibujos animados para poder graficar esos agujeros de la historia.

    “Quedó como yo quería, y con muchos más medios hubiese quedado más bonito. Pero para los medios con los que contaba en el momento, con los materiales y el equipo humano que me acompañaba, está bien. Estoy muy conforme con el producto, pero hubiera hecho muchas más animaciones”.

    Con el público directo

    Indicó que al estar la pieza en el catálogo de Miradoc, que es la distribuidora de los documentales en Chile, empezó a circular con la película desde abril. “He tenido que viajar a varias partes –Arica, Puerto Montt, Talca, Valparaíso- y presentarla a gente joven y conversar con ellos. Casi nunca en colegios, aunque en Santiago, y como parte del compromiso con el Fondo Audiovisual, tuvimos que ir a una escuela púbica en una zona y unas características muy vulnerables, y pensé que no la iban a pescar o que se iban a aburrir, y me sorprendió mucho que los chicos hicieron unas reflexiones muy profundas al terminar de ver el documental”.

    En Ovalle la presentación fue para colegios en el Teatro Municipal, donde asistieron más de 200 alumnos de distintas instituciones locales.

    Festivales

    La pieza a ha participado en Toulouse, en Francia, también en Sao Paolo, Brasil, y ahora está seleccionado en Jujuy, Argentina, en el Festival de Cine de Las Alturas.

    “También estoy haciendo la postulación en otros festivales europeos más temáticos, más enfocados en el feminismo, derechos humanos, o en un tema central”.

     

    La “precuela” de la historia

    Adoptando el neologismo que se ha sembrado en el  ambiente cinematográfico de la “precuela”, o una segunda parte de una película pero que narra el inicio de la historia, Morandé confiesa que tiene en proyecto hacer un segundo documental en Coronel, Concepción, que es la historia que de alguna manera da pie a la obra que ahora está mostrando.

    “Es la historia de Sebastián Acevedo, quien se inmoló frente a la catedral de Concepción en 1983, a raíz de lo cual nacieron estas mujeres, porque la historia de Acevedo, quien se inmoló por la detención de sus hijos, generó el movimiento de Mujeres por la Vida y el movimiento contra la tortura”.

    Apunto que es una historia que le conmueve mucho y que ya ha hecho los primeros contactos con los hijos de Acevedo. “Es una historia que tiene que ser contada, para que quede plasmado el sacrificio de este hombre y esa inmolación atípica en Latinoamérica.”

     

    La prueba de fuego

    Recuerda la directora que una vez que la cinta estuvo terminada, tuvo el difícil reto de presentarla a las protagonistas y a sus círculos familiares

    “Hice una función especial para ellas. Son ocho, y cada una de ellas más consagrada que la otra: una artista, una política, entonces era difícil hacer que se consiguieran y que estuvieran de acuerdo. Entonces hice esta función para ellas y su familia. Fue un ambiente bien especial, y cuando terminó me abrazaron, me felicitaron y fue cuando dije ‘les gustó, conté lo que había que contar’, así que desde ese momento la película se fue de mis manos y se hizo parte del público”.