Juan Carlos Pizarro A.
“Se pasaron de la raya otra vez, pero no me sorprende para nada”, dice con una mezcla de rabia y resignación la señora Claudia Campusano, adulta mayor de la población 8 de Julio, en Ovalle.
La mujer recuerda con nostalgia cuando llegó al sector en 1978 y todo era distinto. “Ahora no podemos ni salir a la calle”, asevera, temerosa. Sobre todo después del hecho ocurrido la mañana del martes, en la Avenida El Romeral con Los Lirios, donde un sujeto de 40 años fue apuñalado, quedando gravemente herido.
Todavía no se establece la dinámica de los hechos y no existen detenidos como presuntos autores. El individuo, quien también reside en el sector, hizo uso de su derecho a guardar silencio y no quiso entregar mayores antecedentes a la investigación que lleva a cabo la Brigada de Homicidios de la PDI. Pero este episodio es sólo la punta del iceberg, tal como lo señala Claudia, mientras desde las afueras de su casa vuelca su mirada hacia la animita de José Jorquera Carvajal, “el Cuesco”, quien en abril del año 2017 también fue apuñalado y muerto en el pasaje Las Orquídeas, tiñendo de sangre a la población. “Se pasaron de la raya, otra vez”, insiste la vecina.
UNA REALIDAD QUE SE EXTIENDE
La propia Claudia Bustamante alza la voz. Asegura que la inseguridad “no da para más”, y que “ni carabineros, ni nadie hace nada porque les da miedo entrar a la población. El tráfico de drogas tiene tomado al sector. Todos los días yo misma veo cómo viene gente de otros lados a comprar droga, llegan, y el colectivo los espera, y cuando ya han comprado lo que quieren se van en el mismo colectivo. Están todos coludidos”, acusa.
Muy cerca del lugar donde apuñalaron al sujeto de 40 años la mañana del martes hay un local comercial. Allí, uno de los trabajadores ratifica lo expresado por Bustamante, y emplaza a las autoridades a hacer algo. “No puede ser que uno que trata de ganarse la vida dignamente ponga en riesgo su vida cuando llega y cuando sale del trabajo, porque andan estas personas apuñalando y disparándole a la gente”, enfatiza.
ENTRE LA BASURA Y LA DELINCUENCIA.
“No vayan a la plazoleta”, nos dijeron en el recinto de comercial. Pero no pudimos seguir su consejo. Subiendo por la población encontramos a Judith Vergara, quien ha vivido toda su vida “en La 8”. Tiene su casa muy cerca de la plaza del sector, en Los Lirios con Los Nogales, y corrobora que se trata de un lugar muy peligroso. Allí se produciría buena parte de la venta de drogas y también sería un foco para el consumo de pasta base. “Esta población siempre ha sido insegura, pero en los últimos años, con el tema de la droga, las cosas se salieron de control. Llegó mucha gente de afuera que trajo muy malas costumbres”, asegura, Judith, quien tiene una hija de 10 años a la que, por temor, no la deja salir a la calle sola, por ningún motivo.
Además de la delincuencia, los vecinos de este sector, deben lidiar con micro basurales que contribuyen aún más para aumentar la sensación de inseguridad en la que se encuentran sumidos, y que, dice Vergara, es un claro ejemplo del abandono que vive la población. “A parte de que tú no ves a Carabineros nunca, en el municipio tampoco ayudan mucho. Nos sacaron unos basureros grandes que teníamos, y producto de eso acá estamos rodeados de basurales, con plagas de ratones, y encima con delincuentes”, reclama.
FALTA DE LUMINARIAS
Clara Ramírez vive en el pasaje los Jazmines. Para ella, llegar a su casa después de las seis de la tarde, cuando empieza a caer la noche es un martirio. Asegura que la falta de iluminación en la calle está mermando seriamente su calidad de vida, ya que convierte su calle en un lugar propicio para quienes cometen acciones ilícitas refugiándose en la oscuridad de la noche. “Este tema lo he hablado en la Junta de Vecinos, y ellos se comprometieron a solucionar el problema, pero creo que no han hecho nada, así que tendremos que seguir encerrándonos temprano en nuestras casas. Pero ni eso basta, porque a mí ya me intentaron abrir la puerta en una oportunidad. No se puede vivir tranquilo”, puntualizó.
EL DOLOR DE VILLA AGRÍCOLA
“La única muerte es el olvido”, es la frase que se puede leer en la animita recordatoria de Roberto, menor de 15 años quien fue acribillado y muerto la noche del viernes 12 de abril, en calle Hugo Pinto Reyes, esquina Renato Vergara, en Villa Agrícola, otra de las “zona rojas” de la capital de Limarí.
Una vela prendida da cuenta de que momentos antes alguien estuvo haciéndole compañía. Su caso impactó a la región entera, sobre todo luego que se conociera que nada tenía que ver en el asunto, y que recibió los balazos producto del error de un grupo de delincuentes que buscaba “ajusticiar” a otra persona. Simplemente, estaba en el lugar menos indicado, en el peor momento.
No se trata de un hecho aislado en el sector, que desde su entrega el 2010, ha debido lamentar cuatro homicidios, algo que sin duda preocupa en los dirigentes vecinales del sector. Así lo consigna Rebeca, presidenta de la agrupación Adelanto y Seguridad, quien atribuye la creciente inseguridad y el tráfico de drogas a la falta de preocupación y espacios para la juventud, algo de lo que ninguna autoridad se habría preocupado, hasta ahora. “Hoy en día tu sales a una población y no encuentras canchas para hacer deportes. Aquí en Villa Agrícola hay una, pero es de cemento y está obsoleta. Los pobres cabros no pueden ocuparlas. Qué cuesta tener una cancha de pasto para el esparcimiento. Yo no creo que mucho”, manifestó.
Rocío Contreras también vive en el sector desde que se fundó, y precisó que muchas veces ha pasado por su cabeza marcharse, por la falta de seguridad. “Es complicado que los niños no puedan andar en la calle, y para una igual, porque por más que una no se meta en cosas y sea tranquila, cualquier día te puede llegar un balazo y te mata”, aseguró la mujer.
En la misma línea, Benjamín, otro vecino, pidió mayor resguardo policial, ya que, según dice, “carabineros se ve tarde mal y nunca”, y las veces que hacen rondas “pareciera que hacen vista gorda. Yo mismo he visto cómo se vende y se compra droga, ¿cómo ellos no lo van a haber visto entonces?”, se cuestiona el poblador.
MEDIA HACIENDA A PLENA LUZ DEL DÍA
“Iba saliendo de mi casa a votar, eran día de elecciones. No había caminado más de una cuadra cuando dos tipos con capuchas, me agarraron, me tiraron al suelo, me pegaron y me quitaron todo lo que tenía”, relata Carlos Elgueta, quien fue víctima de un asalto en la población Media Hacienda, a las 8:20 de la mañana, a plena luz del día.
Asegura que este episodio, del 2017, cambió su forma de vida. “Yo sabía que esto era peligroso, pero como nunca me había pasado nada a mí, me confiaba. Ahora, después de lo que viví, trato de no andar, solo, menos en la noche, porque en todas las esquinas hay cabros pidiéndote plata, y si no les das, vaya a saber uno lo que te van a hacer”, cuenta un atemorizado vecino.
“Necesitamos mayor vigilancia, porque los jóvenes están muy malulos”, dice otra habitante del lugar, quien también, hace poco, sufrió un intento de robo en su domicilio. María es su nombre y exige que haya mayor preocupación, porque las consecuencias estarían siendo cada vez peores. “Aquí uno muchas veces se siente en tierra de nadie, como si los que tuvieran el control fuesen los grupos de cabros que andan por las calles, haciendo lo que quieren, todo por culpa de la maldita droga”, expresa la mujer, impotente ante la realidad que le toca vivir a diario, y que hasta ahora, no se vislumbra cómo podría ser diferente.
PIDIENDO RESPUESTAS
Consultados, desde Carabineros precisaron que de acuerdo a sus registros, no ha existido un alza fundamental respecto a los delitos en estas poblaciones, sin embargo, admiten que si la percepción de inseguridad es tal, la gente debe denunciar, de lo contrario ellos no pueden hacer nada. “El llamado que nosotros hacemos a las personas es a denunciar, para eliminar esa cifra negra. Nosotros trabajamos en base a un sistema que nos arroja cierta información, pero si no hay denuncia, esa información no entra al sistema y no podemos implementar una mayor dotación”, expresó el capitán Hugo Navarro, de la Tercera Comisaría de Ovalle.
Desde el municipio, en tanto, mediante un escrito, el alcalde de Ovalle, Claudio Rentería, manifestó que uno de los puntos esenciales de su administración era la seguridad. “En este sentido, hemos realizado acciones concretas, como la compra que hicimos, con recursos municipales, de dos drones de última generación, de los cuales uno lo destinamos a la PDI y otro a la Tercera Comisaría de Carabineros de Ovalle, con el objetivo que tengan una herramienta adicional y pruebas audiovisuales para combatir la delincuencia”, expresó, dando luces de que, pese al complejo escenario actual, hay intención de mejorar. 4601iR
SEGURIDAD MUNICIPAL CON EL FOCO EN “LA 8 DE JULIO”
La encargada de Seguridad Pública del municipio de Ovalle, Hortensia Flores, admitió que existían problemáticas de seguridad en los sectores mencionados, pero aseguró que se estaban realizando trabajos para mejorar de manera integral. “En la población 8 de Julio, por ejemplo, hay un plan de mejoramiento completo, y se trabaja con la PDI, con sistemas de denuncias anónimas, y varias otras cosas”, expresó.
Flores aseveró que una de las razones de la delincuencia, también en “La 8 de Julio”, se da porque mucha gente se fue del lugar, dejando las casas que se les habían entregado desocupadas, lo que generó que llegaran personas a delinquir a estos inmuebles. “Estas casas se están mal ocupando, entonces, lo que estamos haciendo es ubicar a los dueños, para que saquen a los que las tienen tomadas, y de no encontrarlos, actuar con un decreto de demolición de estas viviendas”, aseveró.