Los sobrevivientes de La Alameda

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    Juan Carlos Pizarro A.

    Es el paseo peatonal por excelencia en Ovalle, y sin duda en el que más se han centrado los esfuerzos para mejorarlo. Así ha sido. De hecho, el municipio ha efectuado una inversión millonaria implementando juegos infantiles, máquinas de ejercicios y, sobre todo, inaugurando el gran Espejo de Agua en agosto del 2016, “uno de los más hermosos de Chile”, según dicen.

    Hablamos de la histórica Alameda de la capital de Limarí, la que, entre las calles Ariztía Poniente y Oriente, cruza el centro de la ciudad y continúa siendo uno de los emblemas de la comuna.

    Pero no todo es color de rosas en el lugar. Pese a las evidentes mejoras, son los mismos ovallinos, los que hacen un crudo análisis del sector en cuanto a seguridad, asegurando que las peleas, y el consumo de alcohol y drogas, son pan de cada día, lo que no les permite disfrutar al cien por ciento del espacio público.

    “EN LA TARDE, PREFIERO NO VENIR”

    Constanza Vicencio y Valentina Arenas, de 15 y 17 años respectivamente, se encuentran disfrutando de sus vacaciones de invierno. Este jueves por la mañana las encontramos en el lugar, en las máquinas de ejercicio. Pero no se quedarían hasta muy tarde. Cerca de ellas, tres hombres de mediana edad fuman marihuana junto a una mujer tirada en el piso, aparentemente dormida. Aquello es una postal habitual, según nos cuentan las jóvenes ovallinas. “Desde que llegamos que están ahí. Han pegado algunos gritos y recién casi se ponen a pelear. Ahora que anda harta gente, sabemos que no nos va a pasar nada, pero más rato, cuando se van los comerciantes y esto queda más solo, una no sabe a lo que se expone”, cuenta Constanza, mientras su amiga, Valentina, la mira y asiente con la cabeza. Su experiencia tampoco es positiva. “Una vez vinimos con mis papás en auto, nos estacionamos aquí, cerquita y estuvimos una media hora. Era mediodía no más, y cuando volvimos al auto nos habían intentado abrir la puerta. Desde ahí que vengo poco. En la tarde prefiero no venir. Vine una vez a ver el Espejo de Agua, pero a la inauguración, de ahí nunca más”, relata la joven.

    SIEMPRE CON CUIDADO

    Tal como las adolescentes, en los juegos infantiles también se pueden ver a niños con sus padres o familiares, para aprovechar la infraestructura, pero, según dicen, “hay que hacerlo con harto cuidado, ya que uno no quiere que vean las cosas raras que se ven acá”, indica Juana Cortés, quien concurrió al lugar ayer por la mañana, junto a su nieta de 4 años. “No vengo mucho, pero andábamos por el centro con la niña, vio los juegos y se entusiasmó. No le pude decir que no, pero ya nos vamos porque sabemos lo que pasa acá”, sostiene la mujer, quien apunta a la falta de presencia policial. “Uno ve pocos carabineros acá. Desde que estoy yo ahora, no he visto a ninguno, y usted ve ahí en la esquina como están tomando como locos. ¿Quién los para? Nadie”, critica la señora Juana.

    Muy cerca de ellos está Claudia Rodríguez, quien salió a hacer deporte con sus sobrinos. Pero sabe que no puede confiarse y, por lo mismo, siente rabia. “Encuentro injusto que habiendo tan pocos espacios con juegos para niños en Ovalle, esto esté lleno de borrachos, gente tomando y fumando. Uno no sabe si le pueden hacer algo a los niños, porque no es gente que esté en sus cabales. Además que te molestan y piden dinero”, aseguró.

    “SE AGARRARON A PIEDRAZOS Y TUVE QUE CERRAR EL LOCAL”

    Elsa Araya es comerciante del sector. Tiene su puesto en pleno epicentro de La Alameda y cree que el tema de la inseguridad no da para más. “Yo que estoy acá todo el día te puedo decir, que a ciertas horas, puede pasar cualquier cosa y en cualquier momento vamos a tener personas heridas”, aseguró. Puso como ejemplo una situación que le tocó vivir el día miércoles cuando un grupo de sujetos, como de costumbre, se encontraba bebiendo cerca de su puesto de trabajo, hasta que se enojaron, comenzaron a discutir y terminaron tirándose piedras entre ellos, sin preocuparse de la demás gente que estaba en medio de la batalla campal. “Ahí no quedó más que cerrar el negocio y refugiarse. Por suerte pararon solos y nadie inocente salió herido, pero no tenemos por qué estar viviendo esas cosas acá”, manifiesta la comerciante.

    LA OTRA CARA

    “La mitad son puros curaditos. Y la otra mitad son puros delincuentes”, así describe Rolando Jiménez Olivares, taxista, lo que se vive en La Alameda. Cuenta que trabaja en el sector desde el año 1979, y ha visto la evolución, tanto de la obra, como del comportamiento de la comunidad. “Antes era más tranquilo, pero esto ya se desprestigió, aunque pongan juegos y cosas. Porque no sacan nada con hermosear sino van a sacar a toda esta gente que genera problemas”, acusó el trabajador, quien también en su minuto, recibió un piedrazo de un sujeto, que le costó el parabrisas de su taxi. Y va más allá. No sólo ha visto peleas, alcohol y drogas, sino también acciones reñidas con la moral. “En la noche estos mismos tipos que salen de la botillerías y de las cantinas que hay en frente, se traen a las mujeres y tienen relaciones sexuales a diestra y siniestra. Entonces, yo me pregunto en qué mundo estamos viviendo”.

    DURA REALIDAD SOCIAL

    Quisimos conocer a los aludidos. A quienes sindican como responsables de los desmanes, y generar una alta percepción de inseguridad en la emblemática Alameda de Ovalle. Buena parte de ellos, son personas que viven en situación de calle. Algunos duermen en el mismo lugar, mientras otros lo hacen en alberges, sumidos principalmente en el consumo de alcohol.  

    Pocos se atreven a hablar y a mostrar su rostro a un medio de comunicación, pero quienes lo hacen, insisten en que los delincuentes no son ellos, sino gente que viene de otros lugares.

    Luciano Veliz Tapia se encuentra próximo a cumplir 85 años de edad, y lleva 10 viviendo en La Alameda. Le encuentra razón a quienes dicen que el lugar es inseguro, pero llama a no meter a todos en el mismo saco. “No todos somos delincuentes. Yo pido dinero, pero no lo hago porque quiera, sino porque no me queda otra, así como muchos amigos acá”, manifiesta.

    Consultado respecto a quiénes son los que provocan esta inseguridad, es categórico. “Son personas que vienen de otros lados en la noche, y ocupan este lugar para hacer y deshacer. Por eso que se provocan peleas, y desórdenes. Es más que nada por el trago, se curan mucho, y empieza a quedar la escoba después de las cinco o seis de la tarde”, precisa.

    Pero insiste en que los verdaderos delincuentes, “no somos los que estamos en situación de calle, los que somos más viejos. Son los cabros jóvenes que andan asaltando, y se aprovechan de los viejitos que salen copeteados de las cantinas, les pegan y los dejan sin nada”, expresa el adulto mayor.

    MORIR EN LA CALLE

    Incluso, las personas que están en situación de calle, también piden mayor seguridad. Mario Francisco Fernández, tiene 47 años y viven en la Alameda. Se gana la vida plumillando, y reconoce su adicción al alcohol.

    Asegura que si tuviera la oportunidad de salir de ese círculo, lo haría, pero no ve a su familia hace más de 20 años. “Aquí hemos visto morir a muchos amigos, mínimo tres, que también vivían aquí en La Alameda. Murieron de frío, o por el mismo alcohol. Uno no quiere terminar así, pero en el fondo es tu realidad. Yo soy alcohólico y me expongo a estas cosas, veo a la muerte desde muy cerca”, expresa, sentado junto a de la animita de “El Gato”, una de las víctimas de la calle, que hace dos años falleció en La Alameda, víctima del frío y su vicio. “Él era uno de mis mejores amigos. Bebía alcohol, y también jarabes, eso le fue mermando la salud, y un día simplemente falleció. Lo encontramos tirado justo ahí, al lado de la banca”, indica Francisco Fernández.

    MUNICIPIO TRABAJANDO

    La encargada de Seguridad Pública Municipal, Hortensia Flores, admitió la realidad descrita por los vecinos, pero asegura que desde la casa edilicia están haciendo todo lo posible por erradicar este tipo de situaciones. “Existe una coordinación con Carabineros y ellos van cuando se les llama, o cuando se sorprende en flagrancia a alguna persona, transgrediendo la ley, pero tendríamos que tener todo el día a Carabineros ahí para lograr dar con todos”, aseguró Flores.

    Precisó que quienes cometen delitos, en su mayoría, son personas de afuera, y no necesariamente quienes duermen en este sector. “Llega gente de muchos lugares, y nosotros los sacamos, incluso se han ido a instalar con carpas, pero aunque los saquemos, a los dos o tres días ellos vuelven”, expresó, agregando que “las personas también deben tener un autocuidado”, ya que, en lo que tiene que ver con asaltos, por ejemplo, muchos de ellos se dan en contra de ciudadanos que salen de los locales en estado de ebriedad exponiéndose a situaciones de riesgo.

    De igual forma, aseguró que cuando se complete la segunda etapa de hermoseamiento, de La Alameda, esto tenderá a mejorar. “Es un compromiso del alcalde completar este proyecto, que sin duda le ha cambiado la cara a La Alameda, y que tiene que seguir cambiándosela para terminar con estos puntos negros”, precisó Hortensia Flores.

    RECUADRO: LLAMADO A NO ESTIGMATIZAR

    El encargado regional del Hogar de Cristo, Gonzalo Cortés, hace un llamado a no estigmatizar. Asevera que, efectivamente, en Ovalle, desde el año 2011 a la fecha han aumentado sostenidamente las personas en situación de calle, que generalmente tienen un consumo problemático de alcohol u otras drogas, “pero no por eso todos van a ser delincuentes. Hemos visto cómo ellos también sufren. Hay gente que ha fallecido en La Alameda, entonces, el llamado es también a ponerse en el lugar del otro antes de juzgar. Ataquemos la delincuencia, eso está bien, pero sin prejuicios”, precisó.