Histórico dirigente de la pequeña agricultura familiar campesina de la comuna de Monte Patria, Fidel Salinas Ledezma es actualmente, el presidente del Sindicato de Pequeños Agricultores de El Palqui.
Desde ese puesto, Salinas es un conocedor natural de la grave situación por la que hoy pasa la agricultura. Y si bien, todo el rubro está pasando por momentos difíciles, lo cierto es que es la pequeña agricultura – formado por pequeños propietarios, comuneros, crianceros y trabajadores independientes – la que se ha llevado la peor parte.
Sin embargo, para el veterano dirigente, la problemática por la que pasa el agro va más allá de la sequía y las bajas temperaturas que se ha registrado este año. Para Salinas, lo que se podría denominar como el “defecto de fondo” del problema al momento de abordar la actualidad y el futuro del sector, tiene que ver con un Estado ausente y que, luego del boom frutícola de los años 80 y 90, ha dejado a la agricultura a la deriva, sin un proyecto de desarrollo para el rubro en sí y para las miles de familias que dependen de ella.
-Como dirigente campesino ¿qué visión tiene sobre el presente de la pequeña agricultura familiar campesina?
“Bueno, creo que podemos decir que estamos viviendo una catástrofe por la disminuida cantidad de agua que hay y la poca nieve que ha caído en la cordillera. Y las heladas que ha habido han generado que mucha gente haya perdido sus cosechas y no haya podido reponerse. Sin duda, son los pequeños productores los más afectados.
Nosotros estamos en una zona semiárida que le ha tocado vivir situaciones complejas en donde si no es una helada, es la sequía la que afecta. Entonces creemos que el Estado no solo debe declarar la región como zona de emergencia agrícola o de emergencia hídrica, sino de plano, declararla como zona de excepción. Es decir, que siempre deba haber un apoyo a este sector.
Estamos hablando por ejemplo, que en la comuna de Monte Patria llevamos casi 16 años de sequía, y eso amerita que el Estado deba implementar una suerte de zona de excepción como se hace en otras áreas. Por ejemplo, en el sur cuando un volcán truena y se genera una emergencia, ellos ya cuentan con toda la logística para enfrentar eso.
Por eso, por las características de nuestra región y cada vez que diversos fenómenos nos ha afectado como la sequía, la gente se ha ido a las ciudades inmediatamente, porque ya no ven futuro en el lugar.
Y como no hay políticas de Estado para el desarrollo, se piensa que simplemente esto se soluciona declarando zona de emergencia, pero no es así, porque todos los años ocurre lo mismo”.
-¿Usted cree que el Estado de Chile no le ha tomado el peso a lo que está pasando aquí?
“No, no lo ha hecho. Este año producto de la falta de precipitaciones, ha habido muy baja producción lo que, sumado a los efectos de las heladas y a un verano muy caluroso también, ha afectado a los cultivos. Si durante las heladas se congelaban las mangueras, imagínese una planta.
Entonces nosotros lo que solicitamos al Estado, además de una política de largo plazo, es que a partir de agosto o septiembre, se pueda disponer de una serie de ayudas a los agricultores en las líneas que nosotros le hemos planteado. Pero tiene que haber un compromiso en ese sentido hacia la región y hacia las comunas.
Aun no se declara la zona de emergencia agrícola, porque es un trámite que demora, y la gente ya está sin trabajo. No tienen además como cultivar, porque han perdido sus semillas.
Además, el costo de producir un metro cuadrado hoy es muy caro, porque las semillas son caras, los insumos son caros, el agua es cara, la mano de obra también. Uno de verdad se pregunta cómo aún existe la agricultura”.
-Usted habló de subsidiar la actividad.
“La misión del ministerio de Agricultura es proteger e impulsar este sector, y si hay que subsidiar, habrá que subsidiar simplemente. Habrá que hacerlo, pero no lo han hecho”.
LA “PARIENTE POBRE”
-¿Cree que las políticas de emergencia que ha implementado el Estado para ir en ayuda de los agricultores a través de la entrega de insumos, alimentos u otros, es insuficiente?
“No. Es una política de corto plazo que soluciona algunos problemas, pero insisto en que no existe ninguna política de desarrollo por parte del Estado para la agricultura, ya sea para aspirar a métodos de producción más modernos, quizás ocupando menos espacio pero más ser más productivos, capacitar mas, ir a donde la gente está sufriendo.
El Estado tiene que de una vez por todas, tomar asunto en el problema. No es posible que todos los años enfrentemos los mismos problemas”.
-¿Cree que en ese contexto, la agricultura familiar campesina ha quedado desmedrada?
“Sí, lamentablemente la agricultura familiar campesina es el pariente pobre del agro, porque los pequeños agricultores siempre tienen que estar esperando que el Estado haga un programa para que ellos puedan acceder a mejoras. Además, al momento de entrar a un programa, se cuestiona si el agricultor está moroso, o si tiene otros problemas.
Yo a veces siento que el ministro (Antonio Walker) no sabe muy bien que hacer, no tiene claridad de la dimensión real del problema. No saben cómo asumir esta problemática, no hay acciones para hacer, sea un plan A o un plan B”.
-¿Por qué da la sensación que cuando se discute sobre qué caminos debe seguir la agricultura aparecen visiones tan distintas entre lo que son los pequeños campesinos y los agricultores más grandes?
“Lo que pasa es que ellos trabajan por un lado y la pequeña agricultura trabaja por otro.
Ahora, y los más importante, ellos son los que tienen el agua, ellos estuvieron comprando acciones y más acciones de agua, y ahora son los dueños de la mayor parte del agua. Ellos toman las decisiones al respecto, pero ¿y qué pasa con los chicos? No hay una distribución equitativa de este recurso.
Lo otro es que hay mucha agua de regadío que se ha llevado para alimentar las plantaciones que se han construido sobre los canales, es decir en las laderas de los cerros. Como son dueños del agua, tiran tuberías, la elevan, y eso perjudica.
Por eso, debe haber un control a las plantaciones, porque aquí plantan, plantan y plantan, pudiendo perjudicar por ejemplo, un río completo, y la verdad eso no les afecta. No hay control alguno del agua por parte del Estado en cuanto a su distribución. No puede ser que haya una persona que tenga toda el agua para él solo”.
FUTURO INCIERTO
-¿Usted concuerda con aquellas voces que llaman a limitar, no solo la extensión de las plantaciones, sino también otras actividades como la ganadería caprina ante la menor cantidad de agua disponible?
“La idea sería ordenar la situación de los crianceros, ordenar los cultivos hortaliceros, pero sobre todo, ordenar al gran empresario agrícola, porque de ellos nadie habla. El gran empresario tiene que ser consciente de su dotación se agua para riego.
Al más chico hay que ayudarle de alguna forma porque aquí se han muerto sectores, enteros, porque no hay más agua. Ellos no son conscientes de las limitaciones; también el resto de la gente debe comer, porque por ejemplo, las uvas se van para el extranjero no más”.
-¿Cuál es el papel que están cumpliendo las organizaciones campesinas para abordar estas temáticas?
“Nosotros hemos planteado de que aquí debe haber un compromiso del Estado, porque hasta ahora, no ha estado a la altura del problema. Ya estamos teniendo gente sin trabajo, jóvenes sin trabajo, hogares en donde todos sus miembros están cesantes. Hay gente que lleva hasta dos o tres meses sin trabajo. ¿Cómo pagan sus cuentas? Porque a las empresas de agua y luz solo les interesa cobrar, y si la persona no paga, le cortan los servicios. A ellos no les interesa eso.
Aquí tenemos un problema social, económico y productivo. Esto no es un tema entre privados”.
-Sin embargo, una de las políticas centrales de desarrollo para la agricultura tiene el foco puesto en convertir a Chile en una potencia agroalimentaria…
“Bueno, aquí tenemos que tener en cuenta que hay dos tipos de agricultura: una es la agro exportación que ha hecho mucho daño en la zona. Y luego, tenemos una agricultura familiar campesina que siempre está al borde de la subsistencia.
En el caso de la primera, si les va mal, sencillamente dejan botado el campo y se van, pero en la pequeña agricultura no pasa eso. El campesino vive de la tierra. Son dos realidades en un mismo país.
A pesar de eso, yo sé que algunas de esas empresas están en quiebra, porque ahora el problema del agua les está llegando a ellos también. Es una situación muy angustiante la verdad”.