El drama de Evangelista bajo la lupa de su público

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    Por: Lorena Molani

    Participante de la Escuela de Espectadores de Ovalle

    El  TMO abre su programación 202O con la obra “Evangelista” de la compañía Teatropuerto, un montaje que expone la historia de una mujer  de La Serena que vuelve a la capilla de San Juan de Las Compañías donde encaminó su fe, para dar testimonio de sus vivencias en ese lugar, exponiendo verdades que se vuelven dolorosas y confusas, retratando el testimonio dramático que instalará la discusión central de cómo instituciones de poder en nuestro país son capaces de ocultar hechos aberrantes como el abuso sexual  de menores  dentro de la iglesia católica, escondiendo a los culpables y evitando su juicio legal, pero no social.

    Así pues, exponiendo temas agudos como la violación, el suicidio y la muerte de la religiosa Lita Castillo también en la ciudad de La Serena, la obra retrata cómo un grupo de personas cercanas a estas historia vinculadas a la fe y otras  alejadas de ella por diversas circunstancias, se debaten entre la verdad y la aceptación de estos hechos  ocurridos en el pasado y que involucra relaciones familiares y también amorosas.

    La obra, que contó con la colaboración de Bosco Cayo, dramaturgo y director serenense reconocido por su trabajo de traer historias que muchas veces pasan al olvido y que llaman a la reflexión, logra una puesta en escena concreta llena de matices transformando una historia que puede ser dramática por sus acontecimientos, en escenas divertidas y graciosas, pero sin perder la intención de exponer hechos perturbadores ocurridos con los protagonistas.

    Las actuaciones de esta obra en su mayoría son un gran acierto, mostrando un gran nivel de credibilidad y profesionalismo que sustenta la propuesta  de la obra incluso en los momentos más tensos y confusos. La nota más alta en este ámbito, es el personaje de “El Niño Dios de Sotaquí”, con una actuación que permite teñir las escenas más dramáticas con humor negro y divertido, pero sin caer en lo absurdo. Es preciso también señalar que respecto a este personaje, si bien su actuación está muy bien lograda, había episodios en que parecía un poco confusa su interacción. No por la actuación, sino por la escena montada en sí.

    El diseño del montaje es simple pero se justifica con los personajes en escena, siendo su principal recurso una lámpara que junto a los actores se desplaza por el escenario, dándole protagonismo a la actuación de cada personaje y logrando captar la atención donde es requerida siendo un elemento que acompaña la acción sin sobrepasarse.

    Tal vez, el lugar más débil de la obra, sea la dramaturgia y la actuación de algún personaje. La obra se sostiene por sí misma y la acción dramática puede seguirse sin problema, pasando del drama a la comedia, sin embargo hay ciertos problemas de ejecución que distraen en la historia, como es el caso del personaje de El Niño Dios de Sotaqui y su primera escena en que no sabemos si es real dentro de la acción o es un imaginario de la situación, cosa que al transcurrir de la obra podemos entender cuál era la intensión de éste, no siendo problema de actuación sino de lo planteado en el escenario. Junto con ello la actuación del papel principal de Evangelista, no logra la profundidad del personaje y no define el carácter de la obra.

    “Evangelista” logra así transmitir la intención de la obra que es exponer episodios reales vividos, mezclando relatos de ficción y realidad con actuaciones bien logradas y una dirección bien enfocada, tal vez presenta algunos problemas, pero es parte de la puesta en escena que resulta ser muy recomendable e interesante a la vez.

    Antes de terminar, es preciso mencionar que la obra también fue una co-producción con el TMO, y que para pesar de muchos, se ha convertido en un espacio de reflexión y discusión ciudadana donde se exponen diversos temas tanto de la contingencia como hechos olvidados y que permiten la elaboración de un juicio social, moral y por qué no decirlo político necesario para nuestros tiempos, porque la cultura forma ciudadanos críticos, ciudadanos libres, aunque a muchos pueda molestarles.

     

    *La crítica fue redactada por Lorena Molani, participante de la Escuela de Espectadores, instancia que durante varios meses asesoró a sus asistentes con herramientas de análisis cultural.