Mientras las cuentas forman filas a la espera de pago, los clientes que en otrora llenaban las sillas y “tenedores” de los pequeños restoranes ovallinos brillan por su ausencia tras las medidas oficiales que restringen la clientela dentro de ese tipo de locales.
La reinvención de negocios de comida no es opcional, es obligatorio si quieren sobrevivir.
El propietario del Café Mackena, ubicado en el paseo peatonal, Javier Rivera, indicó a El Ovallino que aunque bajó la cortina por más de una semana, se dio cuenta que no era una posibilidad.
“Las ventas han bajado muchísimo, vendemos apenas un 15% de lo que vendíamos antes, y gracias a Dios que el local es propio y no pagamos arriendo, porque por ese lado nos descargamos un poco. Estamos trabajando al día, sólo para llevar. El estilo de nuestro local es que la gente viene, se sienta, descansa. Los clientes frecuentes que nosotros tenemos prefieren sentarse, consumir tranquilamente. Muy poco teníamos clientes que pedían para llevar”, manifestó.
Refirió que ahora están preparando comida sólo para llevar y que no cuentan con “delivery”, ya que su clientela son más que todo peatones del paseo. Indicó que tuvo que poner una pancarta con los productos que tienen para llevar, indicando incluso comidas que no preparaban antes, pero que han tenido que adaptarse para poder mantener las puertas abiertas… aunque en esas mismas puertas hay dos sillas para impedir el paso de la gente y evitar alguna fiscalización.
“Si el restaurant es pequeño y tenemos las medidas de distancia entre las mesas, ¿por qué no podemos atender a la gente adentro? Si lo están haciendo en las tiendas, en el retail, aquí podríamos atender a algunos pocos clientes con las restricciones debidas”, aseguró Rivera.
Refirió que las medidas de higiene serían las mismas para todos los comercios, pues a excepción del uso del tapabocas al momento de comer, se puede mantener la distancia, usar alcohol gel y otras medidas comunes.
“Estuvimos cerrados los primeros nueve días, pero luego nos dimos cuenta que no podíamos permanecer cerrados más tiempo y decidimos abrir con comida para llevar. Necesitamos generar ingresos porque las cuentas no esperan. Y como lamentablemente la clase media no recibe subsidios y apoyo, entonces necesitamos generar más ingresos para continuar pagando los servicios”.
Reinventarse
En tanto, Moisés Rodríguez, propietario del restaurante Donde Moisés, ubicado en la esquina sur del Mercado Municipal, destacó el “difícil momento” que sufre su negocio, advirtiendo que es el peor que ha visto en los 16 años que lleva en rubro.
“Nosotros tuvimos que reducir el personal y quedarnos atendiendo la pura familia, comenzamos a vender colaciones más baratas, para llevar, bajando los precios y luchando el día a día nomás. Estamos vendiendo apenas un 10% de lo que vendíamos antes”.
Consultado sobre si la gente se acostumbra a pedir para llevar, Rodríguez indica que es difícil, porque el estilo de su restaurant era para sentarse y disfrutar el almuerzo.
“A veces hay días que no vendemos ningún almuerzo, como hay otros días que vendemos sobre el promedio, pero hay días que venimos a puro almorzar nosotros, porque no se mueve. Ni en tiempos de sequía o protesta habíamos tenido tan poca clientela como ahora.
Otro de los factores que influye en la poca clientela que ha tenido el negocio, es el cierre temprano de otros comercios de la zona, y mientras en tiempos normales atendían hasta las 22.00 horas, ahora lo hacen solo hasta las 18.00 horas.
“Ahora nos tenemos que promocionar por redes sociales, por Facebook, y tuvimos que bajar los precios. Imagine un plato de reineta que costaba siete mil, ahora cuesta 2.500 pesos, una paila también la tuvimos que bajar. Y no hacemos tantos platos como antes, si no, no venderíamos nada”.