El emblemático negocio de telas que nació por el taller de sastrería de Juan Raúl Barrera

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    Luego de más de siete décadas desde el momento en el que la emblemática tienda Paños Tomé abrió sus puertas, las hermanas María Alejandra y Roxana Barrera se han hecho cargo de lo que reconocen ahora como una tradición familiar.

    Actualmente es la única tienda que trabaja exclusivamente con textileras nacionales, luego que hace 75 años iniciaran aunque no como comercio.

    “Mi padre Juan Raúl Barrera, comenzó con una sastrería, fue un hombre tan trabajador, tan empecinado en lo que hacía, que construyó junto con mi mamá, un buen piso. Mi papá trabajaba y mi mamá llevaba la parte financiera”, explicó María Alejandra.

    “Él contó que la necesidad de hacer algo para sobrevivir lo llevó a evaluar la posibilidad de convertirse en sastre, siempre fue autodidacta, aunque contó que su abuelita en Sotaquí, que en ese momento tenía más importancia que Ovalle, era costurera y sabía coser muy bien. Y por allí papá comenzó a aprender el oficio. Luego comenzó a comprar libros, a aprender por él mismo a estudiar leyendo los libros que iba comprando, porque él quería avanzar en eso”, resaltó a su vez Roxana, quien además es docente.

    Recordaron que en muchas ocasiones Don Juan Raúl tenía exceso de pedidos, por lo que su esposa aprendió también a cortar pantalones.

    “Luego tuvieron que agrandar el taller, algo que no se veía en esos tiempos, tenía gente trabajando con él, para ser un sastre ya él solo no podía atender todos los pedidos que le hacían. Tenía seis máquinas, tenía gente trabajando, que para esos tiempos era algo muy avanzado, y eso que él no fue el primer sastre de Ovalle, pero todos los demás se quedaron en un pequeño taller y él fue creciendo”, explicó María Alejandra.

    Señaló que a medida que crecía el taller de sastrería, comenzó a comprar más telas para tener más opciones para sus clientes, para que ellos pudieran elegir. Así Don Juan Raúl fue el primero en traer cachemires desde las más grandes empresas textiles de Tomé en Concepción. Destacaron que ahora muchas tiendas trabajan con telas importadas y cachemires de China, pero que no son iguales a las nacionales.

    “Mi mamá era muy buena administradora de la tienda y del taller, ella llevaba muy bien las finanzas, tenía muy buen ojo para las compras. Hasta un camión compró una vez, porque compraban toda la mercadería desde Santiago y trasladaban todo el cargamento hasta Ovalle”, indicó la administradora.

    Poco antes de fallecer Don Juan Raúl, en 2013, pidió que no se deshicieran de la tienda, sino que mantuvieran las puertas abiertas, solicitud que han cumplido sus herederas hasta la fecha.

    “Este negocio no tiene nada que no sea para vestir, porque nosotros no trabajamos con cortinas, tapices o accesorios, nada de eso. Todavía vendemos telas de Bella Vista Oveja Tomé, que es la única empresa tradicional que queda, y todo lo que tenemos es solamente género de vestir, telas para vestidos y sombreros”, destacó María Alejandra.

    Afirmó que los pocos sastres que quedan en Ovalle, entre ellos Sergio González, compran telas en su negocio, confiando tanto en la calidad del producto, como en la atención de tradición.

    El taller

    Recordó que en los años 80 poco a poco el taller fue cerrando, quedándose la familia solamente con la tienda de telas. Así se agrandó la tienda y se fue cerrando el taller luego de más de tres décadas de labores con las tijeras y medidas.

    “Me quedé yo a cargo, pero es más bien una reliquia que un negocio, porque nadie se hace rico con este negocio, y en los tiempos en los que estamos viviendo menos. Pero lo lindo es conservar el negocio como una tradición familiar. Incluso es punto de reunión de amigas que vienen a tomarse un tecito con una galleta, y si usted lo piensa, ya no hay negocios como este”, puntualiza orgullosa.