En el tercer piso del Hospital de Ovallees posible encontrar una de las organizaciones más abnegadas y solidarias de nuestra ciudad, una que silenciosamente ha venido entregando todo su amor a personas que permanecen hospitalizadas. Una organización en donde la palabra “solidaridad” cobra su máximo sentido.
En una pequeña oficina, justo al lado del servicio de obstetricia y ginecología se encuentra la fundación las Damas de Blanco Filial Ovalle. Al abrir la puerta de inmediato se observan diversos artículos como pañales, galletas, papel higiénico, pañuelos húmedos para bebés, pijamas, jabón, entre muchos otros. Estos productos no están a la venta ni son comerciables, están destinados para personas que no pueden adquirirlos y se encuentran hospitalizados.
De lunes a viernes entre las 9 de la mañana y el mediodía, el grupo de voluntarias evangélicas que visten un uniforme blanco, recorren por turnos las salas donde se encuentran personas internadas para proporcionales ayuda. Este apoyo no solamente se remite a artículos de aseo, sino que con su palabra y desde la espiritualidad, buscan reconfortar a quienes atraviesan un momento complejo. Día a día recorren rincones del hospital, ingresando a salas de servicios como Cirugía, Medicina, Maternidad, Pediatría y la UCI, por sólo nombrar a algunos.
HISTORIA
Fue en marzo de 2002, hace ya 15 años que en la ciudad de Ovalle se instauró esta fundación. En nuestro país la agrupación nació el año 1958, de manos del pastor evangélico Alberto Küpfer y su esposa GerttrudWidman, quien dieron vida a la primera filial oficial en el Hospital Salvador, Santiago.
“El pastor empezó a visitar a gente de su congregación, al ser no vidente, lo llevaba su esposa. Él empezó a notar la necesidad de la gente, en donde había mucha que era de provincia y no era visitada, por lo que empezó a ir a verlos para brindarle apoyo no solamente material, sino que espiritual. Espontáneamente a su causa se le fueron uniendo mujeres, luego el año 1985 el grupo creció tanto que se empezaron a hacer filiales”, relata Ada López, coordinadora de la fundación Damas de Blanco Filial Ovalle.
Esa experiencia se instauró en Santiago para luego llegar a diversas zonas del país, “ahora hay 94 filiales nacionales, desde Arica hasta Punta Arenas. Sólo en recintos u hospitales públicos, nada privado”, puntualiza López.
Para la coordinadora no es un misterio el hecho de que en Ovalle no muchas personas conocen esta silenciosa pero potente labor. “La gente que tiene familiares o amigos internados son los que se enteran de lo que hacen las Damas de Blanco. Ahora nos están conociendo porque una vez al año desfilamos en el aniversario de Ovalle, cuando empezamos a participar en nuestros primeros desfiles la gente decía ‘quiénes son’, no nos conocían”, relata.
INVESTIDURA Y SOLEMNIDAD
Ser una Dama de Blanco implica mucho más queusar un uniforme, es un estilo de vida y una forma de entregarse al prójimo por completo. Uno de los requisitos es ser una mujer evangélica, sin importar la rama o iglesia a la que pertenezca, López explica la dinámica diciendo, “hay muchas iglesias; la Iglesia de Dios, la Iglesia Bautista, Asambleas de Dios, tienen muchos nombres pero en el fondo son evangélicas, la base es el evangelio. Acá las voluntarias no presentan su respectiva iglesia, ellas van a las personas a presentarles el plan de salvación para que ellos conozcan a Dios”.
Otro eje es que quien decide unirse al voluntariado debe pasar por un proceso de prueba que se prolonga por meses y termina en una solemne investidura para formar parte de la agrupación por el resto de su vida, “son 6 meses de prueba porque es un compromiso que uno tiene que tomar para siempre, si uno cree en Dios cree para siempre. Casi todas las hermanas que ya partieron a la presencia de Dios, se van en el ataúd vistiendo su uniforme”, revela López.
Cabe destacar que en ese proceso de postulación la aspirante debe haber sido parte de una iglesia evangélica por un tiempo de al menos 2 años. Además el pastor de la iglesia evangélica a la que pertenece la futura voluntaria debe extender una carta de recomendación para poder integrar el voluntariado, “no puede postular cualquier hermana evangélica, tiene que tener el respaldo de la iglesia y de su pastor. Tenemos que tener muy claro qué es lo que tenemos que entregar y saberlo entregar, por eso tenemos también una capacitación”.
SANAR CON LA PALABRA
López ha vivido una serie de experiencias vistiendo este uniforme, algunas de ellas, tienen relación con los estados emocionales que pueden ser curados con la intención del propio paciente. “Hay personas que no están enfermas físicamente, sino que del alma. En una oportunidad tuve una experiencia muy hermosa con una persona que estaba muy enferma, pero resulta que no era tanto por una enfermedad física, era por todo el daño que le habían hecho, ella estaba llena de rencor, de ira, no sabía perdonar. Empezamos a compartir con ella y le dije ‘si usted quiere ser sana y que Dios le dé fuerzas, usted tiene que perdonar’, me dijo ‘pero no sabe lo que me hicieron’, le respondí que ‘en el perdón está la bendición’. Tiempo después finalmente la señora se sanó”, declara.
CONTACTO CON LOS ENFERMOS
Al estar insertas en un servicio tan complejo como lo es un hospital, el grupo de voluntarias debe respetar y acatar una serie de protocolos conducentes a lograr que ellas puedan desempeñar su rol sin entorpecer la labor de los médicos, ni provocar incomodidad en los hospitalizados. En este punto López comenta, “al entrar a una sala para hablar con un paciente no podemos llegar y pasar, tenemos que ser prudentes. Cuando hay un profesional atendiendo a un paciente yo no puedo ingresar a entorpecer, tengo que ver el momento oportuno, si por ejemplo hay un enfermo durmiendo no lo puedo ir a despertar”. López declara que están agradecido del hospital local, ya que a pesar de los protocolos a las que están sujetas, se dan las condiciones para que puedan ejecutar la ardua tarea que día a día realizan, “hacemos lo que nos dicen y lo acatamos, por eso ya son 15 los años que nos han valorado en este lugar”.
SI bien en su origen la labor se enfoca en los hospitalizados tambiénle tienden una mano a personas que necesitan una palabra en un momento difícil, a través de oraciones o un simple gesto. “Una vez llegué y estaba llorando una señora porque falleció su mamá. No le puedo decir ‘que Dios la ayude’ porque la señora en ese rato, con tanta pena no va a querer saber de Dios. Lo abracé y le dije que llorara, después se quedó más tranquila y me vine a la oficina. Esa es la visión nuestra; siempre andar viendo dónde podemos ayudar a través de alguna contención”, confidencia la coordinadora.
VOLUNTARIAS
Hay algo que une a las 20 voluntarias de esta organización, y es el hecho de sentir satisfacción y amor indiscutible por el rol que cumplen con los enfermos.
Juana Ledezma, ha sido voluntaria durante 15 años relata, “Soy una de las fundadoras. Para mí es un servicio muy grato, maravilloso, llevar la palabra de Dios al enfermo, al que lo necesita porque está triste, angustiado, es una satisfacción. Le diría a las personas que se acercaran a nosotros, siempre damos ayuda, muchas personas que tal vez no son cristianas se sienten cerca de nosotros y han querido ser socios-cooperadores”.
Silvia Rojas, es también otra de las fundadoras, “para mí ha sido una labor muy hermosa, desde antes de integrarme el Señor me estaba avisando de esta misión en sueños muy hermosos que tuve. Esta misión es muy grande y la hago con todo mi amor, con todo mi corazón, nunca me ha costado llegar a un enfermo, siempre pido por ellos y les digo que somos Damas de Blanco. Esto es una misión material y espiritual que el señor nos ha enviado, eso es lo que hacemos acá”.
Ana Antinao García es aspirante a ser voluntaria, esta semana participó por vez primera en las rondas del grupo. Ella explica las razones por las que decidió intentar integrar esta agrupación diciendo, “tenía en mi corazón el anhelo de ser parte de Damas de Blanco para poder entregar consuelo, paz y esperanza a aquellos que se encuentran enfermos. Nosotros como hijas de Dios, como creyentes, sabemos que la última palabra de todo la tiene Dios y si hay un plan y un propósito él puede usar nuestras vidas para poder traer restauración a las personas, a los niños, a todos los que se encuentran enfermos”.
María Mundaca, ha sido voluntaria por casi 2 años. Frente al trabajo realizado relata, “esta labor me ha entregado mucho amor, mucha bendición porque es una labor hermosa, es algo que llena el corazón, es gratificante. Es cierto que es voluntario pero el pago es algo de adentro, algo del corazón. Aspiro a que nos conozcan más y sepan de esta labor tan hermosa”.
Mundaca además relata las impresiones de quienes son ayudados por las Damas de Blanco, “la mayoría son de afuera, del campo. Lo primero que nos preguntan algunos es ‘cuánto cuesta’, pero cuando les decimos que esto es un regalo de Dios se puede ver la emoción, la gratitud (…) A veces no necesitamos entregarles algo material, sino que sólo hablarles y ellos ya nos escuchan, nos miran, nos reconocen”.
Al ser consultada sobre qué le diría a la comunidad ovallina para graficar lo que hacen las Damas de Blanco, la coordinadora responde, “esto se trata de un voluntariado de amor y misericordia en el Hospital de Ovalle. Cuando vienen personas y no nos conocen, nosotros nos acercamos y les decimos que estamos para ayudarles, estamos para servir a la comunidad”.