La Escuela básica Padre Alberto Hurtado Cruchaga se encuentra ubicada al interior del Centro de Prisión Preventiva de Ovalle y tiene como principal foco ofrecer educación a la población penal que reside en el recinto. Comenzó a funcionar a principio de los años 60 bajo la modalidad de “escuela satélite”, pues la escuela central de la cárcel en esa época se encontraba en el penal de La Serena. “Aquí era como un curso, había muy pocos internos”, comenta el director del establecimiento, Teodosio Guerrero.
Con el tiempo, pasó a ser una escuela anexa, hasta que ya después de los 70 se independizó. Luego, cuando las escuelas se clasificaron en letras, ésta quedó como Escuela Especial de Adultos, hasta que llegó el cambio de nombre y pasó a llamarse Escuela básica Padre Alberto Hurtado Cruchaga; nombre que mantiene hasta la fecha, pero que está en pleno proceso de cambio, pues ya no se condice con las características del establecimiento, ya que también se imparte educación media completa. Guerrero, explica que de forma consensuada con la comunidad educativa decidieron postular el nombre de Colegio San Alberto Hurtado Cruchaga, para que desde el Ministerio de Educación se efectúe el cambio. “Hemos tenido casos de alumnos que han querido obtener nuevamente su licencia de conducir y les piden certificado de cuarto medio, entonces el certificado dice enseñanza básica”, argumenta el Jefe de la unidad Técnico Pedagógica, Miguel Grandon.
Actualmente, asisten diariamente a clases, 82 alumnos, 3 de ellos mujeres. Los cursos, están subdivididos en cinco niveles; tres de básica y dos de media y tienen una duración de un año, dividido en dos semestres. El primer nivel corresponde a los cursos de 1° a 4° básico de la educación regular; el segundo nivel, 5° y 6°; y el tercero, 7° y 8°. En el caso de la enseñanza media, se imparten dos cursos: 1° y 2° medio el primero; y 3° y 4° el segundo. A la enseñanza básica pertenecen 31 alumnos, mientras que a la media, 51. Ambas jornadas, la de la mañana (de 09.00 a 12.00) y la de tarde (de 14.00 a 18.00) comienzan con una oración en la que participan todos los cursos y los docentes, como directriz valórica de la escuela.
Cumplen funciones en el establecimiento 14 profesionales, además de una monitora de formación de oficio, que imparte los cursos de ayudante de cocina y garzón, destinados exclusivamente para los estudiantes de segundo y tercer nivel básico y una psicóloga del programa de integración. Además, el establecimiento ofrece educación denominada comúnmente de adultos; la cual tiene planes y programas diferentes.
La escuela organiza diversas actividades extracurriculares, como actos e instancias de esparcimiento donde la comunidad educativa interactúa de igual manera que cualquier otro establecimiento.
Si bien el establecimiento está emplazado en la cárcel, opera de manera autónoma y bajo la administración del municipio local. Gendarmería funciona, en este caso, como apoderado de los estudiantes, y como un órgano más dentro de lo que es la comunidad educativa. La misión de esta particular escuela, es desarrollar en los alumnos y alumnas en contexto de encierro, habilidades que propendan al logro de aprendizajes significativos y de calidad, mediante el desarrollo cognitivo, la inclusión, la reinserción con sentido humano y valórico; siendo sus principios de identidad: la honestidad, el respeto, la convivencia, la solidaridad, la lealtad y la tolerancia.
Aporte a la reinserción
Para el seremi de Justicia, Carlos Galleguillos, la educación, junto a otros factores, son determinantes para la reinserción social de la población penal. “Si uno observa las cifras a nivel nacional, el 86% de las personas que entran privadas de libertad, son personas que han desertado del sistema escolar, y que precisamente, al entrar en una cárcel encuentran una oportunidad de poder estudiar”.
Por su parte, el capitán Erick Jara, alcaide la unidad, comenta que el 50% de la población penal tiene vinculación con la Escuela Padre Alberto Hurtado, y que como Gendarmería, han apoyado todas las iniciativas que el establecimiento presenta. “Creemos que el derecho a la educación es fundamental para el desarrollo y crecimiento de nuestra población penal. Y para que ellos, el tiempo que están recluidos, lo aprovechen para educarse”, mencionó.
Coincide en este punto, el presidente del Centro de Alumnos, Washigton Tigrilla, quien este año culminará su enseñanza media. “Es una oportunidad que nos dan a los internos, el que quiere aprender, aprende. El tiempo que tenemos sin ocupación, aprovechamos de aprender algo y no es malo. Se aprende, y es importante para sacar su educación también, si aquí hay que ganarse las notas, uno estudia; y al final lo saca de la rutina a uno, se distrae también y tiene algo que hacer”, sostuvo.
Espíritu y método
Los docentes se esfuerzan por inculcar en sus estudiantes valores que les permitan reinsertarse en la sociedad. (De izquierda a derecha: profesor Diego Alfaro; director Teodosio Guerrero; profesor Francisco Maluenda y jefe de UTP Miguel Grandon).
Con 33 años de servicio en este establecimiento, el profesor y actual director, Teodosio Guerrero, considera que el aporte a la comunidad que efectúan los profesionales que allí trabajan, es tremendo. “La delincuencia está tan grande en el país, y somos nosotros quienes recibimos a esas personas y nos esforzamos para devolverlos de mejor manera a la sociedad. El interno, el hombre que comete delito, demuestra aquí lo que es como persona, y uno le conoce la otra faceta. He conocido la falencia de una familia constituida; son hijos de la calle; hijos de nadie se puede decir; porque no han conocido padre, no han conocido madre, o algunos han conocido padres y madres que han querido dejarlos solos, en abandono total. Entonces ellos no saben de constitución de familia, no saben las reglas constituidas, ellos están muy apartados de eso. Hay muy poca educación, de comportamiento, y los valores también están truncados”, comenta.
Por estos motivos, expresa que se refuerza mucho la parte valórica y cívica de los estudiantes; y que se requiere para enseñar, primero que todo, mucha vocación. “Yo hago mucho hincapié en los profesores que trabajan aquí, que tienen que tener una mística especial. Yo les digo siempre que trabajar aquí es trabajar con heroísmo; porque aquí no puede venir cualquier profesor, aquí no puede venir un profesor que viene a ganarse el sueldo no más. El profesor que llegue aquí tiene que ser humano, tiene que ser servicial, tiene que trabajar con cariño, con afecto, y abierto a lo que se puede hacer, porque nosotros también tenemos que cumplir los planes y programas del Ministerio de Educación, pero también tenemos que ampliarnos, y muchas veces en nuestras clases terminamos hablando de otras cosas, pero que tienen injerencia en la formación de nuestros estudiantes”, sostuvo.
Tanto el profesor Pedro Hidalgo como Diego Alfaro, señalan que para ellos ha sido una experiencia muy enriquecedora trabajar en este lugar. “Lo veo como un desafío, es una forma en la cual trata el profesor, en mi parte, de inmiscuir todo lo que está relacionado con la vida diaria; en el cual el estudiante tiene que aprender en base a los valores, y eso resulta difícil ya que como ustedes comprenderán, las personas que estudian acá tienen una desviación en ese sentido”, planteó el primero, mientras que el segundo sostuvo que “ la verdad es que esta experiencia ha sido bastante buena, me ha servido bastante para crecer como persona y entender la situación que viven los alumnos”.