Escuela Inclusiva y Deportiva Amor Verde apuesta por la diversidad de opciones de formación

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    Con poco más de un año de formación oficial, aunque la idea ya que preparaba a fuego lento durante el inicio de la pandemia, la Escuela Inclusiva y Deportiva Amor Verde ha logrado ser un gran aporte de formación e integración para los niños y jóvenes con necesidades de atención especial de la comuna de Ovalle.

    La organización, nacida bajo el alero del Club Social y Deportivo Ovalle, ofrece actividades deportivas y culturales en un ambiente de igualdad y familiaridad.

    La idea de formar la institución nació de Katerinne Ortiz, futbolista, entrenadora de las damas del CSD Ovalle, y coordinadora del proyecto, quien al entrar a trabajar como profesora de educación física en un colegio especial, se dio cuenta de la necesidad de iniciar una propuesta social que colaborara con la formación de los niños y niñas.

    “Esto nació por la necesidad que veíamos de un espacio para los niños con necesidades educativas especiales. Tras comenzar a trabajar a una escuela especial, le compartí la idea al profesor Francisco Carvajal, presidente del club, y comenzamos a organizar algunas actividades para los chicos, entre el colegio y el Club Social. Ha sido una propuesta espectacular que nos deja muy satisfechos con la respuesta alcanzada hasta ahora”, indicó Ortiz a El Ovallino.

    Señaló que desde el inicio planificaron algunas actividades deportivas, pero que querían dar un paso más.

    “Vimos una idea de la Universidad de Chile, Sueño Azul, que ellos tienen, pero es casi exclusivamente de fútbol. Y mi idea era que la propuesta no fuera enfocada solamente en fútbol, sino que pudiera tener diferentes disciplinas deportivas, pero tampoco que fuera netamente deportivas, sino que pudiera abarcar también actividades culturales”, agregó.

    Debido a que la propuesta venía desde el inicio de la pandemia, no fue fácil convocar a las jornadas. Se paralizó un poco a la espera de una buena oportunidad.

    “Hasta que decidimos dar el vamos hace poco más de un año, en septiembre, que aunque estábamos en pandemia, ya se podían hacer algunas actividades, así que comenzamos a convocar. La respuesta fue muy buena. Superó nuestras propias expectativas, porque nosotros pensamos que podríamos iniciar actividades con unos cinco o seis niños, pero el primer día se sumaron 13 niños el primer día, y fue en ese momento cuando comenzamos a ver que el proyecto iba a funcionar bien”, apuntó la docente, quien señala que actualmente más de 40 niños y jóvenes participan de las actividades.

    “Vencimos ese primer temor, y nos enfocamos en enseñar a la gente lo que es un niño con necesidades educativas especiales o con una condición de discapacidad, porque mucha gente no tiene idea de qué se trata”.

    Actividades y dinámicas

    Explicó Ortiz que el programa que han establecido los lleva a reunirse dos veces por semana, la tarde de los martes (15.30 a 17.00h) y de los viernes (16.00 a 18.00h).

    “Los martes nos reunimos en el Estadio Diaguita, mientras los viernes lo hacemos en la Oficina de la Discapacidad en avenida La Paz. Eso sí, cuando tenemos alguna actividad especial, algún torneo, o carrera, nos reunimos también los sábados”.

    En la parte deportiva comenzaron haciendo circuitos de entrenamiento, aunque han trabajado tae kwon do, atletismo, baloncesto y fútbol. En el ámbito cultural han explorado pintura y bailes.

    “Con el atletismo lo pasaron muy bien. El tema de salto largo, de las carreras, de los relevos, los entusiasma mucho y los integra. También en el tae kwon do han avanzado, uno de nuestros niños ya va a competir por primera vez en una convocatoria federada”, explicó.

    “Los apoderados confían mucho en nuestro trabajo, en nuestras locuras”, señala Ortiz, quien junto a Nicol Miranda, y con el apoyo de los apoderados y del club, han logrado cimentar las bases del proyecto.

    Expectativas cumplidas

    Nada hace más feliz a un padre, que ver la felicidad de su hijo. Así lo puede expresar  si temor a equivocarse la apoderada Laura Muñoz, madre de Ignacio Yévenes, uno de los participantes.

    “Nacho’ llegó a la academia cuando ésta apenas tenían un par de semanas de formada, así que tiene un año con ellos. Cuando supe de la academia no dudé en llevarlo, porque eso es lo que más necesita. Para mí verlos disfrutar de lo que la tía les enseña es impagable. Para las mamás que estamos con ellos eso no tiene precio, porque siempre está contento, compartiendo con otros niños, y lo principal es que las tías los hacen sentir a todos importantes, porque para ellas todos son igual de importantes, y eso se lo enseñan a los niños”, apuntó Muñoz.

    Refirió que los apoderados siempre agradecer a las tías por el trabajo que realizan.

    “Nacho siempre está ansioso de que llegue el martes o viernes para ir a las actividades de la Escuela Inclusiva. Él desde la escuela se va para las actividades, así que se va muy emocionado. Si a veces que no ha podido ir, se pone triste o se pone a llorar, porque le gustan mucho las actividades”.

    Destacó que una de las actividades que más ha disfrutado su hijo es el baile, pero igual ha participado en todo lo que preparan las tías. Le gusta saltar, correr, jugar a la pelota.

    “Nosotros como apoderados también estamos impulsando el proyecto de un espacio para los niños, y en eso estamos enfocados, tratando de levantar un proyecto para conseguir un terreno en comodato en el que podamos tener un local, un gimnasio, unos salones acordes para nuestros niños. Estamos buscando una sede propia, un espacio propio en el que podamos desarrollar nuestras actividades, podamos adaptar a nuestras necesidades de movilidad, de seguridad”, puntualizó.

     

    Este reportaje es parte de un Proyecto financiado por el Fondo de Medios del Gobierno de Chile y el Consejo Regional.
    "Exitosas experiencias de inclusión social y laboral en la provincia del Limarí" Es un aporte de diario El Ovallino en conjunto con la Agencia m+d