Las historias y vivencias de una mujer carenina de tomo y lomo

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    La señora Marion Tapia Ramos.

    Al recorrer el pueblo de Carén en Monte Patria, y consultar por la habitante más longeva, se menciona de inmediato a la señora Marion Tapia Ramos, quien este 2018 cumplirá nada menos que nueve décadas.

    En su vida ha sido testigo de parte importante de la historia de ese pueblo. Una de las cosas que le ha llamado la atención es la dinámica en las relaciones. “El desarrollo de la unidad de la gente, es distinto. Ahora la gente y la juventud comparte menos a pesar de que ahora con esto de las mineras todos emigran. No es igual al Carén de antes, es como si fuéramos menos cercanos. Me crié con mi abuelita y cuando yo llegaba de Ovalle ella me mandaba a saludar a toda la gente, eso hoy día no existe”.

    Cuenta que casi no arriban nuevos habitantes a la zona, “casi siempre somos los mismo con toda la descendencia”. Al preguntarle por sus descendientes, se toma el tiempo para responder, ya que su familia es numerosa;  6 hijos (2 hombre y 4 mujeres), 13 nietos y  12 bisnietos.

    Otro punto que viene a su mente es la escasez de precipitaciones que impera en la zona. “Me acuerdo que cuando era niña llovía mucho acá. La calle principal de Carén era pura tierra y bajaba una quebrada, se inundaba, era como un pequeño río. La sequía no era tanta. Hasta el año pasado fueron 8 o 10 años de sequía tremenda. Tuvimos que regar por turnos, nos daban cada 8-15 días el agua para el predio”

    Sobre el clima en aquella época, rememora diciendo, “era más parejo, en invierno llovía mucho pero no con estas ondas de frío tremendas. Era más equilibrado, cada estación mantenía su periodo”.

    ¿Cuál es el secreto para la longevidad? La señora Marion revela los suyos afirmando, “no alcohol, no cigarros. Comer porotos, lentejas, mote, charqui, comidas con trigo. Siempre con mis hijos conservamos ese régimen de alimentación con cazuelas, verdura como tomates, lechuga”. Además dice que todo era más orgánico, “lo que se cultivaba venía sin desinfectante, todo era natural, el agua se depuraba con un destiladero”.

    Reconoce que la longevidad no es algo extraño en su círculo cercano, “mi papá murió a los 86 años y mi abuelita a los 93”, por ello concluye entre risas, “creo que soy de largo tiro”.