En las entrañas del hermoso valle de Río Hurtado, se ubican las 128 hectáreas que componen el Monumento Natural Pichasca, un histórico sitio pre-cordillerano de relieves marcados que invita al viajero a transportarse y conectarse con el pasado del territorio, lo que se traduce en un encuentro inolvidable.
En la década del 60’, Gastón Zevallos Miranda, descubrió extrañas figuras que al fin de cuentas terminarían siendo costillas, vértebras y un húmero de un Titanosaurio del tipo Antarctosaurus. El hallazgo del agricultor oriundo de San Pedro de Pichasca fue el primero en su especie en Chile y la piedra inicial para formar el Monumento Natural Pichasca, que está situado a solo 56 kilómetros de ‘La Perla del Limari’.
Posteriormente, el asombroso lugar fue publicado en el diario oficial como parque nacional Bosque Petrificado de Pichasca (1972). Y luego de pasar a la Corporación Nacional Forestal (1981) y perder su calidad de parque nacional (1983), se declaró monumento natural a través del decreto 123 del ministerio de agricultura (1985).
El monumento se localiza sobre una formación geológica del cretácico superior, (etapa de hace 80 millones de años), denominada Viñita, de origen volcánico y sedimentario clástico continental. Es por esto que entre sus senderos se pueden distinguir rocas volcánicas y flora fosilizada que de acuerdo a estudios, corresponde a restos de troncos de araucarias e improntas de hojas de especies arbóreas de Gimnospermas y Angiospermas. Asimismo, en la zona se ha encontrado fauna petrificada como placas de caparazón de tortuga, posiblemente de agua dulce.
En base al descubrimiento de Zevallos Miranda, en el lugar se construyó una escultura a escala que día a día recibe los flashes de las cámaras de los visitantes, quienes también posan junto a la milenaria criatura para la respectiva selfie.
En cuanto a los aspectos culturales, en los límites de la zona se ubica la llamada ‘Casa de Piedra’, un alero rocoso de 10 metros de ancho en el que habitaron diversos grupos de cazadores-recolectores de distintos periodos y culturas a lo largo de la historia. Junto a la mayúscula figura del Antarctosaurus, la especie de cueva es uno de los puntos más visitados, y es que allí se sitúa la escultura de un cazador-colector que puede ser observada desde una terraza de madera. ‘Peligro de derrumbe’, advierte una señalética.
A su vez, en la ‘joyita’ de Río Hurtado se han hallado pinturas rupestres y pictografías correspondientes a diversos complejos culturales. El terreno cuenta con un sendero de 2,5 kilómetros que se completa en un tiempo aproximado de hora y media. Todo depende del ritmo y el tiempo de parada en cada uno de los puntos.
Al sector se puede acceder permanentemente durante todo el año, a través de la ruta D-595 que pasa por el Embalse Recoleta y llega hasta San Pedro de Pichasca, el poblado que está frente al monumento natural. El horario de atención en temporada alta es todos los días de 9.00 a 15.horas y en temporada baja de jueves a domingo en el mismo tiempo. Los valores fluctúan entre los 3 y 6 mil pesos dependiendo de la nacionalidad. Los adultos chilenos cancelan $3.000 y los menores $1.500, mientras que los adultos extranjeros $6.000 y los niños $3.000. Las mujeres mayores de 60 años y los hombres mayores de 65 junto a las personas en situación de discapacidad, no pagan.
En resumen, visitar el Monumento Natural Pichasca resulta ser un excelente panorama para la familia. Y es que cuenta con los vestigios arqueológicos y paleontológicos más antiguos de la zona. Los troncos de araucarias petrificados, los huesos de animales prehistóricos y los rastros de asentamientos humanos de hace 8.000 años atrás, están allí, a la vista y al alcance de todos. Solo es cuestión de tomar un vehículo y emprender rumbo al noroeste de Ovalle.