-¿Viste lo que pasó el Talcahuano?
Preguntó Don Luis a su eterno compañero de conversaciones en la plaza de armas.
-Sí, fue refuerte, imagino el susto de esas pobres familias
Contestó Don Julián.
-¿Te imaginás algo así en Ovalle?
-¡Sería el fin del mundo! Ni que estuviéramos tan cerca de la costa… aunque en Estados Unidos hay tornados en la zona central del país y no necesariamente en la costa.
-Aquí hubo un viento fuerte que voló unas láminas de la techumbre de la Feria Modelo y la gente se asustó mucho
-Sí, mi nieta me lo mostró en su teléfono, dice que me los pasó, pero no lo supe abrir.
Acostumbrados a tiempos más tranquilos los dos abuelos hicieron un repaso por los “desastres naturales” que se han ensañado contra Ovalle, desde que tienen memoria, desde las sequías más fieras hasta las lluvias más devastadoras.
-Recuerdo que en todos los desastres de la comuna, siempre nos uníamos a Jorge, que era quien organizaba el grupo.
-Sí, desde que murió ya no hemos hecho más colectas para damnificados o personas afectadas por desastres naturales.
-Recuerdo que ayudamos harto a la gente del sur en cada tempestad.
-¿Y a los del norte? Siempre enviamos comida…
-Pero ya no tenemos fuerzas, además, con la pensión que cobramos deberíamos recibir ayuda de otros, es nuestro desastre natural.
-Ya. Que colaboren ahora los jóvenes. Todavía no he visto un movimiento de ayuda a la gente damnificada. Bueno, creo que tampoco hubo muchas casas taaan dañadas que ameritaran ayuda.
-Creo que la última ayuda que vi, fue para las inundaciones del norte, el año pasado.
-Sí, espero que puedan salir de Ovalle muchos camiones con ayuda.
-¿Crees que lo necesiten en esta oportunidad? No creo que sea para tanto.
-Toda ayuda es buena, y si no la necesitan ellos, seguramente la necesitarán otros.
El clima se estaba poniendo pesado y el frío comenzaba a ganarle la pulseada al sol. Sin que sonara una campana ni nada por el estilo, los dos adultos sabían que era momento de regresar a sus casas en busca del calor que estaría faltando a algunas familias en Talcahuano.
-No fue en Ovalle, pero creo que de Ovalle puede salir ayuda.
-Pero ya nosotros estamos muy viejos para organizarnos. Que lo hagan los más jóvenes.
-Tengo un par de frazadas en la pieza. Si me las piden, se las doy. Uno nunca sabe cuándo nos tocará a nosotros recibir ayuda.
-Espero que algo pueda salir de Ovalle.
Con un deseo de poder ayudar pero no sabiendo cómo, los dos abuelos se despidieron dejando que el frío tomara el control de la plaza de armas una tarde cualquiera de esta semana.