En el 2013 comenzó su primera experiencia en China y desde ese momento que sus viajes entre Ovalle y el país oriental no se han detenido. Diego Rojas Jamett se dedica a la importación y exportación de productos para diferentes clientes, tanto en Chile como en Asia.
El primer viaje fue en el mencionado año junto a su padre, para conocer una de las ferias comerciales más importantes del país, en Guangzhou.
“Siempre quedé admirado por el trabajo que hacía nuestro traductor que contratamos en nuestro primer viaje”, cuenta Diego.
Luego de unos meses en Nueva Zelanda estudiando inglés, en el año 2016 viajó a China ahora como traductor de inglés-español. En la provincia de Cantón comenzó a buscar un trabajo, hasta que un empresario chino confía en sus capacidades.
Por cuatro meses se mantuvo en China donde comenzó también a aprender el idioma chino, a trabajar y crear contactos para conformar una cartera de clientes.
“Conocí en Nueva Zelanda a mi actual socio, quien me recomendó para comenzar salir a la calle, para aprender idioma y ver los mercados en distintos sectores de China. Me retiré de mi primer trabajo, comencé a trabajar con él y ya llevo cerca de un poco más de un año yendo y viniendo desde China”, dice.
Son cerca de cinco meses continuos que permanece en el país oriental. Luego de eso, regresa a Chile para ver a su familia y contactarse con clientes chilenos, quienes importan productos desde ese mercado. Por ejemplo, Diego realiza los contactos entre comerciantes locales quienes desean arribar con sus productos en China. Es así como vinos y otros productos comienzan a llegar, vía contenedores. Y desde China llegan productos como muebles, neumáticos, con contenedores con diferentes productos.
En síntesis, realiza el nexo entre productores.
“Por ejemplo, contacto a un cliente que quiere zapatos. Éste me manda un modelo y yo lo busco. Trato de optimizar el tiempo, envío precios reales en China y nosotros obtenemos un porcentaje de la transacción. Nos preocupamos de que el contenedor venga sellado y con seguridad, porque la importación se trata de confianza”, señala.
Junto con sus socios ya tienen oficinas en Guangzhou, un paso importante para este emprendimiento que lleva un año.
UNA CULTURA DIFERENTE
Las diferencias culturas entre Chile y China son muchas. En la comida, principalmente, ya que hay mercados en donde los locales consumen, por ejemplo, carne de perro. No obstante, ésta se ve en escasos mercados.
“También se come la tortuga, las culebras, el alacrán. He probado todo eso, menos perro”, cuenta.
Y en temas de seguridad, China está a “años luz” de Chile.
“China es un país totalmente diferente. Cuando vuelvo a Ovalle es genial, porque es mi ciudad, pero también quiero volver a China por seguridad, la tecnología. Estamos a años luz de China en seguridad, a las 04.00 horas de la madrugada no te pasa nada. Es un país muy caótico y acá en Ovalle es mucho más tranquilo.
La vida de Diego seguirá entre Ovalle y China. Es más, en el corto plazo tiene en los planes abrir otra oficina en la ciudad de Shenzhen, otra urbe donde prima la tecnología, donde ya cuenta con oficina en Guangzhou.
“Son proyectos a largo o mediano plazo. Es un proyecto de vida que mi papá me lo enseñó como comerciante de Ovalle, gracias a Dios tengo el apoyo de mi familia, seguir en esto que es lo que me gusta”, dice.
Entre Ovalle y China seguirá la vida de Diego, ampliando sus horizontes en un trabajo que lo apasiona.