Desde que se supo la noticia en agosto de 2016, los productores de pisco se han mostrado s felices y orgullosos ya que este año la zona será sede del Spirits Selection by Concours Mondial de Bruxelles -una de las más importantes competencias de destilados a nivel mundial.
En el documento se señala que “Lamentablemente hoy la polémica gira en torno al requerimiento -establecido por los organizadores del Concurso- de que los productores peruanos inscriban su producto como “destilado de uva” o “aguardiente” para concursar este año. Ello se debe a que la legislación chilena establece que el uso de la palabra “pisco” es la «denominación reservada por la ley para designar exclusivamente al pisco en reconocimiento de sus especiales características derivadas fundamentalmente de los factores naturales y humanos tradicionales, propios e inherentes a su origen geográfico”.
En el contexto del concurso mundial de espirituosas no se ha planteado ninguna variación a las condiciones legales existentes. El aguardiente producido por Perú ingresa y se registra para su comercialización en Chile como Destilado o Aguardiente de vino, requerimiento legal que no ha supuesto inconveniente a los productores de este destilado peruano para convertir a Chile en el primer mercado de destino comercial de exportación de su producto.
Se agrega que “Nuestra Denominación de Origen -dictada por el DFL 181 de 1931- es la más antigua de toda América, y permite el uso de la palabra pisco para el «aguardiente producido y envasado, en unidades de consumo, en las Regiones III y IV del país, elaborado por destilación de vino genuino potable, proveniente de las variedades de vides que se determinan en este reglamento, plantadas en dichas regiones”.
La Denominación de origen de nuestro pisco está reconocida en Europa, Estados Unidos, China, Oceanía y todos aquellos países con los cuales Chile ha firmado un Tratado de Libre Comercio.
El pisco forma parte de la gastronomía chilena, con una producción nacional de más de 36 millones de litros anuales, muy consumida por su población —calculándose un consumo de 2,2 litros anuales per cápita— y un producto de exportación, cuyos principales destinos son Estados Unidos, Argentina y diversos países de Europa.
UN POCO DE HISTORIA
Pero el arte de destilar no es un invento chileno, ni latinoamericano. La elaboración de bebidas alcohólicas destiladas se atribuye al europeo Arnau de Vilanova (1240-1311). En busca del elixir de la vida o elixir de la eterna juventud, decidió experimentar poniendo vino en un alambique (utilizado en ese entonces para la elaboración de perfumes) para extraer su esencia; el resultado fue un agua clara incolora, que parecía demostrar que en efecto era el agua de la vida debido a la euforia que se experimentaba al beberlo.
A través de los siglos, los aguardientes de uva de diversas regiones han adquirido prestigio, tales como el Cognac, Armagnac, Jerez, aquellos provenientes de Portugal, Italia, etc. En cada país suele haber distintas costumbres y criterios que proporcionan al correspondiente aguardiente sus rasgos distintivos.
La uva llega a América Latina con los españoles, quienes traen al nuevo mundo productos europeos para asegurar su alimentación y consumo. Las parras se dieron muy bien en el Nuevo Mundo, y la producción de vino y destilado de vino pronto se masifica, cuando ni siquiera existían las actuales fronteras de Chile y Perú.
Se enfatiza en que “Lamentamos los ataques y el desprecio a un producto que se elabora en Chile desde antes de que nuestro país incluso existiese como tal. Entendemos que la disputa por la Denominación de Origen siga causando polémica, pero ello no puede dar pie a insultos y agresiones como las que se evidencian actualmente.
Desde hace 86 años, los productos que no cumplan con la Denominación de Origen Pisco deben comercializarse en Chile bajo el nombre de aguardiente o destilado de uva. Ello es aplicable tanto en el caso de los aguardientes de Doñihue, Chillán u otros a nivel nacional, como en el caso de productos internacionales, tales como el proveniente del Perú. Esta normativa permite la libre comercialización del destilado de uva peruano en Chile, a tal punto que incluso se consume más aguardiente peruana en Chile que en su propio país de origen.
El consumo per cápita en el Perú es de 0.22 litros por año, mientras que los chilenos consumen más de dos litros de pisco al año. La producción también presenta importantes diferencias, ya que Chile tiene una producción de destilado de uva cuatro veces mayor a la de su vecino del norte.
“Pero más allá de las cifras, creemos en el respeto y en el trato igualitario. Este año, el CMB tiene sede en Chile y, en sintonía con nuestra legislación, los productores peruanos que quieran participar tendrían que hacerlo bajo la denominación de “aguardiente de uva”, de la misma forma en que llevan décadas comercializando su producto en nuestro país. Lo mismo ocurriría al revés, si la sede de la competencia fuese el Perú. De hecho, en las ediciones anteriores del CMB, han participado “piscos” chilenos y peruanos por igual, lo cual es obviamente opuesto a la tesis peruana de exclusividad”.