Dos tachos con arena que sirven de portería y un balón a punto de desinflarse son suficientes para que dos niños asuman que el terreno donde se encuentra el campamento en el que viven, es un estadio lleno de fanáticos que aplauden cada jugada de su pichanga.
Alrededor, seis casas levantadas con material ligero se mantienen en el campamento que han bautizado como Ribera del Río, y que de alguna manera intenta proteger, con escaso éxito, a las familias que se mantienen allí.
Con la convicción de que son los olvidados, los casi invisibles para el resto de la comunidad, las seis familias siguen buscando apoyo para sortear el día a día y, en este caso específico, para no contraer alguna enfermedad respiratoria, normal en el invierno, y mucho menos Covid-19
Rosana Bravo, lleva cinco años viviendo en el campamento, ha tomado el liderazgo y es quien más ha buscado apoyo oficial para intentar sacar a las familias de la desidia.
Una de las principales preocupaciones de Bravo es la salud, y el hecho de que están muy expuestos a enfermedades respiratorias.
“Ahorita no tenemos contagiados. Lo que queremos ver es alguna alternativa para que se pudiera hacer el examen PCR a todos los que vivimos en el campamento, porque a mí me hicieron el examen y salí negativa. Yo siempre estoy pendiente de los que viven en el campamento, porque si uno se enferma sería muy negativo para todos”, indicó a El Ovallino.
Aseguró que con los funcionarios del departamento de Desarrollo Social de la municipalidad han tenido contacto han recibido ayuda anteriormente, pero que últimamente no les han tendido una mano.
“La única ayuda que nos llegó fue de una asociación de extranjeros, quienes nos trajeron unas cajas de víveres a varias de las familias” narró.
Explicó que después de la última lluvia se desarmaron algunas casas, y aunque no se enfermó nadie en el momento, la pasaron muy mal.
“Esto puede ser un foco de contagio si no nos cuidamos. Tenemos muchos problemas y tratamos de solucionar, porque nadie nos acompaña”, indicó.
Con agua
Por su parte, otra de las vecinas, Yury Suwa, indico que aunque no cuentan con servicio eléctrico, al menos el agua transportada por camiones de la Municipalidad sí les llega regularmente.
“Nadie más ha venido a ayudarnos. Aunque los niños tienen el apoyo de los colegios en los que estudian, y les dan las guías para que sigan estudiando, nadie más ha venido a colaborar con nosotros.
Inseguridad
Indicaron algunos vecinos, que en las últimas semanas han llegado al campamento en las noches personas sospechosas, a reunirse y a consumir licor, incluso en horas de toque de queda, lo que ha encendido las alarmas de los residentes, por lo que piden presencia policial en las noches.
N.del.E.: Al momento de la entrevista en terreno, la comunidad no había recibido ninguna ayuda por parte de alguna autoridad.