Un profesor con patines hasta Nueva Zelanda

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    Alonso Muñoz disfruta su vida en Auckland, Nueva Zelanda, donde ejerce como profesor y compite en torneos neozelandeses de patín carrera

    En Nueva Zelanda, Alonso Muñoz escribe su propia historia lejos de su ciudad natal. Desde hace tres años que tomó sus maletas y sus patines de carrera para emprender nuevos desafíos en Oceanía.

    En Ovalle residió en la población Pacífico y Ariztía antes de comenzar un periplo por varias ciudades de Chile por intermedio del deporte.

    “Nosotros nunca tuvimos las facilidades económicas para poder adquirir implementación o viajar. Yo viajaba a dedo a Coquimbo y de vuelta igual. Como los recursos no existían, lo hacía o no lo hacía. Comencé a viajar por el deporte, a clasificar a campeonatos regionales y nacionales. El gran cambio fue el año 1996”, cuenta.

    Pero su vida tuvo un vuelco por intermedio de una carta a su más grande ídola deportiva. La corredora de patín carrera Marcela Cáceres fue su espejo y decidió escribirle una carta como admirador de su carrera deportiva.

    “Ella me respondió la carta motivacional muy bonita y me envió de regalo un juego de ruedas que en ese tiempo costaban $50 mil cuando el sueldo mínimo era de $90 mil. Me regaló algo muy caro y eso me ayudó muchísimo”.

    En Ovalle ganó varios campeonatos, fue campeón nacional en más de una oportunidad y estrechó lazos con la deportista, quien la invitó a su casa en Santiago para aprender técnicas del patín carrera. Alonso tomó un bus con dirección a la capital y con 12 años vivió uno de los momentos más importantes de su vida.

    “Marcela fue muy mediática en esos años, porque ganó medallas de oro en Juegos Panamericanos, la gente se le acercaba en todos lados y eso me motivó a ser como ella en el mundo del deporte”

    Su periplo deportivo siguió de la mano a los patines, viviendo en Arica y Antofagasta, representando a la ‘perla del norte’ en diferentes torneos. Viajó a Mar del Plata, ganando varias pruebas y siendo reconocido por su gesta deportiva, incluso compitiendo en el Mundial de Isla Margarita y viajando con su ídola.

    “Para mí fue un sueño, competimos allá, saqué un quinto lugar en velocidad y después no me paro nada. Mi idea era que el deporte me diera la posibilidad de conocer y confirmar si lo quería era vivir fuera de país”.

    Estudió con ayuda de sus padres técnico en turismo internacional y transporte aéreo, compatibilizando con el trabajo y entrenamiento. Posterior a eso se radicó en La Serena, donde estudió pedagogía en educación física y ejerció como profesor en la ciudad de los campanarios, donde hizo el clic para llegar a Nueva Zelanda.

    Googleó en internet y encontró la reconocida visa Working Holiday en el año 2015, destinada para trabajar y estudiar. Una vez aplicado, trabajó como temporero en la producción de kiwis, con un inglés menos del básico, donde la práctica hizo al maestro.

    “Los neozelandeses son muy amigables en ese sentido, te explican, hablan más lento, te ayudan a que puedas entender si no sabes inglés”

    Y en un día cualquiera, vivió uno de los momentos más amargos de su estadía en la isla. Después de una cena, en el borde costero de la ciudad, se acercan dos personas y le dicen “¿tienes marihuana?, ¿tienes dinero en efectivo?” A lo que Alonso respondió dos veces que no, por lo que los sujetos se ensañaron, agrediéndolo a tal punto de fracturarlo en la mandíbula, nariz y costillas.

    Después de ese negro momento, todo fue espectacular para Alonso. Quizás el destino lo preparó para vivir los mejores años de su vida, donde pudo volver a entrenar y competir patín carrera, ganando importantes carreras en Auckland, conocer a su actual esposa y comenzar a ejercer como profesor en una escuela con estudiantes de más de diez nacionalidades.

    “Para los niños debes ser un ejemplo y eso es lo que los puede marcar y motivar, porque eso yo lo aprendí de mi ídola. La vi tan comprometida, que era buena, no tomaba, no fumaba, era humilde, sencilla, le escribí y me respondió, que yo con ese ejemplo me di cuenta que debía ser lo mismo para el resto. Y eso trato de ser ahora”.

    Por lo que Alonso aconseja a los jóvenes chilenos sin justificarse por factores externos.

    “Mi luna de miel fue en un crucero a Fiji y yo lloré de la emoción, porque no podía creer dónde estaba. Cuando yo me crié corriendo con patines malos, comiendo la mitad de un pan, guardando los galletones de la escuela para tomar un mejor desayuno, soñando con tomar un avión. Si yo logré lo que he hecho, cuántas más pueden lograr lo mismo si solo se enfocaran en que las cosas se pueden hacer y no vivir justificándose en un sistema que no te lo da. Quiero transmitir eso, yo sé que el sistema es malo, pero todo se puede lograr si tú lo quieres”, cierra.