El pasado martes 13 fue fatal para 12 familias que residen en Ovalle. La antigua casona ubicada en las intersecciones de calle Malle Maestranza con Tocopilla ardió en llamas cerca de las 10.00 horas.
Fue una jornada trágica, que por gracia no dejó víctimas fatales, pero que obligará a varias personas a recomenzar sus vidas que se vieron interrumpidas por un lamentable acontecimiento. Tal como le sucedió a la señora Hilda Rojas, una de las arrendatarias de la casona.“Yo perdí todo, solo salí con pantuflas aquel día, con lo que tenía puesto, al igual que muchos vecinos lo perdimos todo. En la mañana había ido a retirar mis medicamentos al consultorio, luego me recosté por unos momentos para descansar. No sentí nada, solo después que quebraban vidrios, pero en ese momento no me alerté. Cuando se apagó el televisor me sorprendí, hubo un sonido muy fuerte y cuando salí del dormitorio vi cómo el humo se aproximaba. Salí casi ahogada, no encontraba la puerta, pero pude salir y estoy con vida. Doy gracias a Dios, quien me dio la vida para seguir luchando”, recuerda.
Fueron momentos de tristeza, llantos, entre los vecinos quienes vieron cómo las voraces llamas se encargaron de echar por tierra el esfuerzo de varios años de trabajo.
“Fue una desesperación muy grande, lo único que hacía era llorar. Pasé algo similar con el terremoto del 2015, pero esto fue muy doloroso y ahora lo perdí todo. Gracias a Dios el incendio fue de día, porque de noche no nos salvamos. Esto no se nos va a olvidar”, dice.
La casona contaba con paredes de adobe y superficie de madera en el segundo piso. En su planta baja contaba con locales de repuestos de bicicletas, una frutería, una peluquería y algunos dormitorios. Era la fuente laboral de varias personas. Mientras que el segundo piso estaba dedicado exclusivamente como dormitorios, donde la dueña, Marta Alburquerque, hospedaba a varias familias, entre ellas una familia de ciudadanos ecuatorianos, un peruano y otro boliviano.
Al igual que Hilda, Luis Claure también era arrendatario. Proveniente de Bolivia, llegó a Chile buscando una mejor calidad de vida. Producto de su trabajo había conseguido obtener algunos enseres para comenzar una nueva vida en Ovalle, pero el siniestro dijo lo contrario.“Yo salí temprano a trabajar, a hacer algo de dinero cuando me llaman cerca de las 10.00 horas que se está quemando la casa. Y llegamos en el momento que estaban las llamas, cuando ya se estaba cayendo la casa. Vi un video del incendio que mostraba las llamas al lado de mi habitación y que ardía hasta no dar más. Y no podían apagar. No pude salvar ninguna de mis pertenencias”, dice.
Patricio, uno de los afectados por las llamas, vivía junto a su esposa y dos hijos, relata el instante cuando se enteró del siniestro.“Estábamos al interior de la casa y escuchamos que gritaron fuego de arriba del segundo piso y ahí empezó a salir la gente. Fue todo muy rápido, porque se prendió en cosa de segundos y prendió todo el segundo piso. Menos mal alcanzamos a salir y no le pasó nada a nadie”, dijo, quien arrendaba una de las piezas de la vivienda.
Uno de los testimonios más emotivos que se pudo conocer tras el incendio fue el caso de Hugo Navarro, quien residió durante cinco años en la casa. Vivió en soledad, lo perdió todo al igual que sus vecinos, estaba separado de su esposa, pero al menos esta tragedia le permitió reencontrarse con ella, ya que le ofreció un lugar en su casa. Además, sus hijas viajaron desde el norte y sur de Chile para visitarlo y darle ánimo.
Eran 12 grupos familiares, algunos solos, otros con familias, quienes accedieron a un dormitorio con baño compartido por $95.000. La dueña del inmueble es la señora Marta Alburquerque, quien administraba la casona. De acuerdo a cercanos, el dinero de los arriendos servía para educar a sus tres hijos, quienes cursan estudios universitarios. De origen humilde, Marta también es una de las damnificadas del incendio.
TODOS LO CULPAN
El siniestro se habría originado en una de las habitaciones del segundo piso del inmueble. Según uno de los arrendatarios y quien brindó la primera declaración a Carabineros y Bomberos, el fuego comenzó en la habitación de Luis Claure.
“De acuerdo a lo que nos informó una persona que habitaba en el segundo piso de la propiedad por calle Maestranza, -donde este sector era una especie de cité- frente a la pieza contigua que dormía él, había una persona que habitaba esa pieza donde habría dejado un artefacto eléctrico encendido”, declaró Drago Yurín, comandante del Cuerpo de Bomberos de Ovalle.
Frente a estas declaraciones, Claure, arrendatario de la habitación donde iniciaron las llamas, asegura no haber sido responsable del siniestro. “Estoy muy molesto con esto, se afirma que soy directamente el culpable. Yo llamé a mi vecino muy molesto donde insiste en la hipótesis. Él además declara que al abrir la puerta salieron las llamas y en realidad cómo pudo ver realmente que yo tenía algo encendido ahí”, asegura, donde además agrega que “yo no tenía nada encendido, son años de trabajo que yo tenía invertidos ahí, cómo voy a querer quemar todo mi esfuerzo”, alega.
Pero para los mismos voluntarios de Bomberos fue complejo poder determinar una causa del siniestro, ya que la habitación donde habría comenzado el fuego quedó resumida a escombros, luego que la maquinaria despejó todo para extinguir el fuego lo más rápido posible.
“Fue imposible encontrar huellas y rastros”, dice Yurín.
Lo cierto es que ahora Luis es inculpado por los vecinos y no lo está pasando bien. Acusa incluso discriminación.“Ahora todos dicen ‘el boliviano tiene la culpa de todo’. Ni siquiera dicen ‘en la pieza del vecino se originó el fuego’. Hay una discriminación, no se pude tratar así a las personas, acá no tiene que ver la nacionalidad, somos todos personas, somos todos iguales”, se defiende.
Una vecina de Luis, también fue damnificada, y acompaña a Luis en algunos trámites, como en la oficina de Extranjería de la Gobernación de Limarí para renovar su documentación.“Yo perdí todo, Luis también perdió todo, pero echarle la culpa a alguien sería nada más que para sentirse bien con uno mismo. Decir ‘por culpa de esta persona perdí mis cosas’, todos perdimos nuestras cosas y no por sentirme bien culparé a quien vivía en la pieza donde se originó el fuego, o también culpar al dueño de la casa porque no la mantenía en buenas condiciones. Esto era una bomba de tiempo y por suerte esto fue de día, porque si fuera en la noche hubiésemos lamentado vidas”, manifestó esta vecina quien prefiere mantener su nombre en reserva.
Al igual que la totalidad de vecinos que lo perdieron todo, Luis da vuelta la página y ya piensa en pararse para volver a comenzar.“Queremos levantarnos, comenzar a trabajar. Estamos todos en casa de amigos”, afirma con esperanza.
AYUDA
Inmediatamente conocida la desgracia de las familias, tanto vecinos del sector como familiares cercanos, amigos y el municipio fue en ayuda de los siniestrados. Es que había que cooperar con ellos, después de que en los medios de comunicación y redes sociales se difundieran las imágenes del acontecimiento. Algunos de ellos fueron reubicados por familiares cercanos, mientras que la familia de ecuatorianos era la más numerosa que lograron ser acogidos por un tiempo, gracias a la voluntad de una familia amiga que vive en la Villa Tuquí.
El municipio de Ovalle, a través del Departamento Social y el consultorio Marcos Macuada fueron en auxilio de los afectados, entregándoles una canasta básica familiar. Al día después del incendio, los afectados recibieron camas y colchones, mientras que para aquellos que poseían algún terreno existía la posibilidad de que les cedieran una mediagua. “Afortunadamente hoy (miércoles) nos llegaron las piezas, en ese sentido el municipio no ha tenido problema de insumo o abastecimiento”, cuenta Edna Franulic, directora de la unidad municipal.
“Este trabajo recién empieza, a contar de hoy día empezamos con la reubicación definitiva de ellos y eso va a depender de si tienen familiares o amigos y donde poder construir ya que el municipio podría entregarles habitaciones: una o dos piezas para que reiniciaran su vida familiar”, indica Franulic tras varias entrevistas con los afectados.
La misma señora Hilda Rojas está siendo acogida en la casa de sus hermanos, quienes les han brindado un techo, apoyo y ánimo. Hay que volver a pararse. Estoy caída, pero sé que tengo que volver a pararme. La vida continúa y estoy agradecida de Dios, quien me dio más vida para seguir luchando”, confía.
Fue una tragedia, pero todos concuerdan que pudo ser peor. Si bien perdieron lo material, les queda la fuerza y el empuje para seguir adelante y recomenzar una nueva vida. Las 12 familias no olvidarán aquel martes 13, que quedará grabado como el día que lo perdieron todo, pero ese mismo instante servirá para iniciar una nueva etapa.