Postres, pasteles, tortas, arepas, pizzas, sushi, ají de gallina, empanadas, son sólo algunas de las variadas preparaciones que se realizan en la academia de cocina del Liceo Estela Ávila Molina de Perry, la cual actualmente está compuesta por 7 estudiantes. Sagradamente cada martes por la tarde, y sin hora establecida de finalización, ellos se reúnen para llevar a cabo alguna preparación.
Gracia a su afición por la cocina, hace siete años la profesora Claudia Pineda tuvo una idea sobre lo que se podía desarrollar con los estudiantes y así de paso, también ayudarlos a buscar un camino laboral en el futuro. “Hay muchos chicos que no desean ir a la universidad, entonces les faltaba otro estímulo para ir desarrollando otras habilidades que no fueran sólo académicas. En ese tiempo le propuse al director si podía hacer una academia de cocina. Me dijo ‘sí, hágala’”, recuerda Pineda.
El 2018 al interior del establecimiento se realizó una feria científica en donde el grupo de estudiantes expuso en un stand sobre alimentación saludable y consciente, dando así muestra de lo multifacética de la cocina que desarrolla la academia. “Ahí hicimos trufas de dátiles, alfajores de harina de avena, mousse de palta con chocolate. Íbamos explicando propiedades del cacao y a la vez íbamos preparando algo relacionado con eso”, relata.
Uno de los hitos que recuerdan con más cariño, ocurrió el año pasado ya que concretaron un viaje hasta la isla de Chiloé, aquello con el fin de durante una semana conocer más de la típica y tan especial gastronomía de esa zona de Chile.
“Los chicos si bien habían viajado nunca habían tenido la oportunidad de hacerlo en avión. Decidimos que el mejor lugar para ir era la isla de Chiloé porque su cultura gastronómica es diferente a la de otras regiones”, declara la profesora.
Llegar allá no fue tarea fácil e implicó un arduo esfuerzo, “trabajamos dos años seguidos y juntamos dinero vendiendo en las reuniones y a los profesores. El liceo nos apoyó con alojamiento y nosotros costeamos todo lo demás”.
La experiencia gastronómica fue más que enriquecedora para el grupo, ya que conocieron de primera fuente los secretos de la cocina chilota. “Se nos dio la oportunidad de ir a un restaurant que nos enseñó a hacer un curanto en hoyo, en donde preparamos todos nosotros; desde la sopaipilla el chapalele (…) Comimos en mercados, conocimos los ajos chilotes, los tipos de papa y fuimos a hartos lugares interesantes”.
Tras siete años de trayectoria de la academia, la profesora guía considera que el balance es más que positivo, ya que valora que tras graduarse del liceo, algunos de los alumnos han optado por estudiar cocina, ya sea en La Serena o en Ovalle. También afirma que los participantes han podido potenciar habilidades como el trabajo en equipo.
Para el futuro ya tienen algunos proyectos en la mira, aquello a pesar de que algunos integrantes de la academia están próximos a graduarse. “Este año seguimos trabajando igual de full. Como la mayoría de los chicos ya está en cuarto medio no podemos hacer mucho, pero la idea es terminar el año participando de alguna feria gastronómica en Santiago, ir al Mercado Paula Gourmet o al evento El Hacedor de Hambre, para conocer distintos platos, preparaciones e ingredientes”, concluye.