No son casos fáciles de asimilar. Tardaron años en darse cuenta que les habían mentido. La poca asistencia jurídica a las víctimas en tiempos de dictadura militar empeoraba las cosas, tanto, que todavía hoy, 37 años después, todavía las respuestas están opacas.
Nury Bruna Araya es una madre ovallina que en 1982 asistió al hospital de Ovalle a dar a luz a su tercer hijo. Ya tenía un varón y una hembra, y todo indicaba que sería una niña. Al menos eso le dijeron tras dar a luz. Y sería la única información certera que tuvo.
“Cuando fui al hospital a tener a mi bebé, me tuvieron en el quirófano y me hicieron el trabajo de parto, pero a mí no me entregaron a mi bebé, era una niña. Luego todos se fueron y me dejaron sola en la sala de parto. Me dejaron botada. Pasó harto rato y nadie apareció, tuve que comenzar a gritar y llorar y fue cuando vinieron. Me habían dejado con la placenta y tuve que volver a hacer todo el proceso para expulsarla. Después me dejaron en el pasillo y todavía no sabía nada de mi bebé”, indicó Araya.
Explicó que al rato llegó una matrona con una orden muy directa: “quédate callada, que ya te vamos a llevar a la sala”. Luego aparecerían entre tres o cuatro profesionales y le preguntaron por el sexo de sus otros hijos, por el trabajo de su esposo, por otros temas familiares que nada tenían que ver con el parto.
“Cuando pregunté por mi hija, me dijeron que había nacido enferma, que había fallecido y que la habían incinerado. Eso fue lo primero que me dijeron. Luego me dijeron que la habían llevado a La Serena para hacerle análisis. Y uno se queda con lo que le dicen porque confía en la medicina y en los médicos. Me dijeron que como yo era joven podía tener más hijos, pero yo la quería tener a ella”.
Sintió que las versiones se confundían pero nunca insistió en preguntar al hospital. Se conformaron con lo que les dijeron, a pesar de que nunca la pudieron ver, ya que en el momento del parto la cubrieron y se la llevaron. “Sólo la escuché llorar cuando la parí”.
Removiendo la historia
“Muchos años después vi por televisión un caso que era súper idéntico al mío, y me pregunté si no era lo que me había pasado a mí. Mi esposo me apoyó en buscar información, pero no conseguimos nada. Pero luego nos acercamos a la ONG y hemos podido hacer el proceso judicial. La querella se hizo en La Serena. Y al momento hasta nos invitaron a la comisión de investigación en la Cámara de Diputados. Lo único que quiero saber es la verdad de lo que ocurrió”, insiste Araya.
Agregó que ha conversado con otras personas que han tenido casos similares, pero incluso hay gente que no se atreve a dar el paso adelante.
Quienes se buscan
Para la presidenta de la ONG Madres e Hijos se buscan, Alicia Acuña, el hecho de que a Ovalle asistan mucha gente de zonas rurales la convierte en el escenario perfecto para ese tipo de delitos.
“Había gente de orígenes muy humildes y en muchas ocasiones las señoras venían solas al hospital a tener a su bebé, y lamentablemente eran presas de quienes cometían este tipo de delito.
¿Se puede hablar de una red delictiva en Ovalle?
-“Sí, era una red que operaba en la zona. Ahora judicialmente ya está siendo probada, a través de los diversos dictámenes e investigaciones que hizo el juez Mario Carroza, que está haciendo el ministro Vicente Hormazábal en La Serena, y a las conclusiones que están llegando la comisión en la Cámara de Diputados sobre adopciones ilegales que preside el diputado Boris Barrera”.
Casos en la región de Coquimbo.
Indicó Acuña que en estos momentos hay nueve casos de secuestro de recién nacidos completamente documentados en la región de Coquimbo, con querella andando.
“Todos ocurrieron durante el período de la dictadura militar y todos fueron presentados en primer lugar al Instituto de Derechos Humanos, y ellos se hicieron parte de las querellas porque encontraron antecedentes suficientes, de que estos casos son verídicos. En estos momentos están en manos del ministro Hormazábal”.
Indicó que las personas llegan a la ONG por contactos de teléfonos, por correo electrónico o por redes sociales, y que ellos los entrevistan inicialmente para conocer los primeros antecedentes y de qué se trató el caso. Luego se deriva a los procedimientos que vienen y se les informa de los documentos que tienen que conseguir, porque de alguna manera hay que probar que el niño o la niña realmente existieron.
Los documentos pueden ser un certificado de parto, un certificado de nacimiento, de defunción, la ficha clínica y hasta la copia del libro de parto o el certificado del cementerio, dependiendo de lo que la persona pueda tener o conseguir.
“Una vez que hemos reunido entrevistas y antecedentes, se le deriva al Instituto de Derechos Humanos, donde se entrevista con algún abogado, se envía la carpeta con los antecedentes a Santiago, y allí se decide si se presenta la querella o no. Pero esto no niega que la persona pueda ir y presentarse a la corte de Apelaciones y presentar su denuncia. Allí nosotros como organización también acompañamos a la gente en ese proceso. También las acompañamos en cuidados psicológicos y psiquiátricos, porque el proceso es súper desgastante”.
El inicio de la organización
¿Por qué Alicia Acuña comenzó con esta lucha?
-Mi mamá siempre tuvo sospecha con respecto a la muerte de mi hermano, pero no lo manifestaba así abiertamente, eso ocurrió en 1977. Yo estuve en algún minuto como encargada de comunicaciones en el Hospital de La Serena, y resulta que tuve conocimiento de un caso de un bebé de Paihuano que tuvo mucha similitud con el caso de la desaparición de mi hermano. Y en ese momento comencé a preguntarle a mi mamá por el caso de mi hermano, comencé a buscar y averiguar, y conseguí que el caso era como un molde calcado de otros casos en Santiago. Súper parecido el modus operandi, entonces hablé con mi mamá y la convencí para acercarnos a la agrupación de Derechos Humanos a la agrupación de Detenidos Desaparecidos. Todavía en La Serena nadie había tomado un caso de bebés desaparecidos. Hablamos con el abogado el Ministerio de Justicia que está encargado de esos casos, y él nos dejó lista la querella (al final del gobierno de Michelle Bachelet), pero este nuevo gobierno no la quiso presentar.
Indicó que tras buscar en redes sociales se dio cuenta de una agrupación llamada Madres e Hijos del Silencio, que es una organización nacional más consolidada. Allí se fueron juntando más personas de la Región de Coquimbo hasta que decidieron comenzar a funcionar de manera independiente.
“En el caso de mi familia hemos presentado dos querellas, una privada y una que presentó el Instituto de Derechos Humanos, aunque el avance ha sido muy poco, porque el apoyo que más deberíamos tener es por parte de los doctores y del hospital y no han colaborado prácticamente en nada. Dicen que no saben nada, que no tienen idea quienes trabajaron en la época. Nosotros lo que queremos es hacer un descarte a través de los funcionarios que trabajaron en el momento. La misma PDI nos dice que no tienen cómo sacar la información, y tampoco se puede demandar ni detener a una personalidad jurídica, entonces está súper complicado el asunto. Nosotros lo único que queremos saber es qué pasó con mi hermano”.
Actualmente ningún caso de los que maneja la fundación ha tenido un desenlace concreto. Nueve están en etapa de querella y seis más en etapa de recopilación de antecedentes.
Desde el otro lado del espejo
Patricia Alfaro se acercó a la ONG Madres e Hijos se buscan, pero esta vez desde el lado de los hijos. “Yo soy adoptada de forma irregular en Coquimbo. Nací el 13 o 14 de noviembre de 1974, pero eso tampoco es seguro, porque mi padre adoptivo dice que me fue a buscar al hospital de Coquimbo cuando estaba recién nacida. Mis padres adoptivos se separaron cuando yo estaba muy pequeña, y mi madre no tenía más antecedentes, porque quien hizo el proceso fue él, quien dijo que un día llegaría con una bebé recién nacida. Él nunca quiso cooperar, incluso con una denuncia presentada en tribunales, él no se presentó las primeras veces. La vez que se presentó dijo que a su negocio llegó un funcionario del Hospital de Coquimbo le informó que estaban regalando bebés recién nacidos, y él fue a buscarme. Él dice ahora que no se acuerda como se llama la persona que lo contactó, dice que tiene una laguna mental y que lamentablemente no recuerda nada.
Yo tengo la esperanza que al difundir el tema, podamos acercar a más madres que buscan a sus hijos e hijos que buscan a su familia, cómo es mi caso. Y que pueden acercarse a nosotros para buscar respuesta. Nosotros de manera gratuita los vamos a asesorar.