La historia de Viviana Olivares con atletismo comienza a los 14 años, cuando estudiaba en el colegio Tamelcura de Ovalle. El profesor Manuel Zavala la incentivó a calzarse las zapatillas para comenzar a entrenar de cara a los Juegos Judejut de ese año que se realizarían en Bolivia, pero el dengue que afectó al país altiplánico obligó a que el certamen se disputara en Chile.
Fue el inicio de una de las deportistas más importantes que ha nacido en estas tierras y que se asomaba como carta a sus cortos 14 años. Siguió entrenando y siguió sintiendo el viento mientras corría en el hectómetro y a medida que pasaba el tiempo, su progreso se hizo más notorio.
“Viviana siempre priorizó el deporte, es muy disciplinada en todos sentido. Debía estudiar, entrenar, calzar los tiempos para viajar incluso fuera de Chile. Tuvo buenas oportunidades, el colegio Raúl Silva Henríquez le dio todo el apoyo y facilidades para que pudiera sacar su cuarto medio y poder viajar a torneos”, cuenta Ema Olivares, madre de Viviana.
“En ese tiempo llegó con Javiera Romero y Gabriela Jofré, niñas que también clasificaron a nacionales. En ese tiempo teníamos el estadio donde podíamos entrenar”, recuerda Zavala.
Al año siguiente clasificó para competir en Iquique, donde terminó en el segundo lugar con una mejor marca.
“Desde ahí me interesó mucho, más el atletismo, de competir con otras deportistas internacionales y comencé a meterme cada vez más en el atletismo. Se abrieron varias puertas desde ese momento, me invitaron a participar de diferentes torneos, una gira por Sudamérica”, cuenta.
“Recuerdo una vez que viajamos con Viviana a Santiago. Llegamos, nos tomamos un café y un sándwich de queso y nos fuimos a San Carlos de Apoquindo a esperar hasta las 11.00 horas por correr. En aquella oportunidad corría Isidora Jiménez, pero la gran estrella era Macarena Bolívar, quien venía de disputar los Juegos de la Juventud y tenía un registro de 10.21. Llegó la Viviana y obtuvo 10.20 y les ganó a todas”, rememora con orgullo Zavala.
ENTRENANDO EN LA CALLE
Viviana es una de las hijas del ‘no estadio’. Claro, porque la velocista entrenó a punta de esfuerzo con el resto de deportistas en Ovalle en la calle, cuando las obras del recinto deportivo de avenida La Chimba estaban detenidas.
“Comenzamos a entrenar con varios atletas y el profesor Manolo (Manuel Zavala) en la rampla (frente al colegio San Juan Bautista), mientras esquivábamos prácticamente a los autos. Entrené duro y comenzaron a invitarme a competir en Santiago”, recuerda.
Y no contar con una pista atlética no fue impedimento para seguir progresando, pero se convirtió en una desventaja a la hora de comprarse con atletas de otras ciudades de Chile, que contaban con una superficie de recortán para mejorar. Con todo eso en contra, igualmente se alzó como una de las mejores a los 17 años, ya que logró clasificar al Mundial Juvenil de Atletismo que se realizó en España. Un logro de aquellos, portando la bandera nacional hasta el Viejo Continente en el 2012.
Terminó sus estudios secundarios y optó por radicarse en Iquique para continuar con la universidad, sin dejar de lado el atletismo y regresando a Ovalle cada vez que su calendario lo permitiera. En su estadía en el norte, seguía como una de las tres mejores velocistas del país, clasificando a diversos torneos internacionales. De hecho, su mejor marca de 11.87 en los 100 metros la consiguió el 2016, permitiéndole clasificar a los Juegos Iberoamericanos de Río de Janeiro, certamen que sirvió de antesala a los Juegos Olímpicos de aquel año.
TIEMPOS DE CAMBIO
Pero llegó la hora de volver a casa, donde su familia, y entrenar al lugar que la vio dar sus primeras carreras. Ovalle se convirtió desde este año en su nuevo centro de operaciones, donde bajo la dirección técnica de Manuel Zavala espera continuar con su ascendente carrera deportiva.
“Es un cambio total. Estaba viviendo en Iquique, otra vida, otro entrenamiento, todo distinto. Ahora acá estoy mucho más tranquila, ya que estoy con mi familia, vengo a entrenar en las mañanas, a veces en las tardes y el cambio de entrenamiento es distinto. En Iquique no trabajaba en pista, antes estaba más enfocado en la fuerza con pesas y acá está más enfocado en la pista y siento que este trabajo me ayuda mucho más”, dice.
“Viviana siempre ha sido perseverante luchadora, con metas fijas. Ha ido superándose para llegar dónde está actualmente. Tiene claro lo que quiere, aunque a veces cuesta, porque extrañaba a su familia, amigos. Eso pasó la cuenta en un tiempo, pero lo superó siempre adelante”, dice su madre.
Y el primer gran resultado lo consiguió el pasado fin de semana en el campeonato nacional adulto que se disputó en Santiago. Y fue el Estadio Nacional el recinto que la vio quedarse con el tercer lugar en los 100 metros planos con 12.09 en la final, por detrás de Javiera Cañas (segundo lugar) e Isidora Jiménez (primer puesto).
“Me saqué todos los nervios con la primera competencia, todo este cambio de volver a Ovalle y con otro entrenador. Ahora voy más preparada para buscar una buena marca”, sostuvo.
“Viviana era rápida como todas las demás. La diferencia está en que Viviana es una niña de bajo perfil, es muy sencilla, pero en la pista se agranda, tiene personalidad. Tiene disciplina y nunca anda con problemas. Entrena a full y ahora está más motivada, porque está en su casa”, explica Zavala.
Este regreso viene aparejado con otra gran misión para la velocista. Dejar un legado en el atletismo ovallino. Para eso, desde marzo es profesora de atletismo en el colegio Amalia Errázuriz, donde imparte clases a niños y niñas que desean seguir su ejemplo.
“Todo esto es conseguido gracias al apoyo de muchas personas. Juan Palleres fue muy importante en mi carrera y falleció el año pasado. Al igual que mi abuelo Raúl Araya, ambos fueron mis auspiciadores desde que comencé a correr”, reconoce Olivares.
“Que si yo pude entrenar en condiciones difíciles, en la calle, con gente que nos tiraba el auto encima, significa que todos pueden. Ahora que hay una pista de calidad, se puede hacer mucho”, recalca.
Olivares vuelve con todo a Ovalle para convertirse en la mejor velocista del país.
“Yo sé que puedo, tengo al mejor entrenador y tengo un equipo que me acompaña”, cierra Viviana.