El sobrio pasillo de la UCI Pensionado en el Hospital Provincial de Ovalle está cada vez más silencioso. Un frío inusual recorre esa dependencia desde los últimos dos días cuando la tristeza, el dolor y el respeto se conjugan por la pérdida de quien fuera una dedicada compañera de labores.
Yarela Soto falleció la mañana del miércoles tras un accidente de tránsito en Río Hurtado, y sus compañeras de labores todavía no salen de la impresión por su deceso. En medio del dolor la recuerdan como una profesional disciplinada y altamente dedicada.
Corina Cortés, enfermera de la UCI Pensionados del Hospital de Ovalle, recuerda a Yarela como sumamente dedicada y detallista.
“Trataba a sus pacientes como si fueran familiares muy cercanos, cada vez que les hacía el aseo o les pasaba medicamentos. Fue muy cuidadosa, se demoraba, tomaba el ritmo pero los dejaba ‘impeque’, se preocupaba de cada detalle de los pacientes. Un día me dijo que cuidar a los pacientes acá era como cuidar a su mamá, por eso se preocupaba de que no se le hicieran lesiones, de que estuvieran siempre bien hidratados, y eso lo aplicó siempre con sus pacientes”, recordó.
Señaló que el trágico día ella venía llegando de Coquimbo y vio las ambulancias llegar. “Cuando llegué me enteré que fue Yarela quien sufrió el accidente, fue impactante, esperábamos que se pudiera recuperar y luego nos informan que había fallecido. Fue horrible”.
Por su parte Francisca Cortés, TENS de UCI Pensionados, destacó la alegría de la profesional. “Era una persona súper alegre que no se achacaba por nada en realidad, siempre tenía una sonrisa, le sacaba una sonrisa a todos. Muy buena persona y hacía muy bien su trabajo. No le importaba si salía a las 8.00 o 9.00 de la noche de la sala, pero hacía todo”.
Relató Cortés que en tiempos de pandemia Soto estaba súper motivada, porque igual le había tocado un buen turno, un buen servicio.
“Decía que las compañeras han sido todas súper buena onda. Ella estaba muy contenta de trabajar con todas nosotras y sobre todo en servicio, porque ella nunca había trabajado con pacientes directamente, entonces eso la ayudó mucho, avanzó mucho”.
En shock
La noticia para todo el equipo fue triste. Todos quedaron sin aliento por saber de la pérdida. Clarisa Tapia, TENS de Pensionados, señaló que “Yarela venía de ‘volante’ conmigo, venía de apoyo a la sala y cuando me enteré, quedé en shock, porque la conocimos, compartimos turno. La hice reir la primera vez que la conocí. Yo venía de otro departamento y llegué a hacer el primer turno acá y ella me acogió súper bien porque yo era como un pajarito nuevo. Yarela fue muy simpática, me decía ‘Chiquitita’ porque las dos somos chiquititas. Pasamos el turno conversando, echamos la talla. Teníamos mucho en común. Fue muy buena persona, muy alegre, nunca andaba triste”.
Comenta Tapia que Yarela siempre fue muy prudente con el tema del Covid, que en varias ocasiones mencionó que no le hubiese gustado morir por esa enfermedad. “Siempre fue muy dedicada a sus pacientes, pendiente si les faltaba algo, y fue muy luchadora, por eso venía de tan lejos y era siempre muy puntual. El destino le jugó una mala pasada”.
Para Jennifer Rivera, enfermera, volver a un turno sin Yarela fue lo más difícil. “Creo que fue más difícil que ayer (jueves) porque de verdad se extraña mucho. El miércoles era más el schock de que había sido ella, de procesar la noticia. Pero el momento más difícil es después, cuando pasan los días y te das cuenta que no está, que no va a volver, que sí pasó, que sí era ella la del accidente, y que los días pasan y ella ya no vuelve y no te alcanzaste a despedir”.
“Es muy triste estar acá sin, ella era alguien que nunca andaba triste, no importaba si andaba cansada, venía a cubrir, no importaba si se iba tarde. Se iba feliz cuando dejaba a sus pacientes impecables. Era un ser de luz, que se hacía querer así con lo más mínimo. Era una excelente TENS y una muy buena persona”.
Impotencia
También Karen Cortés, enfermera de jornada en UCI Pensionados, relató lo difícil que ha sido asimilar la realidad.
“Me ha costado mucho más por el hecho de que me encontré con el accidente. Fui la primera en llegar. Yo venía detrás de ella y vi todo, vi cuando chocó. Nunca pensé que era ella, porque yo no le conocía su auto. Cuando llegaron los familiares supe que era ella y no lo creía. Después me dijeron que me quedara en mi casa porque yo estaba afectada. Cuando recibí la noticia de que Yarela había fallecido me sentí impotente pensando que pude haber hecho algo más. Son cosas que pasan y en su momento. Cuando volví a labores el día jueves, el servicio estaba muy triste. Sabíamos que faltaba alguien. Todo el servicio estaba en silencio, se extraña su alegría, porque era una persona que nunca estuvo triste, nunca nos mostró una faceta pesada o enojona, por el contrario era una persona muy amorosa, preocupada, detallista”.
Compañeros de trabajo estiman falta la sonrisa permanente de Soto en cada jornada.