La provincia de Limarí, en la Región de Coquimbo, es una de las zonas agrícolas más importantes del norte de Chile. Sin embargo, los pequeños agricultores trabajan día a día para mantener sus cultivos y ganado en condiciones cada vez más adversas.
La sequía prolongada que afecta a la región desde hace más de una década, sigue siendo uno de los principales desafíos que amenazan la sostenibilidad y desarrollo de los pequeños agricultores de la provincia.
El acceso al agua es limitado y los embalses de la zona como La Paloma y Recoleta, han registrado bajos niveles en los últimos años. Muchos pequeños agricultores dependen de pozos y riego tecnificado para optimizar el uso del agua, provocando que la producción agrícola dependa casi exclusivamente de sistemas de riego, pero el problemas es que la implementación de estas tecnologías suelen tener costos elevados.
El riego es fundamental para la producción en esta zona, pero el acceso al agua no es igual para todos. Mientras los grandes productores pueden perforar pozos profundos y tecnificar sus sistemas de riego, los pequeños agricultores dependen de embalses y derechos de agua que cada vez son más escasos.
Jessica Carrizo, dirigente de la Agrupación Sin Tierra señaló que “estamos en la temporada del melón y la sandía y en el mercado este año no valió nada. Estamos con más pérdida que a favor. Este año todo el mundo sembró sandías y melones y no valió nada en el mercado. Hay gente que por poca venta dejó perder el producto en la mata”.
Y es que la falta de agua no solo afecta la producción, sino también la economía de las familias rurales. En este sentido, Luis Araya, dirigente de la agrupación Pequeños Agricultores de El Palqui comentó que “el costo de la bencina para sacar el agua subterránea para regar es un costo muy alto. Incluso todavía hay gente que tiene las sandías y los melones en el piso porque no han vendido. Es muy poco lo que se está vendiendo. El consumo de productos sembrados ha subido con intensidad y con eso los implemento de sembrados. Ahora ya no se compran semillas; uno siembra no más, porque ahora lo venden listo para plantar. Antiguamente la gente hacia sus semillas, pero ahora no, venden el tomate, el morrón, la sandía, y el melón listo, y esto tiene un costo muy alto”, agregó.
En este sentido, Fidel Salinas, presidente de la Agrupación de Pequeños Agricultores de El Palqui señala que “hay gente que hoy día no está vendiendo sus productos porque no tienen a quién, porque no hay una línea de comercialización para nuestros productos. Nosotros estamos a 400 o 500 kilómetros de Santiago y casi a 70 kilómetros de La Serena y nosotros tenemos que trasladar los productos. Con la bencina y los costos de traslado si no se tiene los medios económicos suficientes la producción se pierde porque se pudre”.
Por otro lado, Christian Álvarez, seremi de Agricultura explicó que “respecto a las actuales condiciones hídricas de la Región de Coquimbo y en particular de la provincia de Limarí, podemos señalar que nuestra principal medida para mitigar los efectos de la crisis hacen referencia a la eficiencia en el uso del agua”.
Además, “durante estos últimos meses, se han entregado 2 mil millones de pesos en bonificaciones a agricultores del valle de Rapel, con el objetivo de mejorar la condición de los canales, a través de la CNR. También por medio de INDAP, hace una semana inauguramos el entubamiento de más de 300 metros del canal La Viñita de la Comunidad Agrícola de Monte Patria”, agregó el seremi.
No obstante, frente a esta crisis, los agricultores proponen medidas para garantizar el acceso al agua y la sostenibilidad de la agricultura en la región, como la creación de una política pública que fortalezca la gestión de los recursos hídricos y generar mayor apoyo para la implementación de sistemas de riego eficientes, además de la construcción de un centro agropecuario en la provincia donde puedan vender sus productos.
En este contexto, el rol del gobierno y las autoridades locales es clave para garantizar que la agricultura familiar no solo sobreviva, sino que también prospere en una región históricamente agrícola como Limarí.
Mientras tanto, los pequeños productores seguirán resistiendo con esfuerzo e ingenio, adaptándose como pueden a las condiciones extremas de la zona para mantener viva su actividad productiva pese a las adversidades.