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Lautaro Carmona
El profesional, quien se encuentra en La Serena para exponer sobre el tema, puntualizó que para cambiar este escenario, no basta con descentralizar “a secas”, sino que, producto de la complejidad del desafío, se deben tener en cuenta otros aspectos para que ello se traduzca en reales beneficios para la ciudadanía.

 

Por Óscar Rosales Cid / Región de Coquimbo

 

Erich Von Baer, past president de la Fundación “Chile Descentralizado Desarrollado”, profesor titular y ex rector de la Universidad de La Frontera, se encuentra por estos días en La Serena para participar del Seminario “Descentralización con Participación en la Nueva Constitución”, instancia en la que dio a conocer detalles del trabajo que realiza la institución que representa, para entregar más poder de decisión a las regiones.

Von Baer señaló que el objetivo final de la descentralización debe propender a una mejor calidad de vida de las personas.

 

-¿En qué pie se encuentra la fundación en estos momentos?

“En un pie muy expectante, porque durante varios períodos de gobierno y décadas venimos, periódicamente, promoviendo propuestas de descentralización y de desarrollo local y regional para el futuro de Chile, inspirados en la convicción que el país distribuye, ya sea por obra del Creador, o de la naturaleza, los talentos en forma normal en la población, pero no así las oportunidades para que esos talentos se puedan desarrollar en plenitud. Por lo tanto, depende mucho de la cuna en la que una persona nace y del lugar donde vive como para poder tener o no acceso a las oportunidades del desarrollo de norte a sur del país. Por lo tanto, la descentralización no es un fin en sí misma. Es un medio para facilitar que cada vez más seres humanos tengan mejores oportunidades de desarrollo”.

 

-¿Por qué la descentralización ha costado tanto materializarla en nuestro país?

“Nosotros nos hemos hecho esa pregunta durante las cuatro décadas que estamos trabajando para saber si tiene sentido o no, y dónde están las causas más profundas. Identificamos tres razones: la primera y la más importante es que descentralizar, para que sea en serio y creíble, significa traspasar y compartir cuotas importantes de poder político desde el nivel central a los municipios y a los gobiernos regionales, y quienes tienen la decisión de la reforma constitucional y de las reformas legales que implican la descentralización, están en el poder, ya sea como gobierno de uno u otro signo. No hay ninguna diferencia en los gobiernos de las últimas décadas; o están en el Parlamento y ven como una amenaza que surjan nuevos líderes regionales, como en el caso de los candidatos a gobernadores,  pues quien no gana, ya tiene pre armada la campaña a diputado o a senador para la vuelta siguiente y ese ha sido un obstáculo permanente político. La segunda razón, son las herramientas del Ministerio de Hacienda -salvo últimamente- para no traspasar recursos, para no traspasar competencias de los gobiernos de turno a los municipios y a los gobiernos regionales. Y la tercera razón, es que las universidades, salvo excepciones, estamos muy al debe, porque forjamos los nuevos líderes en materia de decisión económica y política. Y estas materias han estado sólo por excepción, presentes significativamente en el diseño curricular de pregrado, postgrado, y de la academia chilena, la cual está al debe para incorporar investigación aplicada y propuestas de innovación”.

 

-¿Cree que realmente hay voluntad política para avanzar en la descentralización?

“Depende de quién estemos hablando, porque toda generalización puede ser injusta para uno u otro lado. Nosotros observamos que en el Ejecutivo actual, no estoy entrando en la contingencia de lo que el Gobierno está haciendo bien o en forma tardía por así decirlo, pero en materia de descentralización real, por vez primera se produce la coyuntura de tener un Presidente con convicción descentralizadora, una ministra del Interior que tiene convicción descentralizadora y, sobre todo, por primera vez en la historia, un ministro de Hacienda, como es Mario Marcel, que tiene convicción descentralizadora. Esa es una coyuntura en la que, como fundación, tenemos conciencia de que hay una oportunidad histórica para aquello que no tiene que ver con reformas constitucionales, por ejemplo, poder impulsar para que la ley de rentas regionales, que ha sido prometida por los tres gobiernos anteriores, al fin encuentre la oportunidad de ser impulsada y aprobada en el cuatrienio actual”.

 

-¿Cuáles son las principales vallas que se deben sortear para que las regiones tengan más poder de decisión?

“Son varias. Por un lado, hay que reconocer que esta materia es de alta complejidad técnica y política, porque significa la transformación política, cultural, metodológica, legal, y reglamentaria. Chile es el país, al día de hoy, más centralizado de América Latina y de la OCDE, con falta de competencias, poder de decisión política y recursos con las instancias del Estado que están más cercanas a la gente, a los talentos que están hasta por debajo de las piedras, pero no tienen oportunidades para desplegarse. Ese proceso que en teoría suena necesario y fácil, en la práctica no lo es tanto. Hoy día hay más experiencias frustradas que exitosas de descentralización. Por lo tanto, no solamente basta descentralizar, sino que hay que hacerlo muy bien para que realmente se transforme en beneficios para la ciudadanía”.

 

-Tras los resultados de las elecciones del domingo, ¿piensa que aún habrá espacio en la nueva Constitución para descentralizar el poder desde la capital?

“Nosotros hemos aprendido, a veces, dolorosamente a coscachos, que descentralizar desde la capital nunca va a ocurrir de verdad, en forma suficientemente significativa y sostenida. El avance se produce sólo si activamos el proceso con propuestas, no sólo con diagnósticos y con promoción de éstas, sino que con debate creíble, transversal y plural, invitando y convocando a todos, y con una iniciativa que tiene que ser necesariamente perseverante”.

 

-La descentralización busca mejorar la calidad de vida. Desde ese punto de vista ¿cómo se construye un Chile bueno para vivir mejor?

“Si la descentralización no contribuyera a mejorar la calidad de vida de los habitantes no tendría sentido, no sería necesaria. Hasta podría ser contraproducente descentralizar. Tiene mucho que ver con calidad de vida siempre y cuando se haga bien. ¿Qué significa hacerlo bien? No todo poder de decisión debe descentralizarse de cualquier forma y a cualquier lugar. No todo debe llegar a los municipios ni a los gobiernos regionales, sino que aquellas decisiones políticas autónomas que contribuyan a la calidad de vida, a una mejor educación, mejor salud, mejor vivienda, mejor transporte, mejor cultura. En definitiva, a una mejor calidad de vida de sus habitantes”.

 

 

 

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