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Cerca de 200 alumnos extranjeros integran el sistema escolar en la capital provincial. Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil y Haití son algunas de las nacionalidades que se repiten en 20 colegios de la comuna. Sus historias y adaptación a una nueva vida contada por ellos.

Cerca de 120 kilómetros separan a Villavicencio de la capital colombiana Bogotá, ciudad en la que nació Brian Aguirre. Junto a su familia decidieron dejar todo para buscar un futuro mejor, encontrándola en Ovalle.

Y uno de los primeros pasos para la adaptación familiar fue encontrar un colegio para Brian. Desde hace tres años que es estudiante del colegio Fray Jorge, a pasos del centro, donde comenzó a relacionarse con la cultura y el sistema educacional chilenos.

“Me he sentido muy bien, no me he sentido solo, me he sentido acompañado, lo paso bien con mis amigos. Es muy divertido todo”, cuenta, quien cursa octavo año básico.

Hace aproximadamente un mes comenzó el período escolar 2019 para miles de niños en la comuna de Ovalle. Todos cargados con nuevos desafíos de aprender y adquirir conocimientos en distintas áreas de la enseñanza. Y es el desafío también para cerca de 200 estudiantes que integran el sistema escolar municipal ovallino que nacieron lejos de las fronteras chilenas. Un alza sostenida, ya que en el año 2017 se registraron 51 matrículas a estudiantes foráneos. Ahora Brian es uno de ellos.

El colegio Fray Jorge acoge a 26 estudiantes provenientes de diversos países de Latinoamérica, entre ellos niños de Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil y Haití. Si antes era solo un estudiante nacido en tierras lejanas, ahora lo es el 3,8% de la matrícula. Son los cambios propios que está viviendo Chile, con una mayor inmigración y que se evidencia en la sala de clases. En este grupo se encuentra Brian, a quien entregaron apoyo en sus primeros días como alumno.

“Me dieron mucho apoyo y hasta se peleaban para que me sentara al lado de ellos y me decían que hablaba bonito y todo eso. Me he sentido muy feliz”, cuenta con una naturalidad que sorprende a sus 12 años.

Si incluso es el presidente de curso y asumió un cargo directivo escolar a nivel regional, debido a su desplante, seguridad y personalidad.

“Brian es un líder innato, tiene chispa, logra salir airosa de alguna circunstancia, tiene un humor especial y hace que el resto se sienta cómodo con su presencia, tanto sus compañeros como los adultos”, dice el director del colegio, Juan Carlos Muñoz.

Es una oportunidad para todos, dice el director, ya que permite un enriquecimiento cultural, tanto para los nuevos alumnos como para el resto de sus compañeros y los profesores.

“En estos últimos años han llegado bastantes alumnos extranjeros a estudiar a nuestro colegio. Hay algunos desafíos para ellos, como en el lenguaje, pero en otros aspectos es enriquecedor. Ellos traen su aporte cultural y nosotros como docentes tratamos de incorporar sus experiencias al proceso enseñanza-aprendizaje. Son un aporte los alumnos y los apoderados, tratamos de que se sientan lo mejor posible, porque sabemos que los primeros momentos cuando se llega a una tierra extranjera, las cosas no se dan tan fáciles y nosotros como colegio tratamos de darles las máximas facilidades”, explica.

Y en la sala de clases los mismos profesores notan la recepción de los alumnos para con ellos. Ya es normal para ellos que compartan con un compañero de otro país y no existen diferencias, agregan.

“Los niños son muy receptivos a recibir a un nuevo compañero, acogedores y son más curiosos. Ahora es un chileno más, no lo vemos como un extranjero. Ya conoce nuestras tradiciones, le queda un poco de su acento y llegando a Chile ya son parte de nosotros”, comenta Johanna Pizarro, profesora de Lenguaje de la escuela.

EL ARTE COMO ELEMENTO INTEGRADOR

Son solo nueve estudiantes extranjeros los matriculados para este año en el colegio de Artes Eliseo Videla de Ovalle. Una cifra menor a la del Fray Jorge, pero no por ello que tengan a la integración como un eje primordial en su enseñanza. Y ellos ocupan –al igual que con el resto de los estudiantes- el arte para incluir a los inmigrantes dentro del sistema educativo.

Aquí, Mauricio Ocanto (15) no decidió precisamente cantar para desarrollar sus habilidades, sino que el teatro. Llegó hace dos años a Ovalle proveniente desde Caracas, Venezuela, junto a su familia y el establecimiento lo acogió como corresponde.

“No he tenido ningún inconveniente, eso sí al comienzo con el lenguaje o las jergas que se usan en Chile. En la educación unas cosas cambian y también la cultura, pero va todo bien”, acota.

Ya tiene su grupo de amigos en el tercer año medio y en el curso de teatro.

“Trabajamos el físico, mantener la voz adecuada y trabajar el cuerpo como si fuera un instrumento”, explica.

Junto con Mauricio también está David Hilbe. Dejó parte de su familia en la provincia de Santa Fe en Argentina para buscar otra vida.

Aunque los primeros días en su colegio no fueron cómodos debido a un trance futbolístico del año 2015, la guitarra sirvió como nexo ara encontrar nuevos amigos.

“Al comenzó fue complicado, tenía miedo; un país nuevo, no conocía a nadie, no tenía amigos. Dejé todo en Argentina, la casa, mi papá, un hermano. Llegué junto con mi mamá, mi padrastro y un hermano y acá estoy. Y al ser de Argentina creí que me mirarían diferente, además pasó lo de la Copa América ese año y que había rivalidad. Al comienzo fue medio jodido, por las bromas por el fútbol, pero después ya pasó”, recuerda.

“La guitarra y la música sirven para la integración. En mi primer año tocaba en el recreo y se acercaban chicos y comenzábamos a entablar una conversación. Ya tengo amigos y me he sentido acogido”, agrega.

“Los niños fácilmente se hacen amigos, es probable que se sientan incómodos, pero es normal. Los niños sienten curiosidad por el compañero nuevo, por su forma de hablar, algunos términos, pero rápidamente se hacen amigos. Este tránsito de conocer otra realidad, a niños que vienen de una tierra extranjera, a los niños les sale de forma natural. Somos los adultos a los que nos cuesta más”, dice Juan Carlos Muñoz.

Desde Medellín, Colombia, es Alejandro Roldán (13), quien con un desplante de aquellos cuenta sus experiencias al llegar a Chile, marcado por su primer viaje aéreo.

“El vuelo hasta Chile fue caótico. Ser tu primer viaje en avión, no saber qué hacer, tener ese miedo. Justo ese año pasó el accidente del equipo de fútbol de Chapecoense y tenía paranoia. Me subí al avión y todo se calmó. Ahora tengo tres años en Ovalle y en Chile”

Desde amar las chorrillanas hasta alguna confusión en su nuevo horario escolar (en Colombia estudiaba media jornada), Alejandro también integra el curso de teatro, debido a sus gustos por las películas y las teleseries.

“Me ha gustado desde siempre ver películas y teleseries. El teatro me abrió las puertas para adentrarme a esto, hay trabajo de equipo, de voz, en solitario y me encantó”, afirma.

“La música es un lenguaje universal. Los estudiantes del colegio ya han ido a tocar al extranjero y han compartido con otros músicos, por lo que no han tenido inconvenientes de relacionarse con otros muchachos de otros países”, dice Marco Figueroa, responsable del área artística del colegio de Artes.

Tanto Brian, como Mauricio, David y Alejandro son solo cuatro estudiantes que se integran a una nueva cultura, donde la educación es un pilar fundamental en este proceso. Junto a sus familias decidieron que Chile se transforme en su nueva tierra y que Ovalle sea su nuevo hogar, en el cual cumplan sus sueños.

 

 

 

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