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Rodolfo Pizarro
Una veintena de niñas entrenan después de sus horarios de clases en el Estadio Diaguita. En la velocidad, resistencia o saltos, las muchachas encuentran su espacio de libertad, formándose como futuras deportistas.

Cada día es más común ver a niños y adolescentes acercarse a distintos centros deportivos en la zona. Con sus padres, amigos, compañeros de curso o cualquier otro grupo practican alguna disciplina que los saque de la rutina diaria. Es así como cerca de una veintena de niñas asisten diariamente a la Academia Municipal de Atletismo.

Todas las tardes, después de terminada la jornada escolar se aproximan hasta avenida La Chimba. Ingresan al Estadio Diaguita y disfrutan de la pista de recortán del recinto, una de las mejores del país, según los entrenadores.

Desde la inauguración del recinto deportivo en agosto del 2017, la academia dirigida por el profesor Óscar Sánchez recibe a niños desde los 10 a los 16 años, pero en el último tiempo han sido las niñas quienes la integran.

“No es excluyente, pero cuando llega un niño se siente raro al ver a tantas niñas”, dice el profesor, mientras anota en su cuaderno las repeticiones de una de sus deportistas.

Sánchez nacido en Arica y radicado desde el 2001 en Ovalle es profesor titulado de educación física. Además es ciclista, ya que integra el Club Fusión, recorriendo las rutas de la región y sumando reconocimiento en distintas carreras en la zona.

Después de acumular experiencia como ayudante del destacado entrenador de atletismo, Manuel Zavala, emprendió rumbo propio con la academia que no busca una especialización temprana en sus alumnas, sino una formación en el deporte.

“Nosotros no buscamos una especialización temprana en las niñas, y esto no involucra a priori la sobrecarga de ciertas capacidades, sino que el objetivo y filosofía es respetar los tiempos de crecimiento en cada una de las niñas, dar las pautas adecuadas para la recuperación y estas cargas son adecuadas a cada nivel de desempeño. Siempre respetando el desarrollo fisiológico”, explica.

El respeto entre sus alumnas, la disciplina, el compañerismo y la humildad son aspectos que Sánchez promueve en cada sesión de entrenamiento.

“Muchos de los niños provienen de diversas realidades sociales, o con esquemas familiares quizás un poco disueltos. Ellas encuentran aquí, compartiendo con sus pares, una forma de autoafirmarse en su rol de jóvenes y encontrar que en algo son buenos. Sirve mucho para la autoestima, pero no cayendo en la arrogancia, ya que ganar no se debe transformar en la arrogancia”.

Cuando ganar o perder no es lo importante, señala, la proyección en el tiempo pasa a transformarse en la piedra angular de la academia.

“Los resultados que se puedan dar se deben a un trabajo sistemático en la academia. Si yo propicio que las chicas sean respetuosas entre ellas, y si ganan o pierden, lo que interesa es el trabajo de proyección en el tiempo. No me interesa que salga campeona nacional a los 14 o 15 años, aunque se puede dar, no buscaré un apresuramiento en el atleta”, dice.

Y con el grupo de niñas le dedidca tiempo a cada una. Después de corregir el salto largo de Nazaret, acompaña en el mediofondo a María Alejandra y una vez de correr por la pista, observa las progresiones de Antonia. Y así con el resto de las niñas.

“Me gusta mucho esto, es muy entretenido y lo que se siente cuando corres al rechazar. Cuando vas en el aire como que te relajas y hay que tratar de llegar lo más lejos posible. Competí en la etapa regional del sub 14”, cuenta entusiasmada Nazaret Cortés de la Escuela Helene Lang, que con 12 años cumplidos se inscribió en la fase regional de los Juegos Deportivos Escolares en el salto largo.

Y como Nazaret, muchas otras niñas encontraron en el atletismo una oportunidad para despegar y olvidar por un instante la sala de clases, sintiendo cómo el viento golpea sus caras. Todas opinan de forma similar.

“Muchas de las niñas que participan en la academia les surgió un entusiasmo que nació de ellas. Quizás muchas veces salen de la escuela que están dentro de cuatro paredes y un patio con un ambiente que no es grato. Acá las niñas se encuentran con algo grato y que es distinto a lo que acostumbran, pero siempre estamos dentro de un ambiente pedagógico”, dice el profesor.

“Me siento bien al entrenar, me hace feliz. Con la escuela asistimos a un campeonato en el estadio ye so me motivó a venir para entrenar”, se refiere Antonia Escobar del Liceo Politécnico.

La academia está abierta para todos y todas, hayan nacido en Ovalle o incluso en otro país, tal como a Alexandra Vivas. Llegó hace un año a la ciudad desde Colombia e integra el grupo permanente de entrenamiento.

“El atletismo es algo nuevo en mi vida, porque nunca lo probé antes. Ahora practicarlo me siento como alguien nuevo, descubro quién soy. Me gusta la velocidad”, dice.

En el proceso puede que alguna de las atletas quiera cambiar del mediofondo a la velocidad, o viceversa, como le ocurrió a Scarlet López de la Escuela Helene Lang.

“Al comienzo era velocista, pero la profesora de la escuela me dijo que corriera el medio fondo y no me gustaba mucho. Entonces, le dije al profesor y volví a la velocidad”, cuenta.

Y Óscar no tiene reparos a esos cambios. Es más, los aprueba con el objetivo que se sientan cómodas.

“Muchas veces dejo que las muchachas escojan, no las obligo a que hagan una prueba determinada. María comenzó haciendo medio fondo y ahora está corriendo velocidad, y ella me dijo que quería hacerlo. Y es porque no busco una especialización temprana, vas descubriendo con el tiempo, de acuerdo a muchos factores. Lo mismo pasó con Scarlet, quien me dijo que no quería hacer más medio fondo, sino que velocidad. Scarlet me ha sorprendido, con 11 años me ha sorprendido”, detalla.

Las muchachas en la pista son libres, se olvidan de los problemas que puedan tener. Comparten con sus compañeras mientras corren. Hay alegría en sus rostros, esa que por medio de la práctica del atletismo las está formando en el deporte. Un equipo con poder femenino.

Sin estadio, tiempos difíciles

Desde el 2009 al 2017 Ovalle no contó con estadio, por lo que las actividades atléticas estuvieron ausentes en Ovalle. Muchos atletas continuaron entrenando, pero en la calle, con todos los riesgos que eso conlleva, sobre todo con las lesiones.

“Era difícil trabajar en la calle, en el cemento. Uno sobrecarga mucho las articulaciones y eso es inadecuado. Pero no quedaba de otra, había que entrenar. Lamentablemente se demoró mucho en construirse el estadio”, cuenta Óscar, mientras critica a las personas que exigían un nrecinto deportivo para la comuna.

“Paradójicamente, la gente pedía mucho un estadio, a través de las redes sociales, y con las niñas comentamos que el estadio está vacío. Y está vacío porque la gente no se siente entusiasmada a venir y hacer atletismo, porque creen que es un deporte para quedar sofocados o cansados, pero no es así”, explica.

 

 

 

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