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Extremar el resguardo de las reservas, intensificar campañas de concientización y el considerar uso de aguas subterráneas surgen como medidas a desarrollar en el corto plazo ante un eventual escenario crítico. Desde la Junta de Vigilancia del Río Limarí planean reunión con la ministra del MOP para exponer propuestas.

Por Daniela Guajardo / Región de Coquimbo 

 

Datos preocupantes han surgido en los últimos días respecto de la situación hídrica de la Región de Coquimbo. El pasado viernes y tras una presentación que realizó la sanitaria Aguas del Valle en la comisión de Aguas y Recursos Hídricos del CORE, se informó sobre la crítica disponibilidad del vital elemento, lo que podría llevar incluso a generar racionamientos en ciudades como Ovalle.

Esto se suma al último informe sobre la situación actual de los embalses dado a conocer por el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), que indica que Cogotí llegó a un 0% de su capacidad y que el resto de los reservorios del territorio se encuentran en mínimos históricos.

Esta realidad ha generado un inmediato debate respecto de cuáles son las medidas que se deben comenzar a desarrollar en el corto plazo para enfrentar la crisis, sobre todo pensando en un escenario de falta de precipitaciones durante el otoño-invierno.

“Es una situación crítica, pero el consumo humano lo tenemos más o menos asegurado hasta julio”, sostiene José Eugenio González, presidente de la Junta de Vigilancia del Río Limarí y de la Comunidad de Agua del Embalse La Paloma.

Reconoce la gravedad de esta problemática, pero indica que desde luego están trabajando en alternativas para mitigar su impacto, para lo cual buscarán trabajar en conjunto con las autoridades. Como primera medida, indica que sostuvo una conversación con la delegada provincial de Limarí, Marily Escobar, con quien acordaron reunirse con la ministra de Obras Públicas, Jessica López “donde vamos a hacer algunas propuestas respecto de las soluciones que podemos tener a mano, porque tenemos que buscar entre todos las opciones más adecuadas y espero que lleguemos a algún acuerdo”.

Por estos días se ha hablado además sobre el acuerdo de redistribución al que se busca llegar con esta entidad. Al respecto, González indicó que ya se encuentra aprobado por la Dirección General de Aguas. No obstante, indica que lo que esperan es poder generar una propuesta integral, que tenga como objetivo central resguardar el recurso para el consumo humano. “Por eso, ojalá que con el ministerio de Obras Públicas lleguemos a un buen entendimiento y se hagan las obras necesarias”.

Respecto del estado de La Paloma, plantea que “está en un nivel mínimo con la poca agua que está generando el Río Grande, que todavía tiene un poco de agua y esa la vamos regulando y la estamos sacando por las válvulas de fondo. El cálculo nuestro es que el volumen actual vamos a tratar de mantenerlo lo más estable posible para llegar bien a inicios de julio, pero eso no nos libera de no pensar todas las medidas que se pueden tomar en orden a traer agua de otras cuencas o a tener alguna capacidad de acumulación en sectores que hoy día no están regulados por embalse”.

En lo que se han enfocado, dice, es en mantener la continuidad del río “porque eso nos permite que todos los APRs que están a lo largo de los 150 kilómetros puedan disponer de agua. Hay que ser muy responsables en eso, así lo estamos haciendo y así nos lo aprobó la DGA”.

En lo que sí es enfático es en que las medidas se deben adoptar a la brevedad. “Le vamos a hacer una propuesta nosotros a la autoridad, de manera de poder llegar a un acuerdo de qué hacemos, porque en este momento consideramos que se requiere no tantas reuniones, sino que más acciones”.

 

¿QUÉ HACER?

 

El Día consultó a expertos en materia hídrica respecto de las medidas que se deben comenzar a analizar. Todos coinciden en que, dada la crisis actual, la celeridad será la clave.

El intensificar campañas de concientización sobre el cuidado del recurso asoma como la principal de ellas. Según indica José Eugenio González, ya han estado en conversaciones con el alcalde de Ovalle para avanzar en esa línea. “Lo que le planteamos es que tenemos que empezar a capacitar a nivel de juntas de vecino, colegios, los niños son los que entienden mejor estas cosas, de que hay que economizar agua, tenemos que empezar a desarrollar jardines con tolerancia hídrica y, más que atemorizar a la gente, incentivarla a que colabore en el ahorro de agua”.

Por su parte Pablo Álvarez, Académico de la Universidad de La Serena y director del director del Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko, indicó que cómo es habitual existen acciones urgentes, de corto plazo y de mediano y largo plazo.

“En la condición actual las medidas deben ser urgentes, esto no significa dejar de planificar o pensar en la cuenca en el mediano y largo plazo, eso se debe hacer de todas maneras, y de forma simultánea”.

En lo inmediato, dice, lo urgente es asegurar el abastecimiento de agua para consumo humano “y las fuentes son tres, aguas superficiales que escurren naturalmente por los ríos, las aguas superficiales que han sido almacenadas en los embalses en periodos anteriores y finalmente las aguas subterráneas”.

En el caso de la región, se deben analizar considerando la realidad de los diferentes territorios. “Por ejemplo en las zonas bajo el embalse Cogoti, ya casi no se puede considerar el aporte del embalse, el escurrimiento se origina principalmente desde agua que proviene también del tranque y finalmente las aguas subterráneas son reducidas por qué se recargan desde las aguas superficiales y porque geológicamente el sedimento aluvial es poco profundo y la roca se encuentra más cercana a la superficie. Entonces, las soluciones son muy complejas, y a mi juicio el uso de las aguas subterráneas , aunque escasas, es lo que queda”.

Hay otros casos en que aún queda agua almacenada en los embalses y hay escurrimiento en los ríos. “En estos casos es la tasa de consumo, es decir, la velocidad a la que se usa el agua, es un factor a administrar y por otro lado el conocimiento y manejo de las aguas subterráneas”.

En el caso de estas últimas, lo importante será saber dónde está, cuánta hay disponible y en qué profundidad “además de la facilidad o dificultad con que el acuífero entrega el agua. Esas son preguntas urgentes de responder para saber dónde trabajar en la extracción y también contener las expectativas”.

A juicio del profesional, más que el qué hacer “la pregunta que pone a nuestros sistemas en dificultades es cuánto tiempo hay para diseñar e implementar planes de extracción con criterios de sustentabilidad”.

Cristian Baquedano, ejecutivo del Área Recursos Hídricos de la Corporación Regional de Desarrollo productivo (CRDP), coincide en que las aguas subterráneas son una opción, toda vez que hay diversas entidades como en Ceaza que han realizado completos estudios para identificar su ubicación.

“Hay suficiente información para realizar prospecciones y empezar a hacer pozos y algunas campañas geofísicas que complementen los estudios globales que hay, cosa de que si en algún sector se ve que hay alta probabilidad de agua, se hagan las intervenciones. No es tan caro hacerlo, versus el beneficio que tendría y tampoco tardaría tanto, pero si se requieren hay que empezar ahora”.

También plantea la idea de reutilizar el recurso de las plantas de tratamiento de aguas residuales, en los APRs. “Hay 70 de ellos que tienen planta, podríamos aprovechar esa agua y la inversión no es tan alta, pero serviría por lo menos para el riego y liberar lo que se utiliza para el consumo humano”, precisa.

 

 

 

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